La muerte del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa a los 89 años de edad ha dejado un gran vacío en la escena literaria. El escritor y novelista ha fallecido en Perú, su país natal, al que regresó en 2022, junto a la que fue su mujer Patricia Llosa, madre de sus tres hijos, cuya historia de amor finalizó con una sonada ruptura y una posterior reconciliación. En los años previos, Vargas Llosa centró el interés mediático en España durante los ocho años de noviazgo que mantuvo con Isabel Preysler.
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Isabel Preysler conoció al premio Nobel de Literatura en julio de 1986, precisamente cuando le hizo una entrevista para la revista ¡HOLA!. En ese momento el escritor estaba casado con Patricia Llosa y solo entablaron una buena amistad. Fue casi 30 años después cuando el destino quiso que sus caminos volvieran a cruzarse para iniciar una vida en común. Tras el fallecimiento de su marido, Miguel Boyer, el 29 de septiembre de 2014, Isabel volvió a descubrir el amor al lado de Mario Vargas Llosa, para el que siempre ha tenido palabras de admiración: "Hay mucha complicidad. Hemos llegado a entendernos muy bien y lo seguimos pasando muy bien juntos. Mario se lleva divinamente con mis cinco hijos y eso para mí es muy importante. Eso ayuda mucho a que yo esté bien en la relación", confesó en las páginas de ¡HOLA! a principios de 2021.
La chispa de este amor surgió en un viaje organizado por Porcelanosa, para visitar al entonces príncipe Carlos de Inglaterra en el palacio de Buckingham. Era el mes de mayo de 2015. Mario estaba separado de su mujer, Patricia Llosa, con quien había celebrado, ese año, sus bodas de oro. Isabel, por su parte, había enviudado de su marido, Miguel Boyer, en septiembre del año anterior, después de casi tres décadas de matrimonio. Llevaron su relación con total naturalidad y discreción, acudiendo tanto a eventos sociales como literarios. Su relación acaparó las portadas de las revistas, convirtiéndose en una de las más parejas mediáticas del momento. Juntos recorrieron el mundo y se demostraron un amor y un apoyo incondicional. Los rumores de boda planearon sobre su relación, aunque Isabel Preysler y el novelista nunca tuvieron la necesidad de casarse.
Su relación parecía sólida y muy estable. Mario Vargas Llosa, poco dado a manifestar sus sentimientos en público, hizo una declaración de su amor por Isabel Preysler en 2020. "Quiero agradecerle a Isabel, a su compañía, a su presencia, esos años maravillosos que me ha hecho pasar a su lado y que han renovado en mí muchísimo esa vocación que creo que es la mejor cosa que me ha pasado en la vida. Muchas gracias Isabel", dijo el autor de La fiesta del chivo al concluir su discurso en el homenaje que recibió en el Instituto Cervantes cuando se cumplieron 10 años de su Premio Nobel de Literatura.
Mario Vargas Llosa estuvo en muchos de los acontecimientos más importantes para la familia Preysler, como la romántica boda en el Caribe de Ana Boyer y Fernando Verdasco a finales de 2017 y el nacimiento de sus dos hijos, Miguel y Mateo; incluso tuvo un papel destacado en el reality de Tamara Falcó, La marquesa, en Netflix. "Yo ya le admiraba de antes. Es una persona llena de vida y siempre tiene una palabra amable", dijo la colaboradora de El Hormiguero.
Sin embargo, la felicidad de Mario e Isabel no duró para siempre y, aunque su relación parecía estable, rompieron a finales de 2022, poniendo fin Isabel a una historia de amor que superaba cualquier guion de novela romántica. A mediados de diciembre, tras una escena de celos infundados, el escritor salió de la casa de Isabel, en la calle Miraflores, de Puerta de Hierro, y se instaló en su piso cerca de la Puerta del Sol, en el centro de Madrid, sin la menor explicación. Si su intención era volver a casa después de un tiempo, lo cierto es que eso no sucedió.
"Hemos decidido poner fin a nuestra relación definitivamente", confesaba días después Isabel Preysler en ¡HOLA! "No quiero dar ninguna declaración más y agradezco a los amigos y medios de comunicación que nos ayuden en esta decisión", señalaba. La última vez que se les vio juntos fue el 15 de noviembre de ese mismo año, cuando acudieron al cumpleaños de su amigo Gregorio Marañón en Madrid. Un mes antes disfrutaron de una velada muy especial presidida por los reyes Felipe y Letizia con motivo de la presentación de la ópera Aída, de Giuseppe Verdi.