Hoy decimos adiós a uno de los grandes genios de la literatura. Mario Vargas Llosa ha fallecido este domingo, a los 89 años, en su casa de Lima (Perú), rodeado de su familia. El mundo de la cultura se despide del último Premio Nobel de las letras hispánicas. El prestigioso galardón con el que sueña cualquier escritor, y al que él, sin embargo, intentó no aspirar, como confesó a Isabel Preysler, puesto que sabía bien que suponía una tentación que podía llegar a "estropear la vocación" de cualquiera -"es un pensamiento corruptor"-.
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Era el año 1986. Vargas Llosa ya era uno de los novelistas más importantes del mundo. Acababa de ganar el Premio Príncipe de Asturias, e Isabel era la encargada de entrevistar, para ¡HOLA!, al flamante ganador. Entonces, ninguno de los dos lo sabía, pero casi tres décadas de aquel primer encuentro, sus caminos volverían a cruzarse.
"Yo le conocí en St. Louis, Misouri, adonde había sido invitado por la Universidad de Washinton para dar una serie de conferencias durante un mes. Almorzamos en un pequeño restaurante con Patricia, su mujer, dimos un largo paseo por el campus y, después, estuvimos charlando de mil cosas y rodeados de unas vistas maravillosas, en el pequeño apartamento de un piso 18 que el decano había puesto a su disposición", contaba en las páginas de nuestra revista. "A partir de entonces, Miguel y yo entablamos una buena amistad con Mario y su mujer".
En 2015, sin embargo, lo que comenzó como una bonita amistad dio paso al amor. En un viaje al Palacio de Buckingham, organizado por Porcelanosa, el destino quiso que Isabel y Mario se encontraran de nuevo. Él estaba separado de su mujer, Patricia, e Isabel había perdido, un año antes, a su marido, Miguel Boyer. Comenzó así la historia de una pareja que causó fascinación y, aunque siempre les rodearon los rumores de boda, nunca se dieron el 'sí, quiero'.
Siete años después -y tras casi ocho años de relación-, a finales de 2022, Isabel confirmaba a ¡HOLA! su ruptura: "Hemos decidido poner fin a nuestra relación". No había vuelta atrás.
"Soy una persona muy apasionada"
"Yo empecé mi carrera literaria con mucha suerte y gané varios premios, que me hicieron una gran ilusión", explicaba Mario a Isabel. "Ahora, a medida que me vuelvo más viejo, menos joven, me doy cuenta de que lo más importante es mi propio trabajo. El mayor premio para mí es acercarme al libro ideal que me gustaría escribir".
En la conversación que mantuvieron, el escritor, incluso, se sinceró, como nunca antes, sobre las mujeres que habían marcado su vida. "Me he enamorado algunas veces", desvelaba. "Las mujeres han desempeñado un papel muy importante en muchos sentidos. Para mí, la relación con la mujer no ha sido nunca superficial, sino algo que ha comprometido toda mi vida, todo mi quehacer. Incluso mi trabajo ha estado muy íntimamente ligado a mi vida sentimental. Nunca he entendido mi relación con una mujer como algo transitorio. Me he casado, me he divorciado... pero cada historia, aun la más efímera, ha sido para mí muy importante, ha significado un compromiso profundo".
Tras esta sorprendente declaración, Isabel no pudo evitar preguntarle si las mujeres de su vida habían sido para él, un estímulo o, más bien, un problema. "Bueno, también. No creo que haya una relación sentimental que no sea problemática a l mismo tiempo, ¿no?"
"Yo soy una persona muy apasionada, para quien el amor es algo muy profundo que revoluciona enteramente mi vida. En ese sentido, una persona del siglo XIX, quiero decir, como los personajes de las novelas del siglo XIX. Creo, además, que el amor entendido como una pasión absoluta, revolucionaria en la vida, es el mejor estímulo que puede tener una persona. Aparentemente te da una voluntad, una fuerza de enfrentarte a todo tipo de obstáculos, algo que te llena de una enorme ilusión y de una gran vitalidad. Y siempre he visto con sorpresa que el amor, para muchas personas, es una especie de juego más o menos intrascendente y ocasional. Algo que para mí no ha sido nunca".
"No sé si el amor es fundamental en las novelas, pero está siempre presente, de un modo u otro, en las novelas que yo escribo".
"No sé qué cosa es ser un buen padre"
Mario Vargas Llosa formó una familia junto a Patricia, con quien tuvo tres hijos, Álvaro, Morgana y Gonzalo, de quienes también hablaba en las páginas de ¡HOLA! "Pienso que mis relaciones con mis hijos son buenas, pero, al mismo tiempo, para mí siguen siendo bastante enigmáticas porque nunca he sabido exactamente cuál es la mejor manera de actuar: si era bueno ser muy liberal o si era preferible ser algo conservador. Al final, he dejado las decisiones a Patricia", explicaba.
"Conocí a mi padre cuando ya era un niño de diez años porque mis padres habían estado separados y luego se reconciliaron. Fue una relación muy mala, muy severa, nunca llegamos a entendernos y hasta sentí hacia él una especie de rencor. Y el terror de que mis hijos pudieran llegar a verme a mí como yo llegué a ver a mi padre ha hecho que yo fuera con ellos, quizá, excesivamente tolerante, blando. De manera que la severidad en la educación con los hijos ha tenido que ponerla siempre Patricia".
Mario, incluso, afirmaba que "no sé qué cosa es un buen padre. No tengo ni idea. Ser un buen padre, ¿es ser un padre tolerante o ser un padre más bien severo? ¿O ser un padre muy invasor que está muy presente y siguiendo muy de cerca lo que hacen los hijos? O, como creo que he hecho yo, ¿dejarles cada vez más una independencia , una posibilidad de iniciativa? No lo sé. Sobre ese tema he tenido siempre muchas dudas".
Casi cuarenta años más tarde, Álvaro, Morgana y Gonzalo, comunicaban, "con profundo dolor" el fallecimiento de su padre. "Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores alrededor del mundo, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá". Porque su legado, ahora, ya es eterno.