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Chicho Ibáñez Serrador fue, durante décadas, una figura intocable en la historia de la televisión española. Creador de formatos revolucionarios como Un, dos, tres… responda otra vez, querido por el público y venerado por la crítica, su nombre estaba asociado al prestigio, la creatividad y el éxito. Pero hoy, esa imagen inquebrantable parece tambalearse…
Marta de Pablo, una de las azafatas del mítico concurso, habla con ¡HOLA! y rompe un silencio que ha guardado durante años. Lo que muchos recuerdan como la época dorada de la televisión, para ella fue una experiencia “complicada”.
© martadepablo.oficial
© martadepablo.oficial“Él te atormentaba psicológicamente. Te daba un papel protagonista, te hacía ensayar, y el día antes de grabar te lo quitaba. No sabías qué habías hecho mal”, nos cuenta. La actriz conoció al presentador años atrás y, según nos explica, mantenían una relación de amistad antes de trabajar juntos. Sin embargo, el “genio” de la televisión quería algo más.
“Se enamoró de mí. Se plantó debajo de mi casa con billetes de avión. Yo lo rechacé porque nunca lo vi como algo más. Para mí era mi jefe, un amigo, pero nada más”. Lo más duro, asegura, era la impunidad con la que él actuaba.
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© GTRES“Él creía que podía hacer lo que quisiera. Que estaba por encima de todo. Que manipular nuestras emociones formaba parte del proceso creativo”, recuerda. Y añade: “Le gustaba hacerte reír o llorar, porque no soportaba que tú estuvieras normal”.
Marta recuerda también un caso que la marcó especialmente: “Una compañera fue despedida por bajar mal una escalera. Sabía que éramos importantes para el programa, pero también que podía sustituirnos en cualquier momento”. Y aunque reconoce su talento como creador, no duda en hablar con franqueza: “Fue un genio, sí. Pero también una persona que, psicológicamente, estaba mal. Y eso, durante mucho tiempo, lo pagamos los demás”.
Hoy, al contar su historia, Marta no busca venganza, sino verdad. Porque, como ella misma dice, cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor. Y hay silencios que, cuando por fin se rompen, nos obligan a mirar el pasado con otros ojos.
Por otro lado, como nos confiesa, lo que comenzó como una gran oportunidad profesional acabó convirtiéndose en una situación insostenible. Dejó el programa antes de que terminara la temporada, superada por el ambiente que se vivía entre bastidores. Años más tarde, se reencontraron y hablaron sobre lo ocurrido, aunque Chicho —según ella— nunca llegó a reconocer su comportamiento y lo justificó como parte de su forma de trabajar.
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