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Un residente de California vivió, a finales de la semana pasada, el susto más grande de su vida, convirtiéndose —sin querer— en el protagonista del drama más absurdo del mes (y quizás del año). Todo comenzó cuando, al mirar hacia el jardín de un vecino, se topó con lo que a primera vista le pareció una escena dantesca: un elefante muerto tirado en el césped. O al menos, eso creyó.Preso del pánico, no dudó en llamar al 911 para reportar que un enorme paquidermo había colapsado en plena zona residencial.
© palmspringspdLa policía de Palm Springs, con toda la seriedad del caso, movilizó a Control Animal. La situación pintaba dramática… hasta que llegaron y descubrieron que el “gigante caído” era, en realidad, una estatua de jardín. De tamaño natural, sí. Pero hecho de yeso.
© palmspringspdEl Departamento de Policía, que seguramente aún continúa riéndose del asunto, compartió la historia en redes sociales con una foto del elefante y bajo el título: "¡LLAMADA DE LO SALVAJE (Y ABSURDO)! – ¿UN ELEFANTE MUERTO EN UN JARDÍN?
Esta mañana temprano, nuestro centro de despacho recibió una llamada bastante… inusual: en ella se informaba de un elefante muerto en el jardín de una casa.
El Control de Animales entró en acción de inmediato, solo para descubrir que este “gigante caído” era, en realidad… una estatua de jardín derribada por el viento.
No se necesitaron tranquilizantes ni se activaron protocolos de estampida. Solo otro día ventoso en Palm Springs que nos recuerda la importancia de asegurar bien sus estatuas, especialmente las de tamaño natural.
© Getty ImagesLas redes sociales, por supuesto, no decepcionaron. Un usuario insinuó que el elefante “se desplomó al enterarse de los aranceles de Trump”, mientras que otros culparon a la agudeza visual del vecino: “¡Hora de adelantar la cirugía de cataratas!”. Y, cómo no, no faltó quien se ofreciera a adoptarlo como mascota: “¡Yo lo cuido! No hace ruido y come poco”.
Una mujer incluso se atrevió a decir que el elefante había huido de casa por culpa de un ratón. “Vio uno y no lo soportó”, explicó. Otro sugirió llamar al Zoológico Living Desert, por si acaso se les había escapado una estatua.
Aunque el origen del elefante sigue siendo un misterio —¿una ganga de la venta de un trastero abandonado?, ¿decorado perdido de una película de Tarzán?—, la lección del día es clara: En Palm Springs, asegure sus estatuas de tamaño natural… especialmente si parecen animales exóticos y muertos.
