Álvaro Castillejo Preysler y Cristina Fernández fueron, en vísperas de Nochebuena, padres de su primer hijo en común, Nicolás. Un auténtico regalo de Navidad que es el vivo retrato de su abuelo materno, de quien también ha heredado el nombre. Un hecho que el sobrino de Isabel Preysler lleva con resignación. Aunque se llama Álvaro de segundo nombre y ostenta su apellido con orgullo, lo cierto es que durante toda la mañana que compartimos con esta cariñosa familia en su casa de Madrid, no dejó de repetir entre bromas que el niño es 'igualito' a él.
"No veis que es un filipinito", canturreaba mientras le sostenía en brazos con amor. "Álvaro es un padrazo desde el minuto uno. Me enseñó a mí a darle el biberón y a cambiarle los pañales. Ha sido como algo innato en él", nos confiesa Cristina, que desde hace unos días ha retomado su trabajo, posponiendo su baja al verano, cuando su marido se traslada durante los meses de julio y agosto a Sotogrande para cumplir con sus responsabilidades con los torneos de polo de más alto nivel en nuestro país.
Felices y emocionados, nos han presentado a Nicolás, de quien dicen que ha transformado su casa 'en hogar' y con el que en unos meses celebrarán su décimo aniversario juntos.
—¿Cómo fue ver a vuestro bebé por primera vez?
ÁLVARO.—Bueno, yo encantado. ¡Imagínate! Es una cosa realmente increíble. Aunque más que ver al bebé me sorprendió ver la cara de Cristina cuando nació, que no se lo creía. No daba crédito.
CRISTINA.—No, porque cuando tú estás embarazada pues notas pataditas, pero no notas a un bebé. Le decía a Álvaro: "Pero que tiene orejas y nariz y boca…". Es un shock y luego ya no lo quieres soltar.
—¿Cómo fue el parto? ¿Fue cómo te lo imaginabas?
C.—Me habían hablado maravillas del equipo de BMum, tenían mucha fama, pero es que hasta que no lo vives no te puedo explicar lo buenos que son. El parto fue sencillísimo. En el paritorio estuvimos 15 minutos. Lo viví como la mejor experiencia de mi vida y salí del paritorio diciendo 'esto está chupado', y eso que tuvieron que utilizar lo de la ventosa.
—Y tú, Álvaro, ¿estuviste presente?
A.—Estuve de milagro.
C.—Como yo no quería molestar a nadie, dejé a Álvaro dormir aunque empecé con contracciones. Todo fue muy deprisa y cuando nos dijeron que había que irse corriendo al paritorio a Álvaro se le ocurrió que antes se tenía que dar una ducha… Lo quería matar en ese momento (risas).
—¿Fue un bebé muy buscado?
C.—Tres meses antes de quedarme embarazada de Nicolás, perdí un bebé como a las diez semanas de embarazo. Entonces, fue una sorpresa, no era un bebé buscado y nos dio un poco de vértigo y todo al principio. Luego, cuando lo perdí, estaba tan ilusionada y te llevas el chasco… Nos entraron muchos miedos porque es un tema muy tabú el del aborto, pero enseguida me quedé otra vez embaraza y aquí está nuestro bebé.
"El mejor regalo que nos han hecho, sin duda, es la salus. Una amiga nos dijo que era mucho más barato una salus que un divorcio" (risas)
—Con ese comienzo, ¿cómo recordáis esos primeros días con Nicolás?
C.—En el hospital fenomenal. No quería irme. De hecho, estuvimos dos días más, y porque era Nochebuena, si no, lo habría alargado más. Era divertidísimo. Venía todo el mundo a vernos. Llegamos a ser 15 en la habitación el primer día.
A.—Solo nos faltaban unos mariachis en la habitación.
—¿Y el desembarco en casa?
A.—Gracias a Dios, tenemos la suerte de tener una infraestructura para poder estar con el niño y poder hacer nuestras cosas también.
C.—La abuela está entregada. Vive en la casa de enfrente y se le da muy bien. Hemos estado en Marbella, pues, como vive mi padre ahí, nos fuimos para cinco días y al final nos quedamos tres semanas.
—Álvaro, esta semana por fin vas a celebrar el primer Día del Padre, ¿qué tenéis pensado?
—Pues yo, a ver, no soy de celebrar cosas. Imagino que haremos una comida aquí, en casa.
Parecidos y familia
—Igual aún es pronto, pero ¿ya le sacáis algún parecido?
A.—¿A que se parece a papá? Es igualito a mí, un filipinito (risas). La gente dice lo contrario por hacerme rabiar.
C.—Es el clon de mi padre. Y además se llama Nicolás, igual que él. Es como ver a mi padre en bebé. Yo me parezco también mucho a él. Ves fotos mías de bebé y es que somos fotocopias suyas.
—¿Y cómo fue la elección del nombre? ¿Hubo debate con Álvaro?
A.—Eso ya lo tenía completamente perdido de antemano.
C.—Si era niña, que era lo que más ilusión me hacía, no tenía nombre. Y si era niño, que no me apetecía nada (tonta de mí, porque es lo mejor que hay), era Nicolás y no había negociación posible. En el hospital le dije que podíamos ponerle Álvaro de segundo nombre, así sería también Álvaro Castillejo.
—¿Qué te dijo tu tía Isabel cuando le conoció? Será como una segunda abuela…
A.—Imagínate, es otro nieto más para la familia. Tiene un ojo increíble porque ella dice 'este niño está incómodo' o 'este niño tiene hambre'... y acierta. Lo ve enseguida.
—¿A quién llamáis en los momentos críticos para pedir consejo?
AMBOS.—A la pediatra. Le mandamos un whatsapp o la llamamos y nos saca de dudas.
Rutinas y día a día
—Cristina, tú ya has vuelto a la oficina, ¿cómo vais a hacer para conciliar con vuestros trabajos?
C.—Yo he hecho una baja muy corta porque Álvaro en verano, en julio, se instala en Sotogrande para el torneo de polo y para el pobre estar un mes sin ver al niño es horrible. Además, en septiembre sigo de baja también porque lo junto con las vacaciones, y ya será cuando hagamos planes, ya que además justo coincide que hacemos diez años y queremos hacer alguna escapada.
—¿Os ha fortalecido como pareja?
A.—Al final, con un bebé o haces equipo o es muy complicado. Siempre hemos estado muy unidos. Y el bebé lo que ha hecho es hacer familia. Desde que nos casamos, ya decíamos que éramos una familia; ahora es otra historia. Ya no vienes a casa, vienes al hogar.
Álvaro: "¿A que Nicolás se parece a su papá? Es igualito a mí, un filipinito (risas). La gente dice lo contrario por hacerme rabiar"
—Después de diez años juntos, ¿qué es lo que más os ha sorprendido el uno del otro en esta nueva etapa?
C.—Yo alucino con lo padrazo que es, porque, según nació el bebé, ya lo hacía todo bien. Me enseñó a poner un pañal con horas de vida o a darle el biberón, como si toda la vida lo hubiera hecho. Yo le decía: "Es que parece que tienes una familia en Filipinas y me lo estás ocultando" (risas).
A.—Cristina es una persona muy independiente y muy trabajadora, pero nunca se había dedicado como ahora a la casa. Estoy alucinado. Ha aprendido a poner una lavadora, organiza todo el tema del niño, pero de una forma completamente militar. Eso también te da una tranquilidad, porque sabes que está todo ya listo.
—¿Cuál ha sido el regalo más especial que os han hecho?
AMBOS.—La salus. Una amiga nos dijo que era mucho más barato una salus que un divorcio (risas). Y la verdad es que es el mejor regalo con diferencia que nos han hecho.
—¿Y lo primero que comprasteis para vuestro bebé?
C.—Lo primero que le compré son las Stan Smith de bebé, que aún no le he puesto. Como Álvaro solo viste con esas zapatillas, se las di para decirle que estaba embarazada con el test.
Bautizo
—Estaréis ya con la vista puesta en los preparativos del bautizo…
—Será ahora, dentro de poquito. Pero nuestra idea es hacer algo pequeño e íntimo, con la familia. Algo para el niño. Lo haremos aquí, en Madrid, para que sea lo más cómodo para todos.
—¿Y en quién habéis pensado para los padrinos?
C.—Seguimos en ello. Madrina sí tenemos, será mi mejor amiga. Nos quedamos embarazadas a la vez y yo creo que será la mejor madrina del mundo, porque está entregada a su niña y a Nicolás.
A.—Porque habíamos pensado en familiares míos y demás, pero es que todos son muy padrinos ya. Tamara ya es madrina de dos y además ya es supertía y hay mucha familia que vive fuera. Ana también está ya con sus tres hijos… Así que aún no hemos decidido quién será el padrino. Está flotando en el aire y se sabrá en el último momento.
"Siempre hemos estado muy unidos. Y el bebé lo que ha hecho es hacer familia. Desde que nos casamos, ya decíamos que éramos una familia; ahora es otra historia. Ya no vienes a casa, vienes al hogar"