Un día después de que la editorial Anagrama suspendiese la distribución del libro El odio, que recoge las confesiones de José Bretón sobre el asesinato de sus hijos, Ruth Ortiz ha emitido un comunicado de agradecimiento a las instituciones y personas que han apoyado su petición. La madre de los pequeños Ruth y José ha reiterado su rechazo a dar voz a los asesinos y ha denunciado el tremendo dolor que le ha causado la publicación de detalles del crimen.
"Mis primeras palabras de hoy 20 de marzo son de agradecimiento", comienza Ortiz en su escrito, en el que menciona específicamente al Servicio de Atención a las Víctimas de Córdoba, a la Fiscal Delegada de la Sección de Víctimas de Delito de Córdoba y a la Fiscalía Provincial de Barcelona, entre otros. "Cuando una mujer pide ayuda, una madre pide ayuda, es porque de verdad la necesita", subraya.
Ortiz considera ilegal la publicación de este libro, en base a la Ley de Protección Civil del Derecho al Honor, la Intimidad Personal y Familiar y la Propia Imagen, además de la Ley Orgánica de Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia. Su abogada ha denunciado que la difusión de detalles del crimen está generando "un tremendo dolor y nuevos daños psicológicos" a su clienta, quien ha recibido con alivio la decisión de Anagrama de suspender la distribución del libro hasta nuevo aviso.
Ortiz también ha expresado su pésame a los familiares de Andrea, una mujer de 34 años asesinada en Burgos, y ha concluido su carta con un mensaje de esperanza: "Entre todos conseguiremos parar cualquier tipo de violencia que se ejerza hacia la mujer".
José Bretón confiesa por primera vez que mató a sus hijos
Catorce años después del asesinato de sus hijos, José Bretón ha admitido por primera vez que los mató. En el libro El odio, escrito por Luisgé Martín y cuya distribución ha sido ahora paralizada, Bretón relata con frialdad cómo ejecutó el crimen: les administró pastillas disueltas en agua con azúcar para adormecerlos y, después, los calcinó en una hoguera en su finca de Las Quemadillas (Córdoba). "Antes de poner los cuerpos en el fuego comprobé que no respiraban. No se enteraron de lo que iba a pasar. Confiaron en mí", confiesa en el libro.
En su diálogo con el autor, Bretón asegura que la separación de Ruth Ortiz no fue el detonante del crimen, sino su "obsesión" por impedir que sus hijos se criaran con la familia materna. También admite que su idea de asesinarlos le produjo "consuelo" en medio de la angustia.
A pesar de su declaración de arrepentimiento, Bretón admite que "nadie puede perdonarlo" y que él mismo ha tenido que hacerlo para seguir viviendo. Su confesión pone fin a años de negación y cierra un capítulo de horror en la crónica negra española.