Alice Campello nos habla como nunca de su vida y su futuro tras su reconciliación con Álvaro Morata

No puede estar más feliz. No solo lo reflejan su sonrisa y su mirada, ella lo dice alto y claro. Y de corazón. Y con esa alegría que contagia a su paso, Alice Campello nos ha abierto en una fecha muy especial —días después de soplar las velas de su 30 cumpleaños— las puertas de su sueño hecho realidad: su nueva casa en Madrid.

© Valero Rioja

La empresaria e influencer italiana comenzaba el pasado 5 de marzo una nueva década de su vida, que se abre ante ella como un libro en blanco que escribirá con nuevas vivencias, metas e ilusiones y, sobre todo, luchando siempre por su familia y también por ella, porque se ha dado cuenta de la importancia que tiene estar bien con uno mismo para dar lo mejor de sí a los demás.

Sus últimos meses han estado llenos de importantes cambios y mudanzas. El pasado verano, ya instalados en esta nueva casa de Madrid, nos sorprendía la noticia de su separación de Álvaro Morata, algo que desde fuera parecía impensable. Poco después, el futbolista se marchaba a Milán, y ella también, porque, aunque su relación estuviera rota, ellos tenían claro que siempre iban a hacer lo mejor por sus cuatro hijos, Alessan­dro y Leonardo, de seis años; Edoardo, de cuatro, y Bella, de dos. Pero, hace poco más de un mes, volvían a dar la sorpresa, anunciando que daban una segunda oportunidad a su matrimonio y ponían rumbo a Estambul, donde el delantero ha fichado por el Galatasaray. Todo muy rápido, pero ellos están acostumbrados a vivir deprisa. Solo hay que ver que en siete años de matrimonio han tenido cuatro niños y han vivido en Londres, Milán, Turín y Madrid.

Ahora con calma, levantando un poco el pie del acelerador, hablamos con Alice de esta nueva etapa que se presenta ante ella, que arranca convertida en una empresaria de éxito con su firma, Masqmai, apostando por el amor de su vida, por sus hijos y por ella, mientras nos enseña esta espec­tacular casa, en la que ha estado trabajando con mimo y cuidando cada detalle durante varios años para crear un hogar, donde se instalarán definitivamente en el futuro… Y como no podía ser de otra manera, soplamos con ella las velas de su 30 cumpleaños, con el deseo de que se cumplan todos sus sueños.

© Valero Rioja

—De nuevo en Madrid, para pasar unos días antes de regresar a Estambul, ¿qué significa esta casa para ti?

—¡Es un sueño hecho realidad! Porque llevamos muchos años trabajando en ella y por fin podemos disfrutarla.

—¿Cuándo empezasteis a construirla?

—La compramos cuando yo todavía no tenía ni a mis primeros hijos y ha sido un proceso largo y complicado, porque también nosotros vivíamos en diferentes partes del mundo y seguir los trabajos era casi imposible.

—¿Qué fue lo que os enamoró de ella?

—Cuando la compramos, era completamente diferente, pero me enamoraron los espacios y cómo estaba distribuida. Luego la reformé por completo por dentro y la he hecho a mi gusto, he elegido todos los materiales. Todo lo que ves está elegido por mí, superpensado y cuidado, y también he contado con la ayuda de Gonzalo Aquerreta. Hemos tardado también mucho tiempo porque quería que cada detalle fuera realmente especial. Quería entrar aquí y decir: "¡Es la casa de mis sueños!".

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—¿Qué tiene de vosotros?

—Realmente, me gustaría vivirla un poquito más, porque hemos estado muy poco tiempo en ella. Aprovecho cada momento que tengo libre para venir aquí a disfrutarla, pero, obviamente, falta vivirla todavía. En todas las casas en las que hemos estado teníamos dibujos de los niños en la nevera, pero aquí aún no hay nada, falta aún vida, pero sí que refleja nuestra personalidad y las cosas que nos gusta hacer. Por ejemplo, Álvaro tiene abajo un simulador de golf, que es algo que le encanta; también tenemos una bodega para disfrutar con nuestros amigos… Hemos pensado un poco en nuestro día a día, en lo que nos gusta hacer y, como realmente noso­tros no salimos mucho, hemos intentado hacer nuestra vida en casa.

—¿Qué os dijeron los niños cuando vieron la casa terminada?

—Los niños estaban superfelices porque también los he involucrado en el proceso de reformar la casa. Nosotros vivíamos de alquiler en la casa de enfrente y veníamos, casi cada día, a ver los avances y han elegido ellos los materiales de sus habitaciones, todos los peluches y decoración... Ha sido un trabajo que hemos hecho en familia y cada uno ha elegido un poco lo que quería.

—Parece que te gusta el diseño de interiores y que se te da bien.

—Sí, es algo a lo que me gustaría también dedicarme en el futuro, porque he visto que me gusta muchísimo y me relaja ver fotos de casas buscando inspiración.

"Reformé la casa por completo y la he hecho a mi gusto. Hemos tardado mucho tiempo porque quería que cada detalle fuera especial. Quería entrar y decir: '¡Es la casa de mis sueños!'"

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© Stefano Trovati

Una nueva década

—Acabas de cumplir 30 años (¡felicidades!) y empiezas una nueva década con muchos movimientos importantes en tu vida, ¿cómo te ves?

—Yo me veo feliz y muchísimo más madura que hace unos años. Creo que, al final, siempre he vivido muchas cosas muy rápidamente y eso me ha hecho madurar mucho. Tengo 30 años, pero siento realmente que tengo una experiencia de muchísimos años más. Y estoy muy contenta, no me asusta para nada la edad, porque hay mucha gente que llega a los 30 y dice: "¡Madre mía!". Sí que es verdad que impresiona un poquito, pero creo que cada etapa es espe­cial.

—De niña, ¿esperabas llegar a los 30 así, convertida en madre de cuatro hijos y empresaria de éxito?

—Creo que lo he visualizado tanto que al final como que lo he atraído. Yo tenía un objetivo que era ser empresaria y aunque, obviamente, he tenido muchísima suerte en muchísimos aspectos, no ha sido todo tan fácil. Pero sí que sabía que si encontraba el amor de mi vida, quería tener hijos pronto, porque soy una persona supercasera, nunca me ha gustado ir a discotecas, soy abstemia… No he vivido nunca esa etapa de la juventud, no es algo que realmente me gustara. Sabía que quería formar una familia pronto y tener una empresa mía, que es algo que mi padre siempre me ha transmitido, que hiciera algo con lo que me sintiera bien y realizada.

© Valero Rioja

"Me he dedicado a hacer estos meses un trabajo en mí muy profundo, al igual que Álvaro lo ha hecho en él. Y cuando los dos hemos vuelto a estar bien, hemos podido trabajar en nosotros"

El amor todo lo puede

—Uno de los grandes y buenísimos cambios de este año ha sido que tu familia vuelve a estar unida, ¿estás feliz?

—Estoy muy feliz, sobre todo por haberlo peleado mucho. Y no te puedo decir otra cosa, estoy muy feliz, estoy contenta y es un trabajo que me he dado cuenta de que es diario. No existe la relación perfecta, pero sí existe el amor verdadero, y cuando hay amor verdadero, lo trabajas hasta el final. Hay épocas en que, como nos ha pasado, lo ves absolutamente todo negro, porque puede que no estés bien contigo misma. Entonces, todo en general lo ves negro, ya no solo con tu pareja. Y nosotros coincidimos en un momento en el que los dos todo lo veíamos negro. Pero luego, cuando desaparece la rabia, cuando se va el dolor que tienes contigo mismo y vuelves a ver las cosas claras, te das cuenta de que el amor puede con todo.

—Al final, no podíais estar el uno sin el otro.

—No, no podemos. Hasta en nuestros peores momentos, hasta enfadados, hemos necesitado estar en contacto los dos. No hemos conseguido realmente en todos estos meses estar muy separados. Al final, hemos crecido juntos, hemos vivido muchas cosas y es normal. También es normal pasar por una época complicada, porque no somos perfectos, no somos máquinas que todos los días estén felices y bien. Lo que nos pasó fue un tema de estar bien con nosotros mismos. Yo no estaba bien. Yo venía del embarazo de Bella, que cuando di a luz lo pasé muy mal y llevaba muchos meses muy mal y no me había recuperado ni física ni mentalmente. Álvaro igual, por otros motivos personales, y los dos no supimos salir. Cuando uno está bien y el otro mal en la pareja, el que está bien te puede ayudar a salir de ello, pero si los dos estáis mal, es muy difícil. Aunque luego, con ayuda de profesionales, todo es posible.

—La terapia es muy necesaria para que te den herramientas con las que trabajar.

—Y, sobre todo, para saber que lo que te está pasando le puede pasar a cualquier persona. También somos muy pequeños todavía, hemos vivido muchas cosas y es normal también que a veces tengamos todavía inmadurez en algunos aspectos, porque yo siento que hemos tenido mucha inmadurez en cómo lo hemos llevado. Pero cuando una persona no está bien, a veces no sabe gestionar las cosas de la mejor forma.

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'No estaba bien conmigo misma'

—¿Crees que esta separación os ha hecho más fuertes como pareja?

—A mí me ha servido para madurar muchísimo y creo que a Álvaro también, y, sobre todo, nos ha servido para valorarnos todavía más el uno al otro. Yo creo que en el dolor descubres partes de ti que no conocías y sacas una fortaleza que no sabías que tenías. Ha sido la época más dura de mi vida, pero la que más me ha enseñado. Y nada, estoy tan contenta de que volvamos a poder disfrutarnos y, sobre todo, de esta forma. Cuando tú te separas, echas de menos todo de esa persona, ¿sabes? Y ese echar de menos, al final, te hace valorar muchísimo lo que tienes.

—Los momentos difíciles traen al final algo positivo: como tú dices, te has conocido mejor a ti misma.

—Sí, y, sobre todo, me ha ayudado a trabajar muchísimo en mí, porque hay muchísimas veces que no vemos cosas que hacemos o no damos importancia a errores que cometemos. Y he hecho como un autoanálisis y he visto que, quizá, no me estaba dando cuenta de que cosas que yo hacía le afectaban tanto a él o no me estaba dando cuenta de que realmente yo tampoco estaba bien conmigo misma. Y ¿cómo voy a poder dar lo mejor de mí a una persona, tanto a mis hijos como a mi marido o a mis amigos, si yo no estoy bien? Entonces, lo que me he dedicado a hacer en estos meses es un trabajo en mí, muy profundo, al igual que Álvaro lo ha hecho en él. Y cuando los dos hemos vuelto a estar bien, hemos podido trabajar en nosotros. Entonces, cuando hemos trabajado en nosotros, ya hemos podido recuperar todo. Yo realmente sabía que, cuando el amor es grande, al final las cosas se solucionan, pero sí que es verdad que hemos tenido momentos muy oscuros.

—Y mira, aquí estáis juntos de nuevo. Que vuestra ruptura fue un shock para todo el mundo. Era como inexplicable, se os veía una pareja su­perunida.

—Yo entiendo que para la gente fue raro, porque fue como de un día para otro. Y realmente no siento que hayamos engañado a nadie, porque el amor es real, porque si no, no estaríamos aquí ahora mismo. Lo que pasa es que a veces la inmadurez y no saber gestionar bien las cosas cuando uno sufre te llevan a hacer cosas de las que luego te arrepientes muchísimo. Por eso te digo que siento que lo hemos gestionado fatal y entiendo también que la gente no entendiera nada, porque decían: "Si el día anterior se estaban besando, ¿cómo puede ser que ahora estén así?". Pero es que, cuando estás mal y lo ves negro, haces cosas de las que luego te arrepientes. Han salido muchas cosas y quiero decir que hay veces que, cuando tienes tanta rabia o dices cosas feas, es porque estás muy dolido. Creo que la rabia es una forma de amor, al igual que el odio, porque si te diera igual la otra persona, no lo sentirías. Entonces, nos hemos confundido en muchas cosas los dos, pero si después de todo esto, de toda esta rabia y de todo este dolor, estamos todavía aquí, es porque el amor es más grande que el resto.

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Un nuevo comienzo en Turquía

—Ahora empezáis un nuevo camino juntos en Turquía.

—Sí, mira, ¡no dejamos de sorprender a nadie! —Ríe—. Yo también me sorprendo, pero era una oportunidad muy buena de trabajo. A Álvaro tampoco le quedan muchísimos años en el fútbol y era algo muy interesante a nivel de trabajo y también de familia, porque creo que nos ha venido bien estar en un lugar donde volvemos a estar nosotros solos. Allí estamos tranquilos, estamos en familia, damos muchos paseos… Allí la gente no te para muchísimo por la calle y podemos hacer una vida muchísimo más normal y, en esta etapa de nuestra vida, nos viene bien.

—¿Qué tal la acogida allí?

—Me impactó muchísimo lo cariñosos, agradables y disponibles que son todos. El recibimiento ha sido increíble. Es una cultura muy diferente a la española o la italiana, pero respetan muchísimo y son supercariñosos.

—¿Ya habéis aterrizado del todo? ¿Estáis instalados en una casa?

—¡Sí! Ya me he hecho una experta, puedo organizar mudanzas, buscar casas, agencias inmobiliarias… ¡Puedo con cualquier cosa! La casa la encontré rapidísimo. Creo que tengo experiencia en eso —ríe—. La casa es perfecta porque, en el centro, podemos salir a andar con los niños, vamos a desayunar por la mañana con ellos, los llevamos al colegio… Todo está muy cerca y eso que en Estambul todas las distancias son muy grandes. Lo he organizado bastante bien para que los niños estén en un colegio cerca y que sigan estudiando inglés, porque para mí es importante que sepan tres idiomas… ¡La verdad es que me sorprendo a mí misma porque lo he organizado muy bien!

"Hasta en nuestros peores momentos, hemos necesitado estar en contacto Álvaro y yo. No hemos conseguido realmente en este tiempo estar muy separados"

© Valero Rioja

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—¿Los niños cómo llevan estos cambios de vivir de un país a otro?

—Ellos saben que es el trabajo de su padre y que el trabajo es algo muy importante. O sea que, si quieren estar con papá y apoyarlo, hay que aguantar unos añitos más y ya luego tendremos toda la vida para estar en Madrid, que es lo que queremos hacer. Pero ahora nos quedan unos añitos así y yo les hago ver que es una experiencia para ellos muy muy importante y ellos se están dando cuenta también de que están haciendo amigos en Italia, en España, en todas las partes del mundo. Hubiera sido mi sueño saber hablar inglés como ellos, italiano, español; tener amigos en cualquier sitio donde vayas… Venimos aquí y lleno la casa de niños, vamos a Italia y lo mismo. Han jugado también en muchos equipos diferentes de fútbol y me parece muy bueno. Están viviendo una experiencia muy bonita.

—Esto les está haciendo ser unos niños muy abiertos, con mucha capacidad de adaptación y eso siempre es muy bueno.

—Ellos son muy abiertos ya. Hay veces que tienes más miedos tú que ellos. En ocasiones pienso que no les estoy dando una estabilidad, que ya empiezan a ser mayores y que necesitan una rutina, porque a mí una rutina me da felicidad y no quería quitarles eso. Pero intento mantener una misma rutina en cada país al que vamos, que puedan seguir jugando al fútbol, jugando con los amigos y manteniendo el contacto con ellos. Ahora tienen un iPad, que solo les dejamos usar media hora al día, y con él llaman a todos los amigos de Madrid y de Italia. Tiene su llamadita, se ven así cada noche y me parece bonito.

—Es una experiencia que van a recordar toda la vida.

—Sí, también ellos aman el fútbol y el poder ver tantos estadios es una suerte enorme y son conscientes de ello.

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Un regalo de cumpleaños con mucho significado

—En Turquía has celebrado tu 30 cumpleaños, quién te lo iba a decir. ¿Cómo fue la celebración?

—¡Nunca imaginé cumplir los 30 en Estambul! —ríe—. Estuvimos todo el día con los niños, desayunamos juntos, los llevamos al colegio, comimos juntos y al final del día nos fuimos a cenar juntos Álvaro y yo, que a raíz de todo lo que pasó, nos viene superbién tener nuestros momentos. Es un poco como volver a ser novios otra vez, como conquistarte otra vez. Y fue un día superfeliz.

—Álvaro te regaló un anillo espectacular, que compartiste en redes.

—Yo soy una loca de las joyas, tengo una pasión por ellas que no es normal. Hay veces que me da hasta vergüenza porque la gente pensará que lo hago como para ir de flipada, pero no, te lo juro que hay veces que me encanta ponérmelas hasta en casa, aunque no me vea nadie. Me gustan muchísimo desde pequeña; mi madre me decía que iba por casa con un velo de novia y llena de joyas —ríe—. Así que Álvaro me regaló este anillo, que para mí tiene un significado: más que un anillo en sí, es volver a empezar, a crear algo nuevo juntos.

—Un nuevo comienzo, como una nueva pedida.

—Sí. Me ha hecho ilusión tener algo que me recuerde esta nueva etapa de nuestra vida.

"Álvaro me ha regalado un anillo por mi cumpleaños, que para mí tiene un significado: más que un anillo en sí, es como volver a empezar, a crear algo nuevo juntos"

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Una empresaria de éxito

—Ahora, ¿este cambio de país afectará a tu trabajo?

—Un poquito. Yo puedo trabajar en todas partes y sí que viajo muchísimo; tengo la oficina aquí, en Madrid, y hay momentos y proyectos en los que tienes que estar muy presente. Así que es verdad que me cuesta más, pero confío tanto en mi equipo y en todas las personas que están ahí, que estoy bastante tranquila.

—Has llegado a los 30 años como empresaria de éxito y tu firma de cosmética, Masqmai, no para de crecer.

—Siento que está yendo muy bien y que podrá crecer todavía muchísimo más. Ahora estamos intentando entrar en más mercados y pienso que tiene muchísimo futuro.

—¿Ha sido difícil este camino de emprender? Porque empezaste muy joven, ¿cuántos años tenías?

—Poquísimos. De hecho, estaba embarazada de los primeros, así que tendría 22 o 23 años. Era una época en la que lo estaba pasando mal, porque vivía en Londres, estaba embarazada y como que no tenía una rutina. Necesitaba hacer algo y no estar ahí en casa sin hacer nada con mi vida. Entonces, decidí hacer eso. También me empujó mucho Álvaro, porque me conoce bien y sabe perfectamente que necesitaba hacer algo. Y empecé con este proyecto y tuve la suerte de saber confiar en personas que me ayudaron mucho, de las que me fío muchísimo y sin las que, probablemente, no hubiera llegado hasta aquí. Tengo un equipo que es increíble.

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—¿Tu faceta de influencer crees que te ha perjudicado como empresaria o al contrario?

—Las dos cosas. Tiene una parte positiva y otra negativa. La negativa es que la gente no se cree mucho el producto. Hay muchas personas que me han dicho que pensaban que el producto no era tan bueno porque creían que era algo comercial que publicaba, pero al ver los resultados del antes y el después han visto que realmente vale muchísimo. Hoy en día, en redes se publicita de todo y la gente ya no sabe en qué confiar. Cuando subí las fotos del antes y el después es cuando realmente ha dado este bombazo supergrande. Y la parte positiva es que llegas a mucha gente. Probablemente, yo sin Instagram no hubiera llegado a tanto en la vida. Luego supe trabajarlo bien y dar credibilidad a todo lo que estaba haciendo.

—Ahora, ¿qué retos tienes?

—Antes te hubiera dicho muchísimas cosas, pero me he dado cuenta ahora que lo único que quiero es cuidar lo que tengo, concentrarme. ¡Mira, la madurez de los 30! No puedo llegar a todo y si quiero hacer bien lo que tengo, ser buena madre, buena esposa, buena emprendedora, no puedo meterme en todo.

—A nivel personal, ahora que arrancas esta nueva década como un libro en blanco, ¿qué te gustaría?

—Seguir trabajando mucho en mí, no decir "ahora está todo bien" y ya está. Es un trabajo diario y hay que trabajar sobre todo en uno mismo. Eso es lo más importante, mucho más que la pareja, porque cuando tú estás bien, puedes dar lo mejor de ti y entender las situaciones que te pasan en la vida. Y cuando no estás bien, lo ves todo negro, hasta lo más mínimo te parece enorme, que es lo que nos ha pasado. Por eso fue tan de repente todo, porque lo veíamos enorme, gravísimo, y era porque yo no estaba bien y no estaba trabajando en mí. Me he dado cuenta de que, trabajando con una buena psicóloga, cuando empiezas a estar bien, todo lo ves de otra forma. Entonces, mi objetivo es trabajar muchísimo en mí y en mi salud mental. Probablemente, lo que me ocurrió me puede ocurrir muchísimas más veces, pero a lo mejor voy a tener las herramientas para saber volver a lo que soy.

© Valero Rioja