Una de las deportistas gallegas más internacionales, Ana Peleteiro, disfruta de su excelente momento, tanto en lo personal como en lo profesional. A sus 29 años, Peleteiro es historia viva del deporte español. Su mayor logro profesional fue llevarse a casa una medalla de bronce en el triple salto en los Juegos Olímpicos de Tokio en 2021, y más recientemente el campeonato de Europa en pista cubierta.
Su marido, su gran apoyo y su entrenador
Benjamín Compaoré, su marido, es su mayor pilar: “Gracias al amor de mi vida, mi mejor amigo, mi cómplice, el que siempre confía en mí. Elegirte, en todos los sentidos, ha sido la mejor decisión de mi vida”, ha expresado el deportista en sus redes sociales. El también atleta francés es, además, su entrenador: “Me apetecía muchísimo que Benjamín mostrase que es un fantástico entrenador y qué hacemos un superequipo. Si no llega a ser por él, no sé qué hubiera sido de mí este campeonato”.
Su pequeña Lúa, su máxima prioridad
Ana confesó que le gustaría que su hija, Lúa, que el próximo diciembre cumplirá tres años, se criase en Galicia, cerca de sus raíces y rodeada de todos sus seres queridos. Precisamente, la pequeña de la casa suele estar animando desde las gradas a su mamá. Con toda seguridad, el tierno abrazo en el que se han fundido los tres tras finalizar la competición ha sido aún más dulce y reconfortante que colgarse la medalla al cuello.
Recibió amenazas y coacciones
Hace tan solo unas semanas, la atleta gallega tenía que saltar un obstáculo más, en esta ocasión, fuera de la pista de atletismo. Además de sentir algunas molestias físicas y algunas decepciones personales sobre las que no ha querido dar más detalles al respecto que han afectado su estado de ánimo. "Hace tres días, estaba recibiendo amenazas y coacciones de alguien que apreciaba mucho". Sin embargo, sus seres queridos no la han soltado de la mano, permitiendo que brille su mejor versión. “Hoy me he tenido que sacar los monstruos de la cabeza, jamás me he sentido tan baja.
Si no llega a ser porque hice terapia hace dos días, no hubiera podido competir aquí. A pesar de que siempre me entierran cada dos por tres soy un poco como el Ave Fénix y me gusta resurgir de las cenizas. Aunque quieran acabar conmigo, gracias al colchón que me rodea salgo más fuerte”.