A principios de enero, saltaba a la luz una de las noticias más impactantes de este 2025: Adriana Abascal y el príncipe Manuel Filiberto de Saboya eran pareja. Especialmente, porque no se conocía la separación del pretendiente al trono italiano con la madre de sus dos hijas, la actriz Clotilde Coreau. Todo se descubrió a raíz de que acudieran juntos al desfile de Rocío Peralta en Sevilla. Entonces, ¡HOLA! no solo publicó la imagen del beso que confirmaba su relación, sino que también descubría todos los detalles: amigos desde hace años, empezaron a salir a finales del pasado año.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Ahora, publicamos en exclusiva las imágenes de la nueva escapada romántica de la pareja. El destino elegido, Venecia, que este fin de semana celebraba su emblemático carnaval. En la noche del sábado 1 de marzo, Adriana y Manuel Filiberto acudieron a una de las fiestas más espectaculares de la ciudad de los canales, Il Ballo del Doge, que organiza la diseñadora Antonia Sautter desde hace más de tres décadas. Se celebró en la Scuola Grande di Santa Maria della Misericordia, edificio histórico construido en 1308, que albergó, un año más, este mágico encuentro.
Al igual que el resto de los invitados, Adriana y su príncipe azul llegaron a la fiesta en góndola, vestidos de época y luciendo deslumbrantes máscaras. Concretamente, la diseñadora mexicana y su novio se decantaron por llamativos diseños elaborados en seda y adornados con brocados, plumas y mucha pedrería. Incluso, Manuel Filiberto se animó a pintarse los ojos para esta noche de carnaval.
Todos los planes de la pareja
Ya en Il Ballo del Doge, Adriana y su príncipe disfrutaron de un exclusivo banquete, mientras se sucedían infinidad de espectáculos: actuaciones operísticas, música de cámara, acrobacias aéreas… Un desfile de fantasía que se convirtió en una verdadera noche de ensueño para la pareja. No se trata de la primera cita oficial de Adriana y Manuel Filiberto en Italia, donde él es pretendiente al trono. Desde que están juntos, han viajado también a Roma. Sin embargo, esta nueva escapada es aún más especial: da la casualidad —o no— de que el fin de semana romántico tuvo como escenario la Ciudad de los Canales, tan vinculada a la historia familiar de la cabeza de la Casa de Saboya, ya que Manuel Filiberto también ostenta el título de príncipe de Venecia, entre otros.
Aunque Manuel ya había visitado visitado Italia (Roma)con Adriana, este viaje era especial para él: además de ser jefe de la Casa de Saboya, ostenta el título de príncipe de Venecia, entre otros
Pero la pareja no solo disfrutó del carnaval. Por supuesto, aprovechó la estancia para conocer un poco más la ciudad, donde aterrizaron en la mañana del viernes 28. De primeras, Adriana y su príncipe se alojaron en el hotel St. Regis, un cinco estrellas con maravillosas vistas a la basílica de Santa Maria della Salute.
El mismo día de su llegada, la diseñadora y CEO de la firma de zapatos Skorpios y el heredero de la Casa de Saboya pasearon entre los bellos canales. Visitaron la iglesia de San Moisés, que cuenta con una impresionante ornamentación de estilo barroco, aunque fue erigida en el siglo VIII. A continuación, la pareja entró en una conocida joyería. Luego, Adriana y Manuel Filiberto quedaron con el cantante Zucchero —triunfó internacionalmente con la canción Senza una Donna, en 1987, y Baila morena, 14 años después— y su mujer. Todos ellos comieron en el restaurante Chicería y, más tarde, se fueron a casa del artista. La presencia del príncipe en Venecia no pasó desapercibida, ya que, incluso, le pararon para hacerse fotos con él.
El sábado, día en el que se celebró Il Ballo del Doge, la diseñadora mexicana y el príncipe entraron en el Museo Correr y almorzaron en el restaurante del hotel Mónaco. Sin duda, lugares idílicos para un fin de semana de película.