Creció en un hogar donde se empapó del "amor a la palabra" y del que se llevó la responsabilidad por hacer bien las cosas, la disciplina, el rigor y la dignidad grabados a fuego. "De mis apellidos sólo estoy orgullosa, son mi única ideología y mi única bandera", nos dice Cayetana Guillén-Cuervo.
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Pertenece a una de esas familias de grandes actores de nuestro país –"mis padres [Gemma Cuervo y Fernando Guillén] eran como los Barton. Les he visto estrenar todos los grandes títulos y formaban parte de una generación que se tomaba su trabajo como un compromiso férreo para cambiar el mundo"-, aunque ella ha forjado, desde muy joven, su propio camino. Presidenta de la Academia de las Artes Escénicas, Directora General Corporativa de Séptima Media, actriz, presentadora… y, también, embajadora de la Fundación Vicente Ferrer, con la que colabora para proteger los derechos de la infancia.
- ¿Qué te llevó a hacerte embajadora de la Fundación Vicente Ferrer?
- Me propusieron leer su manifiesto a favor de la infancia y ahí comenzó una relación, un vínculo, emocional, intelectual, espiritual, que hemos continuado. Me dieron la alegría de ir a rodar un documental a la India que cuenta cómo esas personas a las que hace veinte años dieron herramientas, ahora capitanea proyectos muy chulos. También he colaborado con Ayuda en Acción, con el Padre Ángel, con Mensajeros de la Paz…
- Tiene que ser un viaje muy emocionante, ver cómo han podido salir adelante con esos recursos
- Es un poco la demostración de que el ser humano, cuando tiene posibilidades a su alcance, sale adelante. Yo tengo una relación muy estrecha con la India. He viajado mucho allí, en grupo, en pareja y sola, pero hace veinte años que no voy (que son los veinte años de diferencia también que cubre el documental). Es un poco mi vuelta al país.
- ¿Qué cambia en estos veinte años?
- Es media vida, fíjate, desde ser madre a… todo. Yo sí soy la misma, sólo que también tengo más herramientas, más experiencia, y eso me hace elegir mejor a quién quiero tener cerca. Es lo que más he aprendido porque no tengo tiempo que perder con personas tóxicas, que resten o que absorban demasiada energía. Creo que la clave está en ser buena gente, en aportar, en dar la mejor versión de ti misma, pero también en rodearte de personas que tienen la misma línea editorial, porque, si no, sales perdiendo siempre. Te llevas de aquí lo que dejas en este paso por la Tierra. Lo más bonito del mundo es la bondad, el cuidado, la compasión, la empatía, el abrazo, el afecto. Esa es la revolución y ese es el camino, me parece. Lo otro no me interesa nada.
"Mis padres (Gemma Cuervo y Fernando Guillén) eran como los Barton. Los he visto estrenar todos los grandes títulos y formaban parte de una generación que se tomaba su trabajo como un compromiso férreo para cambiar el mundo"
- Colaboras con la Fundación Vicente Ferrer, presides la Academia de las Artes Escénicas, eres actriz, presentadora… Y te defines como activista cultural
- Absolutamente, porque el activismo cultural es una acción constante, sostenible, colaborativa, con las instituciones, con el público, con lo que surja de defensa y dignificación de la cultura. En mi caso, nací en una familia de actores que pertenece a una generación que se tomaba su trabajo como un compromiso férreo para cambiar el mundo. En plena dictadura, estrenaban a los autores prohibidos, se jugaban su libertad, pudieron estrenar en plena dictadura, a todos los dramaturgos mejores del mundo, que ayudaron a reflexionar, a generar espíritu crítico… Y creo que eso ayudó a que la democracia fuera posible porque es muy importante tener herramientas para poder cuestionar, ayudar, entender al otro y a ti mismo, aceptar el error, la frustración… Vamos muy rápido, muy deprisa, y es muy importante saber aceptar que si las cosas salen mal, te vuelves a levantar y no pasada nada; y aceptar que los demás se equivocan. Pienso que hay una balanza en la cual vas viendo si las relaciones (de pareja, amistad) te compensan o no. Dice mi madre que hay que comunicar a los demás cómo necesitas que te traten porque, si no, los demás no tienen esa información, y me parece un precioso consejo, la verdad.
Entiendo que el arte, la cultura... es lo que nos da un vuelo diferente en la vida. Activismo cultural es también gastronomía y deporte. Gente disciplinada, con perseverancia, con rigor, con ganas de aportar lo mejor. Y eso es identidad de este país. En la Academia, hay casi mil académicos: Antonio Banderas, Tamara Rojo, el Mago Pop, Ainhoa Arteta, Leticia Moreno... Y yo estoy ahí para exigir dignidad y respeto hacia todos y cada uno de los profesionales que componen esa academia independiente. Es un trabajo no remunerado, vocacional, lo que hacemos toda la junta directiva y yo por, por, por contarle al mundo que es un tesoro sagrado.
- ¿Crees que esto se ve? ¿O consideras que nos valoran más desde fuera que desde dentro?
- Yo creo que estamos aprendiendo a valorarnos. Pienso que hay mucha gente muy orgullosa de este país, de quiénes somos, de lo que proyectamos fuera. Es un país maravilloso, desde todos los puntos de vista y yo soy muy madrileña. Aquí, en Madrid, hay un latido cultural brutal. La gente, cuando viene, no da crédito, se queda fascinada con la ciudad, con la excelencia, con la disciplina, con lo que es la academia y lo que es la vida cultural. Si alguien tiene algún prejuicio es por desconocimiento, por falta de información, y para eso estamos ahí, en la Academia.
- Se nota que tú sientes una gran pasión por la cultura y, desde luego, has crecido rodeada de ella. ¿En algún momento sentiste presión al dedicarte a lo mismo que tus padres? ¿A que te comparasen?
- La verdad es que mis padres han sido siempre muy exigentes, los dos. Les he visto estrenar todos los grandes títulos. Eran como los Barton. Entraban en un restaurante y les aplaudían, porque era una belleza física e intelectual, una cosa… una pareja amada porque también esos estudios uno entraban en la casa de 40 millones de españoles. Las familias veían eso. Ahí estaban mis padres, los Larrañaga, los Merlo, los Gutiérrez-Caba, Lola Herrera, Pepe Sacristán, Concha Velasco… Era un grupo de actores. Ahora somos muchísimos. Todos unidos en esa lucha y en ese activismo comprometido para dar herramientas a los espectadores y que pudieran decidir por ellos mismos.
- Abrieron camino
- Yo toda la vida he oído la palabra dignidad, el 'no metas la pata' porque representas a un colectivo que necesita significarse. No podemos permitirnos el lujo de caer, de que nos cuestionen. Yo toda la vida he llevado eso en la cabeza, pero más que los apellidos, he llevado una responsabilidad de hacer bien las cosas. De mis apellidos sólo estoy orgullosa, es mi única ideología y mi única bandera. No tengo más que los apellidos de mis padres como forma de vivir. En mi casa sólo he visto disciplina, rigor, perseverancia, amor a la palabra… Y cosas muy bonitas, la verdad. Amor por parte de ellos, por mantener esa familia unida a pesar de todas las dificultades, porque es lógico, en la vida pasan muchas cosas… Su lección de quererse, a pesar de todo, de ser un equipo. Fíjate, hace doce años que murió mi padre. Me parece que fue ayer. Está súper presente porque su sabiduría, su cultura, su conocimiento han sido muy inspiradores, la verdad. Cuantas más herramientas tienes, eres más capaz de aportar cosas bonitas a los demás, tienes más posibilidades de hacer de este mundo un lugar un poquito más amable, que de eso se trata. Y viajar con la Fundación Vicente Ferrer es de esos viajes que te cambian, que te hacen pisar tierra, que te recuerdan los valores importantes de la vida. Estás con gente que dedica su vida a eso y a mí me viene bien estar un poquito sola y conectar un poquito conmigo, que estoy siempre con mucha gente, con mucho ruido. Y estar en otro ritmo y en otro lugar del mundo, viene bien para cargar las pilas.
- Con tantas cosas, tiene que ser difícil la conciliación
- Muy difícil. Yo me he sentido culpable toda la vida. He ido llorando por todas las giras y mis padres no… Pienso que somos una generación de padres, quizá, demasiado presentes, demasiado protectores. Y yo no puedo estar más orgullosa. Es bueno, noble, consciente del esfuerzo que cuesta todo... Es la joya de mi vida. He ganado todas las guerras viéndole.
- También formas parte de la iniciativa Silver credit, de AXN, un movimiento que promueve papeles protagonistas para actrices de más de cincuenta…
- Es verdad que yo siento que la sociedad ahora mismo pone el foco en nosotras de una manera positiva y nos reconoce, nos refuerza. Igual que estamos aceptando la diversidad de orientación sexual, aceptemos la diversidad de edades que conviven y no subrayemos la edad. Yo no tengo ningún problema con mi edad, lo que no quiero es que la sociedad nos etiquete para mal. A mí déjame que te cuente quién soy. Y tú te llevas tu idea de quién soy, pero no por la edad que tengo, sino por cómo es mi actitud en la vida, lo que yo ofrezco, mi energía. En las entrevistas pido que no pongan mi edad. Ya se ha convertido en activismo, pero no por nada, sino porque va a ser lo primero que vea la gente. Siempre digo: déjalo, que una persona de veinte se lea mi entrevista y que diga si le gusta o no. Si no, la sociedad te marca, te empuja, te define, te etiqueta. Entonces, quitemos datos y quitemos etiquetas. Me parece una iniciativa maravillosa y me encanta ser imagen de eso porque es, realmente, poner conciencia en la industria de que hay que desarrollar personajes para mujeres de 50 y más años protagonistas, que es maravilloso lo que te van a contar.
- Hace unos meses le concedieron a tu madre la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes
- Está tan contenta… porque ahora es Excelentísima (ya que no es un premio, es una condecoración) y, claro, por protocolo, es Excelentísima Doña Gemma Cuervo y quiere que la llamemos así.
- ¿También en casa?
- Le digo: 'Mami, pero, ¿de puertas para adentro?' Y me dice: 'Bueno, dentro no, pero de puertas para afuera, sí. Se ha acabado eso de: Gema, pásame la sal'. (se ríe) Pero es maravilloso. Ella puede pedirlo. Mi padre también lo era. Yo, ahora, le digo: 'Excelentísima madre, estás cansada' (se ríe). Es muy rica, muy buena.
- Hemos hablado de esos 20 años de tu viaje a la India… también se celebran 20 años de tu boda con tu marido, Omar. ¿Tenéis algo planeado para celebrarlo?
- Pues la verdad es que todavía no. No hemos pensado nada. Algo haremos, que somos muy fiesteros. (se ríe)