"Este libro me ha permitido descubrir que me siento fenomenal escribiendo", nos dice María de León Castillejo frente a un ejemplar de Vivir con sentido, a través de cuyas páginas, desde su experiencia y testimonio, sin ánimo de imponer o dar lecciones, nos explica cómo la felicidad depende del sentido que le demos a la vida y nos acerca a buscar el nuestro.
Es el nuevo reto de esta emprendedora inquieta, experta en comunicación, viajera incansable y buscadora de caminos que la lleven a ser mejor persona cada día. Un año de trabajo que culmina el 27 de febrero con el lanzamiento de su segunda obra (Roca Editorial/Penguin Random House), casi trece años y muchas experiencias y vivencias después de Vestir con estilo. La aristócrata sevillana (hija de los marqueses de la Cañada y nieta de los condes de Lebrija y condes de Floridablanca) estudió Ciencias del Medio Ambiente, pero lleva más de dos décadas en el mundo de la comunicación.
Fue pionera en la influencia digital y ha construido una marca personal referente en estilo de vida, viajes, moda y bienestar. Desde hace varios años, con su formación en Humanidades, llegó el gran cambio y el propósito de desarrollar proyectos con un punto de vista humanista más allá de la imagen para el bienestar integral de las personas y ofrecer una visión más humana de la sociedad. Creadora del programa Marca personal, liderazgo e influencia digital, del que es codirectora, en la Universidad Francisco de Victoria, y del proyecto Referencers, apoyado por la Fundación Mapfre, nos recibe en la finca de su familia por parte materna, en Sevilla, que compraron sus bisabuelos José María de Oriol Urquijo y Maru Ybarra, y que hoy sigue siendo punto de encuentro y reunión familiar, además de albergar un alojamiento con encanto, el Hotel Cortijo el Esparragal.
—Si tuviera que explicar quién es hoy en día María de León, ¿qué debería decir?
—¡Qué difícil! Sobre todo cuando soy una persona inquieta, curiosa y he hecho tantas cosas. Pero yo diría que soy una buscadora de aquellos caminos que me puedan ayudar a evolucionar y a ser mejor persona cada día. Eso en el ámbito personal, y en el profesional te diría que una emprendedora que trabaja en la comunicación con un propósito humanista, el de fomentar esa mirada más humana dentro de la sociedad, y especialmente en el ámbito en el que yo me muevo, el mundo digital, el de los medios, el de la exposición pública también.
—¿Cómo se puede aplicar esa mirada humanista a las redes sociales, con lo que tienen precisamente de escaparate y de apariencia superficial en muchas ocasiones…?
—Es lo complicado y por eso es un reto. Voy a contracorriente; de hecho, cuando trabajaba en el mundo de la moda, y especialmente cuando me adentré en el de las redes, mi inquietud siempre fue no quedarme solo en ser un escaparate, sino en ir más allá de la imagen. Y yo creo que está todo en ver al otro no solo como una persona con una imagen física, sino también un corazón, unos valores, unas circunstancias determinadas. Se trata del propósito que uno tenga en su vida para no solo vender productos o servicios, sino saber cómo impactar en la sociedad a través de lo que hace. Y hay un montón de personas en las redes sociales que están haciendo mucho bien. Esto es importante, así como el enfoque del propósito y los valores.
—Has evolucionado, ha ido cambiando tu punto de vista, ¿cómo es hoy tu relación con la moda?
—Claramente, he evolucionado desde que comencé a trabajar en comunicación, enfocada a la moda, en el año 2003. Escribí Vestir con estilo, por cierto, porque la estética siempre ha sido importante para mí, y lo sigue siendo ahora, me encanta vestir con estilo, pero me gusta también vestir con sentido, no quedarme en la superficie y centrar el estilo solo en la ropa, sino también en la actitud. Es una mezcla entre ética y estética, y viceversa.
—¿Sigues colaborando entonces con firmas del mundo de la moda, aunque de otra manera?
—Sigo colaborando dentro del mundo de la comunicación con algunas marcas de moda con las que me siento alineada, por supuesto en estilo, pero para mí es muy importante también en valores, que además de ayudar a vestir con estilo, contribuyan de alguna manera a la sociedad para hacerla mejor. A través de la sostenibilidad, por ejemplo. Para mí eso es muy importante. La moda sigue presente a nivel personal y a nivel profesional me he enfocado más en otra área de la comunicación relacionada con empresas con las que puedo desarrollar mi propósito para desarrollar iniciativas que dejen huella.
—Desde que escribiste 'Vestir con estilo', en 2012, a tu segundo libro, que acabas de lanzar, Vivir con sentido, han pasado trece años y un gran salto. ¿Qué provoca en ti el gran cambio? ¿Hay un factor definitivo?
—Hay dos cosas. Desde el punto de vista personal, uno va evolucionando y, en esos momentos en los que todos tocamos fondo, estás realmente en búsqueda de respuestas a esas cosas esenciales de la vida, búsqueda de reenfoque de sentido; yo también, como todo el mundo, he pasado por momentos duros a nivel personal, y tienes que reenfocar tu actividad y tu vida para recuperar ese sentido, ¿no? Por eso lo de «Vivir con sentido». Y no quería quedarme anclada, como te decía, en hacer un trabajo que me hiciera solo ser un escaparate, sino aportar algo más. Y en segundo lugar, el suicidio de una influencer, en 2017, que me afectó mucho. No la conocía, pero para mí fue como una llamada de "oye, quizá tengo algo que hacer aquí, porque tengo experiencia en redes2.
El baile, el flamenco y la buena gastronomía
—¿Cuándo te decides a escribir el libro?
—Desde que tengo esa inquietud de desarrollar mi carrera profesional de comunicación desde el punto de vista humanista, empiezo a estudiar mucho. A partir de 2017 comencé a desarrollar un montón de formaciones, el máster de Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria, formación de liderazgo, de coaching dialógico, de instructora de yoga… Ahora estoy haciendo un curso superior de Santa Teresa de Jesús, porque me interesa mucho todo el tema místico y espiritual y tengo esa inquietud de ir aprendiendo cosas nuevas. Y me decido a escribir el libro porque es un paso natural para hacer una síntesis de todo lo aprendido y con el propósito de compartirlo con los demás, por si a alguien le puede ayudar de alguna manera. Desde la humildad, no trato de imponer nada ni de demostrar nada, es un testimonio personal y una recopilación de aprendizajes.
—¿Eres una optimista de nacimiento o has aprendido a serlo?
—Soy una persona positiva, pero es verdad que me cuestiono muchas cosas, y los que pensamos y profundizamos también tenemos que tener cuidado con eso, porque al final puede llegar un momento que te aturda. Es importante el equilibrio, lo que decía Aristóteles del término medio: está muy bien ir al lado profundo de la vida, pero también tener nuestros momentos de diversión mundana. Aunque siempre, como digo, conectando con esa parte interior, porque si vives solo desde la superficie, llega un momento en el que el edificio se cae. En mi opinión, tienes que tener esos cimientos sólidos.
—Pues ahora que lo mencionas, ¿cuáles son tus diversiones mundanas?
—Me gusta mucho el baile, me encanta el flamenco. Me divierten esos momentos de ir al cine, la buena gastronomía. Y soy una apasionada de la cultura y la belleza, así que disfruto mucho de esos viajes en los que me lleno de esa belleza que me parece terapéutica. Por ejemplo, acabo de estar en Roma.
—¿Sueles viajar sola o acompañada?
—Generalmente, siempre voy acompañada, pero también tengo la suerte de ser autónoma y he tenido libertad de poder pasar más tiempo en algunos destinos. Por ejemplo, la mayoría de este libro lo he escrito en Irlanda y en Vejer de la Frontera. Son lugares que me han dado mucha paz, donde paso largas temporadas y que me inspiran y me ayudan a sacar lo que tengo dentro.
—Has viajado mucho, conoces más de medio mundo... ¿Cuál ha sido el viaje que te ha marcado?
—El viaje interior, al centro de mí misma; es un viaje de descubrimiento que no acaba nunca, porque estamos toda la vida conociéndonos. Para mí es el más apasionante. Y luego, India me marcó de una manera muy especial y, de hecho, acabé haciendo toda al formación de yoga. Me ayuda muchísimo en mi vida, en mi equilibrio, paz y serenidad. El yoga y la meditación, ambos.
—Hablábamos del optimismo y la positividad, pero la vida está hecha de luces y sombras, ¿te has enfrentado en algún momento a un bache emocional?
—Por supuesto. Todos tenemos momentos de flaqueza y, sí, he pasado por momentos de preguntarme '¿y ahora qué, hacia dónde voy?'. Ya conocéis mi trayectoria, me casé, me separé y también me afectaron mucho otros acontecimientos de pérdidas de personas muy queridas, todo eso te va ayudando a ir descubriendo y reenfocando tu propósito. Vengo de un ámbito social tradicional, con un esquema estipulado de lo que debería ser la vida, y siempre he sido un espíritu libre. Yo sigo sin haber creado mi propia familia y estoy encantada y feliz, uno no tiene por qué seguir lo que está estipulado en la sociedad para ser y sentirse una persona completa y realizada.
Impactar de manera positiva
—Nos contaste que padeces hipoacusia a consecuencia del efecto de una vacuna cuando ibas a viajar al Congo, ¿cómo te has enfrentado a lo que te sucedió?
—Pues, la verdad, aceptándolo y agradeciendo que tengamos la oportunidad de que los avances de la tecnología nos permitan sobrellevar este problema; sin los audífonos, sería complicado comunicarte con la gente y el gran peligro es perderte en el aislamiento y la soledad, y los seres humanos estamos hechos para encontrarnos y nutrirnos unos de otros.
—En la vida siempre hay gente que va o viene, pero algunos te acompañan todo el camino, ¿quién ha estado siempre contigo?
—Pues, por supuesto, mi familia, que siempre ha estado ahí, y amigos queridos, que han estado acompañándome en momentos muy duros.
"Soy una persona a la que le gusta vivir el amor desde muchas perspectivas y no solo encasillo mi felicidad en el amor de pareja"
—¿Cuál es para ti el mejor legado de tus padres?
—La educación y el amor que me han dado, que es tan importante para el equilibrio emocional. Tengo la suerte de haber caído, o como decía Heidegger, 'hemos sido arrojados', y eso lo pongo en el libro, pues eso, de haber sido arrojada en una familia que me ha dado ese amor y una educación basada en los valores de la lucha. No me han regalado nada, siempre han dicho: 'Si quieres esto, te lo tienes que trabajar'.
—De la amistad al amor, ¿cómo te va en ese aspecto?
—Estoy abierta al amor siempre y sería estupendo encontrar a un compañero de vida con el que me sienta alineada en valores y con el que pueda construir un proyecto común que deje una buena huella en este mundo. Soy una persona a la que le gusta vivir el amor desde muchas perspectivas y no solo encasillo mi felicidad en el amor de pareja. Me siento plena con la vida que llevo ahora; aunque esté soltera, siento un gran amor de familia y amigos queridos y me siento feliz con las formaciones que sigo desarrollando y me ayudan a crecer y sacar la mejor versión de mí y también desarrollando proyectos profesionales con el propósito de impactar de manera positiva en la sociedad, como ha sido escribir este libro…
—Esta finca es un lugar muy especial para ti.
—Sí, de la familia materna, de la familia Oriol, que es muy grande. Mi madre y mis tíos tuvieron una historia de vida complicada, se quedaron huérfanos muy pronto, entonces, los siete hermanos —mi madre es la mayor— se fueron a vivir con mis bisabuelos y aquí pasaron los momentos más especiales de su vida, y, bueno, como soy de la generación siguiente, pues también he pasado momentos muy especiales. Por ejemplo, organicé mi puesta de largo, ha habido encuentros familiares muy bonitos... Este lugar, en plena naturaleza, es terapéutico para mí y, además, es un antiguo monasterio jerónimo del siglo XVI, y esa energía tan espiritual se sigue sintiendo. Ahora está alquilada a una empresa para gestionar la parte del hotel y organizar eventos, pero sigue siendo un punto de reunión familiar y de fines de semana en el campo.