Tiene la valentía de alguien que ha tenido que enfrentarse a duros episodios desde su más tierna infancia. Pero no por ello Clea Fitz-James Stuart se ha convertido en una persona inquebrantable, más bien al contrario: se trata de alguien sensible, entrañable y cercana. No le tiembla la voz al hablar de sus complicados problemas de adicción, una enfermedad que le hizo tocar fondo y casi termina con su vida.
Ahora, con la perspectiva del paso del tiempo, intenta evitar que otras personas atraviesen el infierno que ella sufrió. Tras la oscuridad ha sabido reinventarse; es madre de un precioso bebé, Luis, que demuestra que la vida siempre tiene reservada una segunda oportunidad para los valientes; vive feliz en pareja, y trabaja como agente inmobiliario.
—No debe ser nada fácil hablar en primera persona de un tema como la adicción, Clea.
—No creo mucho en la prevención; creo que es una enfermedad que, por lo menos en mi caso y en muchos, viene de la infancia. Pero sí en la divulgación. Así se dejará de estigmatizar, porque es una enfermedad terrible que hace mucho daño tanto a las personas que la sufren como a sus familias. Es importante que aquellas personas que comienzan a tener unas conductas adictivas puedan verse reflejadas en personas como yo o mis compañeros y tomar medidas.
—Llama la atención que dices que eres adicta desde la infancia.
—La adicción es muy compleja. Hay personas que nacemos con cierta predisposición a ella. Es como si tuvieras un gatillo que se activa con problemas en la infancia, o el consumo de sustancias o de alcohol. En mi caso, además de tener familiares adictos, sufrí una infancia complicada, y la adicción también se puede activar por lo que llamamos "traumas infantiles".
—Esa experiencia de tener a alguien cercano con ese problema, ¿crees que pudo influir?
—Un familiar muy cercano era heroinómano, pero creo que yo tenía predisposición genética.
—Con los años, echas la vista atrás, y ¿cuándo crees que empezaste a ser adicta?
—Llevo yendo al psiquiatra desde los 17 años. Sabía que me pasaba algo, pero no lo relacionaba con la adicción. Para mí, el heroinómano o el cocainómano eran esas personas que salían en la tele, enganchados todo el día, por eso no me identificaba con ellos.
—Tocas fondo, decides ingresarte y sales tras varios meses de terapia intensiva. ¿Cómo logras tener una vida como la que disfrutas hoy, con tu trabajo, siendo madre, con pareja?
—Es complicadísimo. Durante esos años estaba muy mal, me tuve que recomponer, sobre todo, a nivel emocional. Realmente, necesitaba ese tratamiento tan estricto. Tuve un año de aprendizaje y de separación absoluta de la droga; luego está el trabajo de las emociones, yendo a terapia todos los días, y después, aprender de nuevo a ser tú, adaptándote poco a poco a la vida normal. Hasta que consigues estar como estoy yo ahora pasan años.
Un papel fundamental
—¿Cómo es ese proceso de volver a conectar contigo misma?
—En realidad, hasta el año pasado no me he sentido realmente conectada, aunque ya estaba bien. No es que haya tardado doce años en estar bien, no quiero que suene desesperanzador, pero la mejoría es progresiva.
—¿Cuántos años pasaste siendo adicta?
—Estuve fatal cuatro años y, después, diez regular.
—¿En algún momento temiste por tu vida o no eras consciente de hasta qué límite estabas llegando?
—He temido por mi vida a posteriori; en el momento no fui consciente.
"He temido por mi vida 'a posteriori', en el momento no fui consciente. Me costó darme cuenta de que era adicta, pensaba que drogadictos eran esos que salen en la tele, todo el día enganchados"
—Cuando has vivido todo esto habría gente que se quedaría pero también mucha que saldría de tu vida. ¿ Quiénes son los que se han quedado?
—Eso ha sido un proceso impresionante porque te quedas muy solo. No solo porque casi todo el mundo te deja de ver y de hablar, sino porque las últimas personas con las que estás, cuando te recuperas ya no tienes mucha vida con ellos. Entonces es una sensación de soledad durante mucho tiempo. En terapia me recomendaban que me hiciera nuevos amigos y me esforcé en ello. Es todo complicado.
—Tu hermana, María, tiene un papel fundamental en tu vida…
—Mi hermana ha tenido un papel fundamental en mi vida desde que éramos pequeñas. Y creo que yo en la suya también. Hemos tenido una relación muy intensa y muy bonita. No nos parecemos, pero nos queremos muchísimo y ella me ha cuidado un montón.
—Ella había tenido las mismas vivencias de niña…
—A eso me refiero cuando digo que la adicción tiene un componente genético. Mi hermana y yo vivimos lo mismo y a mí me ha tocado y a ella no. Ella siempre ha tenido conductas absolutamente normales. Y yo he aprendido que he tenido esta enfermedad desde siempre.
—Sacando el lado positivo, de haber logrado 'vencer', te habrás llevado un aprendizaje superimportante.
—¿Sabes lo que pasa?, que mucha gente me dice que tiene que ser un orgullo y una satisfacción haber "vencido", pero yo no me siento así. No porque no esté orgullosa del trabajo que he hecho, pero es que yo sentía que no tenía otra opción.
—Pero mucha gente en tu situación tampoco tiene otra opción y no lo hace. Eso es lo que marca la diferencia de tu caso con respecto a los demás.
—Y yo creo que eso es un mensaje muy importante que transmito, a lo mejor, sin querer: yo he salido de esto cuando podría no haberlo hecho, porque lo fácil era no salir. Lo difícil es coger el toro por los cuernos y decir "me ingreso". Y pasarte catorce años trabajando en ti misma para llegar a volver a ser.
—Ahora que eres madre, ¿cómo crees que vas a abordar esto con tu hijo cuando se vaya acercando el momento?
—Me da bastante respeto, es de las pocas cosas que me quitan la paz. No quiero que sufra. Espero que si él tiene el mismo problema que yo, lo podamos atajar mucho antes con las herramientas que ya conozco.
—Ahora que eres madre. ¿Cómo crees que vas a abordar esto con tu hijo cuando se vaya acercando el momento?
—Me da bastante respeto, es de las pocas cosas que me quitan la paz. No quiero que sufra. Espero que si él tiene el mismo problema que yo, lo podamos atajar mucho antes con las herramientas que ya conozco.
"No me siento especialmente orgullosa de "haber vencido" a esta enfermedad. Sí del trabajo, de la constancia y del querer salir, pero considero que no tenía otra opción"
—¿Y tu pareja qué papel ha tenido en esta última fase de recuperación?
—Con mi pareja he tenido una suerte que no la hubiera tenido hace años. Cuando estás tan intoxicada, no creo que elijas bien. (Risas). Es una persona que me respeta, me valora y me apoya una barbaridad.
—Y por último, háblanos de tu libro...
—Me encanta escribir a modo de terapia cuando me encuentro mal. Tengo un montón de escritos durante muchos años sobre el tratamiento de la adicción, la rehabilitación y testimonios de otros adictos. Los está ordenando todos una amiga periodista y, a final de año, espero que se conviertan en libro.