En un ataque de rebeldía, María Torretta se planteó no seguir la estela de sus padres, Roberto Torretta y Carmen Echevarría, en la moda. Cambió la carrera de Diseño por la de Publicidad y Relaciones Públicas, pero, al regresar de Londres -donde había ido a estudiar-, descubrió que se había equivocado, que ese camino del que, en un momento, había querido ‘alejarse’, también era el suyo. “Me encaucé porque mis padres siempre me han respetado y son muy abiertos en eso”, cuenta a ¡HOLA! Era sólo cuestión de tiempo que tomase su legado.
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Creció entre telas y desfiles. Con apenas siete años, ayudaba a vestir a top models como Claudia Schiffer o Karolina Kurkova, y recuerda con especial cariño aquellas tardes en las que, después del colegio, se acercaba al taller de su padre con su hermano Carlos (marido de Marta Ortega). Si bien el diseñador supo inculcarles sus valores y su pasión por la moda, su madre también fue todo un referente para ambos.
Dueña de la tienda Berlín, un espacio multimarca situado en el barrio de Chueca -durante décadas, el “punto de encuentro en moda”, de la capital-, Carmen introdujo marcas como Todd’s en España. Una pionera, en un momento, además, en el que “no era tan común”. Desde pequeña, nos cuenta, le dijo que tenía que “ser independiente en todos los aspectos”. “Ha sido una madre trabajadora, con mucho carácter, con fuerza, que ha hecho que tanto mi hermano como yo seamos como somos”.
Trabajar con sus padres, un “lujazo”
María representa la nueva generación de la icónica firma, que celebra su 44º aniversario. Nos recibe en su atelier, diseñado por Patricia Urquiola en los años 2000, donde presentó su nueva colección cápsula, 'Estructuras' -que redefine la relación entre forma, estructura y naturaleza-, en el marco de Madrid es Moda.
Allí trabaja mano a mano con sus padres que, en más de una ocasión, se han referido a ella como su “versión mejorada”. “Son muy generosos. Yo hago lo que puedo, pero todavía me queda mucho para llegar donde están ellos”, nos asegura, con humildad. “Lo digo de verdad, con sinceridad, para mí trabajar con mis padres, no sólo implica esa parte emocional de trabajar con ellos, es que es un lujazo, considero que aprendo de excelentes profesionales, así que es una maravilla. Tengo mucha suerte”.
Su padre, Roberto, nos dice, es muy gestor y empresario, mientras que su madre, Carmen, se encarga de la parte comercial. “Llevo desde tan pequeña aquí que tengo un poco el perfil de los dos. Eso es verdad, me cuesta un poco decirlo porque… creo que sí, tengo un perfil más creativo y empresario y un poco más comercial también”.
En una familia en la que todo gira entorno a la moda, nos asegura que van “muy a la par”. “Saber que estás remando para lo mismo es muy guay”.
Mantenerse, lo complicado
“Llegar es relativamente fácil, mantenerse, lo complicado. Llevo 14-15 años trabajando y por supuesto que hay ciclos, altibajos, pero poder mantenerse es una suerte y gracias a mis padres”.
En un mundo en el que todo avanza a velocidad vertiginosa, continúa confiando y apostando por la calidad, por crear prendas que perduren en el tiempo. La mayor prueba es que, muchas veces, estas piezas se convierten en ‘tesoros’ que pasan de madres a hijas y de abuelas a nietas.
Hay clientas que guardan un abrigo desde hace 25 años. “Eso es que hacemos demasiado bien las prendas”, nos dice, entre risas. “La gente quiere llevar cosas distintas, diferentes” y “nosotros ya tenemos una identidad. Creo que les gusta llevar algo que destaque por ser distinto y no coincidir con tanta gente”.
El futuro relevo
Más allá del trabajo, María es madre de tres niñas. “Soy una afortunada. He tenido la suerte de tener tres hijas por el apoyo y la familia que tengo”. Resulta inevitable preguntarle si le gustaría que, algún día, ellas siguieran sus pasos. Son muy pequeñas, todavía, pero le encantaría que, algún día, tomasen el relevo.
“Tengo una hija que apunta maneras, sólo tiene cuatro años, y está excepcionalmente interesada por la moda. Me llama la atención, pero ya veremos, ¡ojalá la empresa dure otros cuarenta años y lo cojan ellas! Todo el rato entre costuras”. Al final, están empapándose de todo este mundo -“la parte estética, sin querer, se la inculcas”-.
“Mi sueño es el día a día, que continúe la marca. Ese sería el gran éxito y, para eso, hay que estar muy despierto porque el mundo va cambiando, no siempre se te pide lo mismo. Mis padres son muy modernos, muy abiertos a los cambios y ese ha sido parte del éxito”, explica.