En una rueda de prensa que ha reavivado el interés por un caso que aún divide a la opinión pública, el fiscal del condado de Los Ángeles, Nathan Hochman, ha sido tajante: no apoyará la solicitud de un nuevo juicio para los hermanos Lyle y Erik Menéndez. A más de tres décadas del crimen que conmocionó a Estados Unidos, la historia sigue despertando un enorme interés mediático y social. La reciente serie Monstruos: La historia de los Menéndez, protagonizada por Javier Bardem, ha avivado aún más la atención sobre el caso, ofreciendo una nueva perspectiva sobre los hermanos y el oscuro pasado familiar que marcó sus vidas.
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El fiscal jefe ha expresado sus serias reservas respecto a las nuevas pruebas presentadas, entre las que se incluye una carta de 1988 que supuestamente respalda las versiones de los hermanos. “Si esta carta realmente existiera, el abogado defensor la habría utilizado en el juicio”, afirmó Hochman, subrayando que la evidencia es “extremadamente deficiente”. Además, destacó que la solicitud de un nuevo juicio, basada en estas pruebas, no cumple los requisitos legales y no podría justificar la revisión de una sentencia que ha perdurado por décadas.
La decisión del fiscal ha provocado una oleada de críticas por parte de la coalición familiar y grupos de apoyo que han abogado por la liberación de los hermanos Menéndez. “Estamos profundamente decepcionados con este pronunciamiento en el que efectivamente destruye nuevas pruebas y desacredita el trauma que ellos sufrieron. Sugerir que años de abusos no condujeron a esta tragedia en 1989 no solo es indignante, sino que es peligroso”, subrayaron algunos de sus defensores, quienes aseguran que la postura de Hochman silencia a las víctimas y minimiza una realidad que marcó la vida de los hermanos.
A pesar de que los hermanos Menéndez aún pueden insistir en su petición de clemencia al gobernador Gavin Newsom y recurrir a otras vías legales como el habeas corpus, Hochman ha dejado en claro que se opondrá a cualquier solicitud que pretenda liberarlos de manera inmediata. El fiscal reservó su opinión final para la audiencia judicial convocada en marzo, lo que mantiene en vilo el destino de Lyle y Erik Menéndez, cuyo futuro sigue siendo tan oscuro como difícil.
El caso que marcó una generación
El 20 de agosto de 1989, José y Kitty Menéndez fueron asesinados en su residencia de Beverly Hills. Sus hijos, Lyle y Erik, admitieron haber cometido los asesinatos, pero alegaron que actuaron en defensa propia tras años de abuso físico, psicológico y sexual por parte de su padre. Sin embargo, la fiscalía argumentó que el crimen fue motivado por la codicia, ya que los hermanos podrían haber buscado asegurar su herencia de casi 14 millones de dólares.
En 1996, ambos fueron condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, una decisión que sus defensores han intentado revertir desde entonces.