El papa Francisco afronta su séptima jornada hospitalizado tras el descubrimiento de una neumonía bilateral, que complica un cuadro clínico ya complejo. El pontífice "ha pasado la noche tranquilamente, se ha levantado y ha desayunado en un sillón", según ha informado este jueves El Vaticano.
El estado de salud del Papa dio a última hora del miércoles señales de una leve mejoría tras los últimos análisis de sangre evaluados por el personal médico, según informó la Santa Sede. Además, "leyó algunos periódicos y luego se dedicó a su trabajo con sus colaboradores más cercanos".
"La que padece el Papa es una enfermedad progresiva que provoca dilatación bronquial irreversible, acumulación de secreciones e infecciones recurrentes, y que parece ser la causa de su deterioro pulmonar", explica J. Roig Vázquez, neumólogo de HM Hospitales. "Aunque es más grave que otros tipos, la buena noticia es que responde muy bien a corticosteroides inhalados, lo que podría ser ser clave en su tratamiento", añade.
La salud del Papa Francisco siempre ha sido muy delicada. Con tan solo 21 años, fue operado de un grave caso de neumonía y le extirparon el lóbulo superior del pulmón derecho. A sus problemas respiratorios se suman desde hace tiempo varios contratiempos digestivos. En 2021 fue operado de una estenosis diverticular en el colon y dos años después fue sometido, bajo anestesia general, a una laparotomía y cirugía plástica de la pared abdominal con prótesis. También, debido a sus problemas de movilidad suele desplazarse en silla de ruedas. En los últimos meses, ha sufrido aparatosas caídas, que le han provocado daños en la barbilla y un brazo.