Scarlett Johansson se despertó un día y muchos amigos le comenzaron a comentar su participación en un vídeo que circulaba por redes. “¿Qué vídeo?”, debió de pensar ella. Pronto averiguó que se trataba de uno contra los comentarios antisemitas recién soltados por el exmarido de Kim Kardashian, el controvertido Kanye West, en el ojo del huracán además de por estos comentarios, y por la venta de una camiseta con la esvástica incluida en sus plataformas, por la naturaleza de su relación con Bianca Censori (lo ultimísimo al respecto es que parece ser que no hay separación a la vista, aunque ya se sabe que “cuando el río suena, agua lleva”). Pero regresemos al día que Scarlett Johansson se despierta y se entera de su “hipotética” participación en un video, del que no tiene noticia.
La bellísima “Joven de la perla” decidió escribir un comunicado, que reprodujo la CNN, en el que expresaba su profunda preocupación ante lo sucedido: “Me han informado familiares y amigos que un vídeo generado por IA con mi imagen, en respuesta a una opinión antisemita, ha estado circulando en línea y ganando impulso […] Soy una mujer judía que no tiene tolerancia para el antisemitismo o el discurso de odio de ningún tipo. Pero también creo firmemente que el potencial de discurso de odio multiplicado por la IA es una amenaza mucho mayor que la de cualquier persona que asuma la responsabilidad por ello.
Debemos denunciar el mal uso de la IA, sin importar su mensaje, o corremos el riesgo de perder el control de la realidad […] Desafortunadamente, he sido una víctima muy pública de la IA, pero la verdad es que la amenaza de la IA nos afecta a todos y cada uno de nosotros. Hay una ola de más de trescientos metros que se avecina respecto a la IA a la que varios países progresistas, sin incluir a Estados Unidos, han respondido de manera responsable. Es aterrador que el Gobierno de EE UU esté paralizado cuando se trata de aprobar una legislación que proteja a todos sus ciudadanos contra los peligros inminentes de la IA”.
En su comunicado, la actriz expone su punto de vista. En esta ocasión, el contenido del vídeo podía, en cierto sentido, comulgar con sus ideas (tolerancia cero hacia los comentarios antisemitas), pero ese no es el problema: lo verdaderamente perturbador es que usen tu imagen para cualesquiera que sea el mensaje sin tu consentimiento. Porque hoy puede ser para un mensaje con el que podrías comulgar (aunque no lo has dicho), pero mañana puede ser para vender un electrodoméstico o un juguete sexual o cualquier idea u objeto que se cruce por la Inteligencia Artificial y valore, por algoritmos, que se viralizará si aparece en el mismo Scarlett Johansson, la princesa Leonor de España o cualquier personaje público expuesto a esta usurpación de su persona… por una no persona (la IA).
Las otras veces que Johansson se topó con la IA
En septiembre de 2023, Sam Altman, presidente ejecutivo de OpenAI, invitó a la actriz a que su voz estuviera en la versión ChatGPT-4o. Ella declinó la oferta, a pesar de los vehementes argumentos del ejecutivo, quien veía en la participación de Johansson una manera de “cerrar la brecha entre empresas tecnológicas y creadores, y a confortar a los usuarios”. A pesar de la negativa de la actriz, OpenAI usó una voz muy similar a la de Scarlett Johansson. Ante este hecho, Johansson emitió un comunicado: “Mis amigos, familia y el público en general notaron cómo el sistema nuevo llamado Sky sonaba como yo”. De hecho, el tono de voz era casi idéntico al que la actriz impostó para Samantha, su personaje en Her, donde un hombre (Joaquin Phoenix) se enamora de su asistente virtual.
Después de las amenazas legales interpuestas por la actriz, OpenAI cambió la voz. Pero esta ha sido la punta del iceberg de la batalla de Scarlett Johansson contra la Inteligencia Artificial, porque sin quererlo ni beberlo en muchas ocasiones ha presenciado cómo su imagen se ha usado en vídeos falsos, que dan la vuelta al mundo, con contenidos de dudoso gusto. Y aunque el contenido fuera una joya. Ella no ha dado la autorización.
Como recordarán nuestros lectores, a finales del verano de 2023, una huelga recorrió cada estudio de Hollywood. El Sindicato de Guionistas de Estados Unidos, después de 148 días de huelga, desconvocaba el parón después de llegar a una serie de acuerdos con los estudios. Entre ellos, la advertencia de que los guionistas solo pueden usar la inteligencia artificial como herramienta, pero solo eso. Nunca se podrá reconocer la autoría total de un guion a la IA y los profesionales no podrán escribir obras íntegramente creadas por ella.
En los últimos días, se ha suscitado también un debate que, en cierto sentido, empaña el contundente éxito de The Brutalist, la película protagonizada por Felicity Jones y Adrien Brody (y que acaba de triunfar en los BAFTA con cuatro estatuillas). El montador de la película, Dávid Jancsó, reveló que en la posproducción se usó Respeecher, un software de edición de voz con Inteligencia Artificial. El Respeecher logró que el acento de los actores fuera lo más parecido posible al de un hablante húngaro. Es decir, la Inteligencia Artificial “ayudó” a que la interpretación (al menos, en cuanto al trabajo vocal) de los protagonistas de la cinta mejorara notablemente. La cuestión es muy delicada. Por una parte, ¿no formaba parte de la magia de un buen actor ser capaz de reproducir acentos? ¿No nos hemos quedado en muchas ocasiones con la boca abierta por la manera en la que, por ejemplo, Meryl Streep transmuta su acento para adquirir el de los personajes de ficción? Por otro lado, desde que el cine es cine ha empleado cuantos recursos estaban en su mano para crear su magia.
Otras ‘víctimas’ de la IA
Más allá de este debate interno de la industria cinematográfica sobre cómo sí y cómo no usar la IA, Scarlett Johansson se rebela contra el uso de la imagen de las figuras públicas para intereses particulares sin autorizaciones previas. En esta línea, otros actores también han levantado la voz para protestar y se han considerado víctimas. Entre ellos, Morgan Freeman, a quien también le “tomaron prestada” la voz para una Inteligencia Artificial. El veterano actor calificó de “estafa” esta práctica y aseguró que este hecho le amenazaba “con afectar negativamente su imagen personal y la reputación que ha adquirido a lo largo de su carrera”. Tom Hanks sintió que la Inteligencia Artificial suplantaba su identidad y, con modificaciones, pero fácilmente reconocible, le usaba para vender un seguro dental: "“¡Tened cuidado! Hay un vídeo que promociona un plan dental con una versión mía de IA. No tengo nada que ver con eso", advirtió.
Si a los actores vivos les está costando Dios y ayuda defender su imagen, ¿qué ocurre con las estrellas que ya no están entre nosotros? Zelda Williams, la hija de Robin Williams, lo dijo claramente: "He sido testigo durante años de cuántas personas quieren entrenar a estos modelos para crear/recrear actores que no pueden dar su consentimiento, como papá. Esto no es algo teórico, es muy, muy real". Williams, además, avisó sobre el peligro de la “frankensteinización”: es decir, la creación de verdaderos monstruos virtuales a partir de los rasgos de seres humanos, de estrellas a las que se les arrebata sin permiso rasgos característicos para generar algo distinto y vender mensajes u objetos sin autorización de quienes se dejaron la piel por cumplir cabalmente con el noble arte de ser actor. Muchas estrellas femeninas, tanto de la música como del séptimo arte, se han visto cosificadas por estos vídeos falsos, los “deepfakes”, que las convierten en objetos sexuales ante los ojos estupefactos de millones de cibernautas: de Taylor Swift a Rosalía, la Inteligencia Artificial manipula imágenes, genera contenidos falsos y los esparce por el ciberespacio sin contar con nadie. Las protestas de Scarlett Johansson tendrán eco. De eso, no cabe ninguna duda.