Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes pasó a la posteridad como Cantinflas, el mejor comediante del mundo, según palabras nada más y nada menos que de Charles Chaplin. Y Mario Moreno regaló al idioma español un verbo peculiar, “cantinflear”, admitido en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, y que significa “hablar de forma disparatada e incongruente sin decir nada en realidad”. En ese decir nada, a lo largo de una filmografía que suma cincuenta películas, Mario Moreno nos dijo mucho: que la risa nos cura, siquiera sea momentáneamente, de la crudeza de la vida. Y de crudeza, de dolores punzantes, bajo su sonrisa perenne, él supo mucho. Vivió ochenta y un años (de 1911 a1993), y un cáncer de pulmón se lo llevó cuando su vida personal estaba de cabeza. Qué paradojas de la vida: sus películas siguen repartiendo risas allá donde se proyectan –cómo olvidar Cantinflas torero, La vuelta al mundo en 80 días o El padrecito– y sus descendientes, junto a su círculo cercano, siguen enzarzados por su herencia millonaria.
SU GRAN AMOR Y LOS PROBLEMAS DE SU HIJO
El caso de Mario Moreno es uno de esos que se dan entre un millón. Fue el sexto de los catorce hijos de un cartero y un ama de casa. Basta este dato para saber que no vivió entre algodones, sino más bien todo lo contrario: supo lo que era trabajar y trabajar duro para ganarse la vida desde muy pequeño. Todas las profesiones que ejerció en su adolescencia y juventud después aparecieron en sus películas: de limpiabotas a taxista, de boxeador a torero. Se enamoró localmente de Valentina Ivanova, actriz y bailarina rusa que en México trabajaba en un teatro ambulante, y se casaron en 1934. Durante treinta y dos años permanecieron juntos, pero un cáncer acabó con la vida de Valentina en 1966.Cuatro años antes, habían asumido que no podrían ser padres y habían adoptado a un pequeño, Mario Moreno Ivanova.
La muerte de Valentina le sumió en una profunda depresión. A Mario Moreno le pasaba lo que a muchos cómicos del planeta: en su trabajo son hilarantes, pero en su vida privada son muy reservados y serios. Con muy pocas personas, en la vida íntima, Mario Moreno sacaba esa chispa que encandilaba a millones de personas de todo el mundo. Él era un hombre tímido y culto, al que la muerte del amor de su vida le acrecentó la misantropía.
También se volvió desconfiado. La fama mundial, y los cuantiosos beneficios quedaban sus películas, provocó que muchos se acercaran a él por el interés. La fortuna que generó Mario Moreno a lo largo de su vida se estimó entre los sesenta y ocho y los setenta millones de dólares. Los buscavidas veían en su dinero una oportunidad de futuro.
El caso más sonado fue el de una mujer llamada Joyce Jett quien presentó una demanda en 1989, asegurando que ella había sido durante años su esposa “por comportamiento”. Le exigía el “divorcio” por malos tratos y reclamaba nada más y nada menos que veintiséis millones de dólares, propiedades y obras de arte. Después de un largo proceso judicial, a Mario Moreno lo que más le dolió no fue el dinero que perdió en los juicios con esa mujer que, en realidad, había sido la señora de la limpieza de una residencia que tenía en Houston; le dolió que ella hubiera manchado su imagen.
Más allá de este hecho, su hijo Mario Moreno Ivanova no era fácil… y se demostró con los años. Cuando murió Cantinflas, el 20 de abril de 1993, se abrió la caja de Pandora y se desató una guerra sin cuartel entre Mario Moreno Ivanova y suprimo, Eduardo Moreno Laparade quien, en principio, había obtenido los derechos de las películas de Cantinflas. Sin embargo, Ivanova logró una sentencia legal por la que recuperaba los derechos de treinta y nueve de esas cintas, pero el sobrino del comediante no se rindió y siguió litigando por lo que consideraba su derecho.
Pero aún quedaba mucho más para que el pobre Cantinflas se revolviera de tristeza en su tumba ante las tragedias y escándalos familiares que corrían deboca en boca por México. En 2013, su nieto, Mario Patricio Moreno Bernat, se suicidó en un hotel de la Ciudad de México. Un final amargo para un joven de veintidós años que sufrió por sus adicciones. Antes de tomar esta drástica decisión, el muchacho había denunciado a su padre, ante la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, acusándolo de corrupción de menores, abusos psicológicos y maltratos físicos. La mala fama del hijo del Gran Mimo de México creció, desde entonces, sin freno.
Cuatro años después, Mario Moreno Ivanova murió de un paro cardiaco, a los cincuenta y siete años. Su esposa en ese momento, Tita Marbez, se declaró “heredera universal” y aclaró que con los hijos de su esposo, fruto de dos matrimonios anteriores, “no hay nada que negociar”. Cabe reseñar que Tita Marbez y Mario Moreno Ivanova estaban separados en el momento del deceso, pero no divorciados. Desde el mismo día que su padre murió, los cuatro nietos de Cantinflas reclamaron sus derechos. Ellos son Mario Moreno del Moral –un actor que lleva años tratando de desligarse de los escándalos familiares–, Valentina Moreno del Moral, y los gemelos, Marisa y Gabriel Moreno Bernat. Ante la cerrazón de Tita Marbez, se unieron e impugnaron el testamento que dejó su padre, especialmente el punto relativo a los derechos de autor morales y patrimoniales del personaje humano, nombre y caracterización de Cantinflas, pero van pasando los años (ya se han cumplido ocho de la muerte de Mario Moreno Ivanova) y las cosas no se aclaran.
LA REAPARICIÓN DE GABRIEL
Cuando, en 2017, los descendientes directos de Cantinflas dieron una rueda de prensa y explicaron su posición ante el testamento, Gabriel no estuvo con ellos y se especuló mucho sobre si podría haber recaído en su talón de Aquiles: la adicción a las drogas, el mismo problema que ha padecido su hermana Marisa.
El joven concedió recientemente una entrevista a una conocida revista de espectáculos mexicana en la que, entre otros aspectos, habló de la manera terrible en la que entró al mundo de las drogas. Según su versión, fue su propio padre quien le introdujo en ese mundo oscuro del que lleva años intentando huir. “Él fue quien me dio cocaína por primera vez. Me dijo que era para hacerme hombre. Nos lo dio a los tres, a mi hermano mayor y a mi hermana”. Esta confesión podría corroborar lo que, en 2012, manifestó ante la justicia Mario Patricio. Cuando el 5 de enero de 2024 falleció Sandra Bernat, su madre y segunda esposa de Mario Moreno Ivanova, tuvo una recaída que, por fortuna, ha superado, según ha relatado él mismo. Por eso, ahora se siente con fuerzas para reclamar a Tita Marbez lo que considera que pertenece a sus hermanos y a él. Una de las mayores críticas de los nietos de Mario Moreno a su padre y a Tita Marbez es el uso del nombre de su abuelo para fines comerciales que nada tienen que ver con su talento como, por ejemplo, unas salsas que llevan su imagen y nombre, y otros productos alimenticios. ¿Qué diría de todo esto Mario Moreno? Quizá cantinflearía en un principio (“¿cómo dice que me dijo que dijo?” o “hay momentos en la vida en que son realmente momentáneos”) y después se quedaría con su máxima, duela lo que duela: “La primera obligación de todo ser humano es ser feliz; la segunda hacer felices a los demás”. Su humor funcionaba a las mil maravillas ante todos los que no le conocían. En su familia, la risa no ganó la batalla.