El papa Francisco, de 88 años, ha ingresado este viernes en el hospital Agostino Gemelli, de Roma, debido a la bronquitis que padece desde principios de mes, según ha informado la oficina de prensa de la Santa Sede.
"Esta mañana, al término de las audiencias, el Papa Francisco -dice el comunicado- ha ingresado en el Policlínico Agostino Gemelli para someterse a algunas pruebas diagnósticas necesarias y continuar en ambiente hospitalario su tratamiento contra la bronquitis, que aún continúa".
Antes de ser ingresado, el pontífice ha cumplido con su agenda en Casa Marta. Allí ha recibido en audiencia al Primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, y después ha enviado un saludo a los miembros de la Fundación Gaudium et Spes.
Según fuentes cercanas al entorno del Santo Padre, no se descarta una hospitalización de hasta cinco días.
"Estoy enfermo"
"Estoy enfermo, tengo bronquitis", dijo el papa Francisco este lunes al aparecer en una audiencia con bastantes ojeras, la voz entrecortada y el rostro hinchado. Un día antes, el domingo 9 de febrero, se vio obligado a interrumpir la homilía que estaba pronunciando en la plaza de San Pedro. "Tengo dificultad para respirar, continuará el monseñor Ravelli", pronunció.
La salud del Papa siempre ha sido muy delicada. Con tan solo 21 años, fue operado de un grave caso de neumonía y le extirparon el lóbulo superior del pulmón derecho. A sus problemas respiratorios se suman desde hace tiempo varios contratiempos digestivos. En 2021 fue operado de una estenosis diverticular en el colon y dos años después fue sometido, bajo anestesia general, a una laparotomía y cirugía plástica de la pared abdominal con prótesis.
Antes de Navidad, Francisco apareció por primera vez con un audífono y debido a sus problemas de movilidad suele desplazarse en silla de ruedas o apoyado en un bastón. En los últimos meses, también ha sufrido aparatosas caídas, que le han provocado daños en la barbilla y un brazo.
Días antes de su ingreso, el Papa compartió unas palabras en X que ahora cobran mayor sentido. "Con su amor misericordioso, Jesús nos ayuda a comprender que también la enfermedad, aun cuando sea dolorosa y difícil de entender, es una oportunidad de encuentro con el Señor. En el tiempo de la enfermedad, aunque por una parte experimentamos toda nuestra fragilidad, por otra sentimos la cercanía y la compasión de Dios, que en Jesús ha compartido nuestros sufrimientos. Él no nos abandona".