El pasado martes 4 de febrero, se celebró el Día Mundial Contra el Cáncer y, en esa misma fecha, quisimos que Nina Junot nos contara su valiente decisión de someterse a una doble mastectomía preventiva y a una histerectomía, con extirpación también de trompas de falopio y ovarios. Han sido dos operaciones preventivas con las que la exmodelo danesa se ha sentido "liberada". La propia madre de Isabelle Junot —una de los tres hijos que tuvo durante su matrimonio con Philippe Junot— cuenta a ¡HOLA! que ya había antecedentes en su familia, pero, al descubrir que era portadora del gen BRCA1, sabía que tenía un alto riesgo de padecer cáncer de mama y de ovarios, entre otros.
"Podía haberlo tenido o no, pero el cáncer de mama de mi padre ya era una bandera roja y yo ya tenía un cincuenta por ciento de probabilidades… Cuando me dijeron que tenía la mutación BRCA1 en unas pruebas, ahí pensé: Despierta", recuerda Nina, mientras acaricia a su simpático perro, 'Moustache', al que llama 'Moussie'.
Tanto ella como su simpática mascota están muy volcadas con los enfermos de cáncer: ella trabaja con pelucas y 'Moussie' es un perro de soporte emocional para pacientes adultos. "En el hospital, preguntan a los enfermos si quieren que les visite para ayudarles. En Estados Unidos, es muy popular este tipo de perros. Es algo que en España se debería hacer", nos cuenta Nina, antes de explicarnos sus intervenciones y por qué considera que ha sido la mejor decisión que ha tomado.
—¿Cuándo te operaste?
—En 2018 me hice una mastectomía profiláctica. Seis meses después, histerectomía con ovarios y trompas.
—El caso de Angelina Jolie dio a conocer mucho este tipo de operación preventiva.
—Ella se lo hizo antes. Pedí, por favor, que me hicieran todo a la vez, la doble mastectomía y la histerectomía, pero los médicos me dijeron que era demasiado para el cuerpo y que había que hacerlo en dos intervenciones.
—¿Qué fue lo más difícil?
—Tomar la decisión: "Sí"… "No"… "Después"… "Ahora no puedo", "Mejor un poco más tarde"… Siempre lo posponía. Puedes hacerte revisiones cada seis meses, pero nada de eso te libra del cáncer. Ser portador del gen BRCA1 hace que también tengas un alto riesgo de padecer cáncer de ovario y de trompas… Toda esa incertidumbre es matadora.
"Mi padre murió de cáncer de mama y a mi madre se lo diagnosticaron hace año y medio. Mi abuela paterna también lo tuvo"
—¿Qué te animó finalmente?
—El médico de mi padre, Hernán Cortés-Funes, del hospital High Care, de Marbella, me llamó en agosto y me dijo: "Tienes que venir ahora". Al buscar él fecha para operarme, estando de vacaciones, entendí que yo no podía esperar. Pedí una segunda opinión en Nueva York y entendí que, siendo una mujer con alto riesgo de padecer cáncer, era mejor operarme.
—Aun así, se trata una intervención complicada, por lo agresiva y por el cambio físico que supone.
—Es un proceso duro y largo, pero también tuve una amiga que estuvo luchando siete años contra el cáncer de mama y murió con 41. Entonces, tomé un camino muy fácil. Si preguntamos a alguien que ha pasado por años de quimioterapia, te va a recomendar operarte. ¿Es duro? Sí, pero la vida es dura. Además, hay que tener confianza en los médicos.
Sensación de 'libertad'
—Ahora, estás convencida de que fue la decisión más acertada.
—Sí. Es curioso porque, al despertarme de la segunda operación, sentí como una liberación enorme. No sabía si era la anestesia o qué, pero me sentía como tres kilos más ligera... y es que era la libertad.
—¿El posoperatorio fue difícil?
—Mentalmente, soy una persona fuerte, pero, físicamente, sí fue duro. Fue como si un camión te pasara por encima. Hay medicamentos para el dolor, pero suelo evitar los analgésicos porque, normalmente, me recupero más rápido. Aun así, operarme fue una liberación total. No había otra opción, tenía que hacerlo. También es verdad que hay que encontrar el momento, porque necesitas que alguien te cuide durante el posoperatorio. El mero acto de coger un vaso y llenarlo de agua lo tenía que hacer mi hijo, porque me era imposible levantar el brazo.
—¿Tuviste mucha ayuda?
—La de mi familia y mis tres hijos, que se turnaron. También estaban las personas del hospital de Marbella, que me trataron fenomenal.
—¿Cuánto tiempo necesitaste para hacer vida con normalidad?
—Primero, me hice la doble mastectomía y, al mismo tiempo, pudieron hacerme la reconstrucción de mi pecho. Estuve 18 días con los drenajes, que es mucho — normalmente es menos tiempo—, pero fue lo que necesitó mi cuerpo. Para la histerectomía necesité seis semanas, pero creo que también fue porque tenía cesárea. Quizá se tarde menos ahora, porque las técnicas mejoran.
—¿Qué le dirías a una mujer que se esté pensando hacerse estas operaciones preventivas?
—Sin duda, hay que hacerlo. Y rápido, que no sirve esperar. Si hay un problema, hay que solucionarlo.
—Además, posponerlo puede empeorar la situación.
—Aparte, la mente se va llenando de basura. Buscas justificación para no hacerlo y te llenas de preguntas y respuestas… No paras de darle vueltas y eso tampoco es sano.
—Decidiste operarte por una medida preventiva, ya que tenías un gen hereditario. Es más, nos contabas antes que tu padre tuvo cáncer.
—Sí, cáncer de mama. Se operó dos veces, pero murió con 87 años. Quiero que los hombres tomen conciencia, porque ellos también pueden padecer cáncer de mama.
A sus 60 años, Nina afirma sentirse "muy bien": "Ayuda mucho estar de buen humor, positiva y comer bien. ¡Eso es gracias a Isabelle!"
—¿Son los únicos casos en tu familia?
—No. A mi madre, que vive en Dinamarca, también le detectaron cáncer hace año y medio. La han operado dos veces, porque, con su edad, no pueden darle tratamiento. Luego, mi abuela paterna también tuvo cáncer de mama. El resto no lo sé, porque antes no se decía. En el pasado, tener cáncer se llevaba muy en secreto. Sé que mi abuelo paterno murió joven, de cáncer de garganta, porque fumaba. Por todo eso, yo tenía que operarme, no había otra opción. Espero que se operen las mujeres con alto riesgo de padecer cáncer y eviten pasar la enfermedad. Que no lo duden, que se hace y sigue la vida. Además, evitar el cáncer es mejor para todos, porque los médicos también tendrán más tiempo para tratar a otros enfermos. En mi caso fue muy fácil. Me operé, me hice la revisión y adiós.
—¿Ya no tienes que hacerte más revisiones de ningún tipo?
—No. Ni mamografías ni nada, porque no hay nada que revisar.
—Siendo portadora de ese gen, ¿no tienes miedo a que lo hereden tus hijos y tus nietos?
—Sí, porque la mente siempre busca problemas. Una vez que solucioné el mío, inmediatamente después, me preocupé por mis tres hijos.
—¿Y se han hecho las pruebas?
—Mejor que se lo preguntes a ellos, pues es algo suyo. Pero siempre he insistido en que mis hijos hagan una vida sana, y mira a Isabelle ahora, que está con el proyecto Isa Healthy Life. ¡En su casa no encuentro el azúcar! La tiene en la estantería de arriba y no llego. Si quiero azúcar, casi tengo que llevar el mío (ríe).
Volcada con los pacientes
—Aunque has evitado el cáncer de mama, sigues volcada con la enfermad gracia a tu trabajo.
—Sí, trabajo con Elite Hair International. Es una empresa francesa que fabrica pelucas sintéticas y de pelo natural. Tengo la franquicia para vender en Estados Unidos y también vendo en Europa: España, Francia, Dinamarca… Sabemos que, si una persona se siente guapa, se siente mejor y tiene más fuerza. Es algo clínico. En Nueva York, hay una fundación, que se llama Look Good Feel Better, que ayuda a los pacientes para que tengan mejor imagen y trabaja con Estée Lauder y Chanel.
—Tú notas que ayuda a los enfermos.
—Cada vez que abro las cajas de pelucas, veo que el enfermo no se preocupa por los mareos o los síntomas del tratamiento. Incluso llevo pelucas pelirrojas para pacientes mayores que tengan el pelo blanco. Para ellos, es como una hora y media de juego, porque empiezan con los selfis… Se nota mucho cómo cambian de ánimo. No me importa si compran o no, sino esa hora u hora y media de ánimo. Eso es lo que más me importa, es un trabajo muy bonito.
—¿Empezaste en este trabajo a raíz de conocer que tú eras portadora del gen?
—No, fue coincidencia. Llevo trabajando con esta compañía desde hace unos doce años.
—Además, colaboras como voluntaria con el Memorial Sloan Kettering Cancer Center, de Nueva York (uno de los hospitales más especializados en la enfermedad, a nivel internacional).
—Sí, empecé con unas amigas. Siempre quiero ayudar y me siento mejor cuando animo a enfermos. Organizamos fiestas por San Valentín, las fechas de Navidad, las del calendario judío… Para cada religión. Como hablo varios idiomas, puedo comunicarme con el departamento internacional, ya que al hospital vienen muchos pacientes de todo el mundo Si ves sus caras cuando llegamos y cuando salimos... la diferencia es increíble. Y eso también me hace sentir bien.
—Estás estupenda. Nadie diría que cumpliste 60 años en junio.
—Ayuda mucho estar de buen humor, positiva y comer bien. ¡Eso es gracias a Isabelle! (Ríe).
—¿Cómo te encuentras en este momento?
—Muy feliz. Me encanta estar en España e intento estar aquí lo máximo que puedo.
—¿Sigues viviendo en Nueva York?
—Sí, pero, como tengo el pasaporte danés, no tengo problema en venir cuando quiera. Ahora mismo estoy en Madrid para estar con mi hija y ayudarla, que es algo que me encanta. También puedo vender pelucas aquí.
—¿Cómo te ves como abuela?
—¡Es increíble! Tengo dos nietos y es un regalo total, con mucha alegría. Además, me siento más joven. Tener una nieta de 18 meses hace que estés mucho más activa. Algunas noches no se duerme y hay que estar en forma… ¡Que ya empieza a pesar! (Ríe).
—¿Cómo encuentras a tu hija Isabelle y a Álvaro Falcó como padres?
—Son "súper" los dos. Mi nieta ha traído mucha felicidad. Después de perder a Fernando (Falcó) y Marta (Chávarri) —los padres de su yerno—... Pienso mucho en mi amiga Marta, porque era muy buena persona y se fue muy temprano. La echo mucho de menos y noto que falta algo en la familia. Pero bueno… la vida continúa y la pequeña Philippa está haciendo de la nuestra un absoluto espectáculo de felicidad.
—En Madrid coincidirás con tu exmarido, Philippe, con el que te llevas de maravilla.
—Nos llevamos muy bien, sí. Él vive en Cannes, pero también le encanta estar en España. Es importante que venga Philippe, porque le habla en francés a la pequeña.
—A la niña le habláis en castellano, inglés, francés… Va ser multilingüe.
—Poco a poco (ríe). El español es su idioma principal, pero lo entiende todo. Sabe de qué idioma son los libros cuando le leemos. ¡Es impresionante! Es una niña muy despierta y muy divertida. Tan artista como Marta.
—¿Crees que tu nieta ha heredado el carácter de su otra abuela?
—Sí. Muy buena, artista y muy interesante, aunque todavía es muy pequeña. Se parece un poco a todos. Hay momentos que se parece más a Isabelle y otros a Álvaro. Pero es muy abierta, no es nada tímida… ¡Cero! (Ríe).