Situadas entre Canadá y Estados Unidos y con una altura de cincuenta metros, son una de las cataratas más famosas del mundo y, a pesar de las bajas temperaturas normales en esta región cada invierno, en contadas ocasiones se congelan como ha sucedido en las últimas semanas. Un manto blanco de nieve y hielo ha cubierto los casi tres mil millones de litros de agua por segundo que caen habitualmente en ellas, a causa de la ola de frío que ha afectado a gran parte del país. Una estampa única que muchos curiosos se han acercado a fotografiar, eso sí, bien abrigados.