“Ha sido un sustazo”. Juan Avellaneda no se esperaba pasar más de una semana ingresado, ya que fue al médico por lo que parecía una tos complicada. Sin embargo, entró en el hospital el domingo 19 de enero y terminó haciéndose todo tipo de pruebas hasta que recibió el alta clínica el pasado martes 28. El propio diseñador confiesa a ¡HOLA! que, en esos momentos de incertidumbre, se imaginó en “los peores escenarios”.
No hay que olvidar que, hace casi dos décadas, se enfrentó al cáncer y que, tiempo después, volvieron a encontrarle unos “bultitos”. Por ello, con motivo del Día Mundial Contra el Cáncer, celebrado este martes 4 de febrero, Avellaneda comparte su experiencia con la enfermedad y nos ofrece los mejores consejos para enfrentarse a ella. Además, nos tranquiliza sobre su estado de salud.
Juan, ¿qué te ha pasado? ¿Por qué te han ingresado?
Parece que me tocó la lotería de los virus… Empecé con una gripe A, pero, sin darme cuenta ,se me juntó otra encima y acabó en una neumonía. Lo peor fue que no se quedó sólo en los pulmones, sino que empezó a afectar a otras partes del cuerpo, así que el susto fue grande. En las pruebas vieron unos nódulos y, claro, ahí es cuando me ingresaron para estudiarlo mejor. Ufff… Eso fue lo más complicado emocionalmente.
Con tu historial clínico, supongo que no sería fácil escuchar de los médicos que tenías unas manchas en el pulmón.
No te voy a mentir: por un momento mi cabeza se fue a los peores escenarios. Fueron días de mucha incertidumbre, de intentar mantener la calma cuando en realidad tienes mil preguntas sin respuesta. Ademas, como digo, afectó a varias partes del cuerpo.
¿Y cómo lograste mantener la calma?
Al principio, lo intenté, pero claro, cuando te dicen que hay varias cosas afectadas, la cabeza se te va sola al peor escenario. Lo primero que pensé fue: “Vale, respira lo poco que puedes y céntrate en lo que te dicen”. Intentas mantenerte positivo, pero hasta que tienes todas las respuestas, es imposible no darle vueltas. Lo peor que puedes hacer es dejarte llevar por el miedo. Hay que ir paso a paso, confiar en los médicos y no adelantar diagnósticos antes de tiempo, aunque cueste.
¿Cómo te encuentras ahora?
Por suerte, todo salió bien y los médicos me confirmaron que mi pulmón está perfecto. Mi capacidad pulmonar sigue al cien por cien. Pero ha sido un golpe de realidad y un recordatorio de que hay que escuchar más al cuerpo y no forzar tanto.
¿Estás recibiendo algún tratamiento o ya estás completamente recuperado?
Estoy con tratamiento. También he tenido que hacer reposo, que, siendo sincero, ha sido lo más difícil para mí. Aún me queda una semana para hacerme más pruebas y, en un mes, acabo la medicación. Estoy prácticamente recuperado, pero todavía con algunos controles para asegurarme de que todo sigue bien. Lo importante es que mi salud no ha quedado afectada y que poco a poco voy volviendo a la normalidad.
Menudo susto te has llevado. Sobre todo, en esos momentos de incertidumbre. ¿Has estado solo o te ha acompañado alguien?
La incertidumbre es de lo peor que se puede vivir, porque, hasta que no tienes respuestas, la cabeza no para. Por suerte, Sergio, mi marido, estuvo ahí en todo momento. Los médicos me recomendaron que no viera a mucha gente y que incluso vigilara con flores, perfumes y demás cosas que pudieran afectar la respiración. Mis amigos me escribían todo el rato, pero fueron días raros, porque yo soy muy de rodearme de gente y sentirme acompañado. También sigo emocionado con el trato que recibí en la Teknon. Desde los médicos hasta las enfermeras, los asistentes, la gente de recepción y las chicas de atención al cliente… Todos hicieron que la situación fuera mucho más fácil y me sentí en las mejores manos.
Con sólo 26 años, sí te enfrentaste a un cáncer de testículos. ¿Cómo lo recuerdas?
Fue un shock total. A esa edad, te crees que eres invencible, que te queda toda la vida por delante… Y, de repente, te das cuenta de que la salud no es algo garantizado. Afortunadamente, lo cogimos a tiempo, me operaron rápido y todo salió bien, sin necesidad de tratamientos agresivos. Pero el impacto emocional fue enorme. Además, en ese momento, estaba teniendo una vida que no me gustaba y un trabajo que no me aportaba demasiado, así que fue como un golpe de realidad. Te das cuenta de que no eres eterno, que no puedes seguir en piloto automático esperando el momento perfecto para hacer cambios.
Hace un año, en una revisión, también te encontraron unos bultos en la misma zona durante una revisión.
Sí, empecé a notar algunas molestias. En las pruebas encontraron unos bultos, pero, por suerte, no eran malignos. Me dieron la opción de operarme o simplemente hacer un seguimiento regular. Al final, decidimos no operar y controlarlo con revisiones periódicas.
Por eso, es importante hacerse revisiones y pruebas.
Curiosamente, tardé en ir al médico más de lo que hubiera debido. Pero no fue por pensar “ya se pasará”. Era más un tema psicológico, un poco de autoengaño. Parte de mí no quería enfrentarme a la posibilidad de que encontraran algo serio, así que lo iba postergando inconscientemente.
Pero eso no hace que el problema desaparezca, sino todo lo contrario…
Lo más irónico es que siempre insisto en lo importante que es revisarse, en que muchas veces eso es lo que te salva, y aun así, yo mismo tuve ese bloqueo. También es cierto que vivo con un dolor crónico que aparece y desaparece, así que, a veces, me cuesta diferenciar qué es algo puntual y qué no. Pero esto me recordó, una vez más, que evitar una realidad no la cambia, y que lo mejor es siempre afrontarlo cuanto antes.
¿Ha habido más casos de cáncer en tu familia?
La enfermedad a estado muy presente: mi madre tuvo cáncer de pecho, mi padre de piel, mi abuelo de pulmón… En general, casi todos han pasado por algo. Así que las revisiones no son algo puntual en mi vida, sino una rutina. Es cierto que da miedo enfrentarse a ellas, pero he aprendido que es mejor saber y actuar a tiempo que vivir con la duda.
¿Estos sustos te han cambiado en algo? ¿Te han hecho replantearte cosas?
Totalmente. Muchas veces vivimos con la sensación de que somos eternos, que tenemos todo el tiempo del mundo… De repente, te das cuenta de que no, de que la vida es frágil y que hay que aprovecharla. Antes yo también caía en el típico "ya lo haré más adelante, cuando tenga más tiempo, cuando todo esté perfecto". Pero es que el momento perfecto no existe. No hay que esperar para hacer lo que realmente quieras, para viajar, para empezar un proyecto, para decirle a alguien lo que sientes… Y después de estos sustos, tengo aún más claro que no quiero vivir dejando cosas para después.
Supongo que seguirás haciéndote revisiones. ¿Las vives con miedo o has logrado tranquilizarte?
Sí, sigo con mis revisiones. Siempre hay un poco de nervios antes de los resultados, porque eso nunca desaparece del todo, pero intento no vivir con miedo. Aprendí que la incertidumbre no puede marcar mi día a día. Prefiero enfocarme en lo que sí puedo controlar y en disfrutar la vida al máximo.
¿Te ha costado verbalizar la palabra cáncer?
Al principio, muchísimo. Hoy en día, todavía me cuesta. Es un fantasma que te sobrevuela, que está ahí y con el que aprendes a convivir, pero no es fácil. Es una palabra incómoda, y creo que hay que decirlo abiertamente. No podemos fingir que no pesa, porque lo hace. Pero también es importante darle visibilidad y normalizarla. No tiene sentido avergonzarse de algo así.
Claro que no.
Lo curioso es que, al principio, yo mismo no quería explicarlo. Me daba una vergüenza absurda, sobre todo porque era una parte tan íntima. No quería que la gente me viera diferente, ni que mi historia fuera un tema de conversación. Pero un día, la Asociación Española Contra el Cáncer me animó a hacer un vídeo hablando sobre mi experiencia. Lo colgaron y aluciné con la cantidad de personas que me escribieron para darme las gracias, consultarme dudas y compartir sus propias historias. Ahí entendí que hablar de esto ayuda muchísimo. Aún me cuesta verbalizarlo, pero sé que hacerlo tiene un impacto real y que, de alguna forma, ayuda a cambiar esa sensación de miedo y tabú que sigue existiendo.
Después de todas estos sustos, ¿te ha cambiado la forma de ver la vida?
Muchísimo. La forma de valorar el tiempo, las prioridades, las cosas pequeñas… Antes quizás vivía más con la idea de que siempre hay un "después", de que habrá un mejor momento para hacer ciertas cosas. Pero no quiero vivir postergando o esperando a que todo encaje para darme permiso a disfrutar. Quiero vivir hoy, hacer lo que realmente me hace feliz y rodearme de la gente que quiero. Porque al final, lo que importa no es cuánto tiempo tengamos, sino cómo lo vivimos.. Y también me ha hecho ver el amor.
¿A qué te refieres?
Cuando pasas por algo así, te das cuenta de que el amor es lo que realmente sostiene todo: el amor por uno mismo, por los demás, por la vida. Aprendes a valorar más a las personas que te rodean, a agradecer los pequeños gestos, las palabras de apoyo, el simple hecho de tener a alguien ahí. Porque lo que de verdad nos hace fuertes no es solo la salud o la suerte, sino el amor que damos y el que recibimos. Creo que estas experiencias te hacen darte cuenta de que la vida es frágil, pero también muy valiosa. Y si algo he aprendido es que cada día es un regalo que no podemos dar por sentado.
¿Qué consejo le darías a alguien que se enfrenta a un diagnóstico complicado?
Lo primero, que respire. Sé que suena fácil decirlo, pero, en esos primeros momentos, la mente se llena de ruido, de preguntas sin respuesta y, sobre todo, de miedo. Y el miedo se alimenta de lo desconocido. Es normal asustarse, pero también es importante recordar que hay que ir paso a paso, confiando en los médicos y centrándose en lo que sí puedes controlar. Muchas veces, asociamos la palabra cáncer a la muerte, y eso nos paraliza. Pero la medicina ha avanzado muchísimo y que hay miles de historias de superación.
Claro que sí.
También es fundamental no pasarlo solo, aunque también quiero decir algo importante: si en un primer momento sientes que necesitas espacio y no hablar con nadie, también está bien. No te juzgues. Es un momento tuyo y cada uno lo afronta como puede y como necesita. Lo importante es saber que, cuando estés preparado, hay apoyo disponible. No sólo en la gente que te quiere, sino también en asociaciones como la Asociación Española Contra el Cáncer, donde ofrecen apoyo psicológico gratuito. A veces, hablar con alguien externo, con profesionales, puede marcar una gran diferencia. También para los familiares, que en muchas ocasiones lo pasan peor que el propio paciente. Otras veces, con toda la buena intención del mundo, intentan estar encima, animarte, decirte que todo va a estar bien, y aunque lo hacen con amor, puede llegar a ser demasiado.
Es que cada uno tiene su manera de gestionarlo.
No es egoísta pedir espacio, es una forma de cuidarse y hay que respetarlo. Si todos entendiéramos eso, el proceso sería un poquito más fácil. Y por último, algo que aprendí y que siempre intento recordar: la enfermedad no define quién eres. Es un capítulo más en tu historia, pero no es toda tu historia. Se pueden seguir viviendo momentos maravillosos incluso en medio de la tormenta, y hay que agarrarse a ellos con todas las fuerzas.