En el mundo del deporte, donde las leyendas se escriben con sudor y sangre, Ilia Topuria no solo ha firmado su nombre en las páginas de la historia, sino que lo ha hecho con la fuerza de un huracán. Más que un luchador, es un fenómeno: nacido para desafiar los límites, romper moldes y convertirse en un símbolo de tenacidad para una generación que busca héroes reales. En 2024, Topuria no solo ascendió como un meteoro en la UFC, sino que consolidó su estatus como uno de los mejores libra por libra del planeta. Su imparable ascenso, su personalidad magnética y su conexión con su público lo convierten en algo más que un atleta: es un símbolo cultural, una fuerza de la naturaleza que inspira y desafía a todos a ser mejores. Hoy, Ilia Topuria no es solo un deportista: es la estrella del año.
—Tu ascenso en la UFC ha sido meteórico. ¿Siempre supiste que llegarías a la cima?
—Nunca tuve la menor duda. Desde muy pequeño, me preparó para este momento y sabía que llegaría. Solo era cuestión de tiempo.
—Dicen que un luchador siempre pelea con algo más que su rival: con su pasado, con su orgullo y con sus miedos. ¿Con qué pelea Ilia Topuria cada vez que sale al octágono?
—Peleo con Dios, que siempre me acompaña y me guía, pero también peleo con mi familia, con mi equipo y con toda la gente que me sigue. Subir al ring es el resultado de muchos meses y años de trabajo, de estar en paz contigo mismo sabiendo que has dado todo y, al final, cuando uno entra en el octógono tan bien acompañado como yo, sabe que nada malo puede pasar .
—Tu apodo, 'el Matador', evoca imágenes de valentía y arte. ¿Qué significa para ti y cómo define tu estilo en la jaula?
—Me lo pusieron en el gimnasio donde entrenaba por cómo terminaba los combates. Sinceramente, al principio, no me terminaba de convencer, pero con el tiempo ha cobrado una dimensión muy bonita y me gusta que la gente me reconozca como tal. Con el tiempo y estando invicto, parece que acertaron con el apodo.
—La concentración es clave en un deporte tan brutal. ¿Cómo entrenas tu mente para enfrentarte a la presión de los grandes escenarios?
—La clave es la preparación. Cuando uno se prepara bien y da todo lo que tiene durante los entrenamientos, el día de la pelea solo te queda disfrutar y confiar en Dios. Siempre digo que, para ser mejor que alguien, tienes que saber más, prepararte mejor y esforzarte más que tu oponente. La presión no te la ponen los grandes escenarios, te la pones tú mismo, porque tú eres el mejor escenario de tu vida.
—Hay algo profundamente personal en la forma en la que hablas de tus raíces y de tu familia. ¿Cómo influyen tus orígenes en tu manera de pelear y de ser?
—Soy lo que soy por los valores que me inculcaron en casa. Esos valores incluyen sacrificio, esfuerzo, respeto y honestidad, y eso es algo que me llevo también a mi día a día. Si lo piensas, la mejor forma de respetarte a ti mismo, pero también de respetar a tu oponente, es dar lo mejor de ti, y eso es lo que intento hacer siempre, tanto personal como profesionalmente.
—El fracaso y la derrota son parte del camino. Aunque ha sido casi invencible, ¿hay alguna lección de tu carrera que te haya marcado profundamente?
—Todos los días aprendes algo diferente, porque nunca dejas de aprender. El error es creer que uno ya sabe todo y que es invencible. Ese error muchas veces consiste en pensar que, como ya has ganado algo, siempre va a ser así, y más bien es al contrario: cada día te tienes que preparar mejor y seguir aprendiendo.
—Eres un fenómeno mediático, pero también una figura aspiracional. ¿Cómo gestionas la presión de ser un modelo a seguir para millones de jóvenes?
—Más que una presión, yo lo llamaría una bendición. Que alguien sea una inspiración para otros nunca puede ser una presión, pero sí una responsabilidad. Esa responsabilidad es la que te hace ser cada día un poquito mejor y devolver al mundo todo lo que te ha dado, tratando siempre de ayudar a otros.
—Cuando no está entrenando o peleando, ¿en qué ocupa su tiempo libre un campeón mundial? ¿Qué te conecta con tu lado más humano?
—Básicamente, mi familia. Gracias a Dios, tengo la suerte de tener una familia increíble, con una esposa y unos hijos que para mí son lo más importante. Ellos, junto con mis padres, hermanos y el resto de familia y amigos, son el pilar fundamental que mueve mi vida. Por otro lado, el contacto con la gente que me sigue, que me cuenta su vida, que me pide una foto o un autógrafo o incluso me dice que le he cambiado la vida me hace sentir la persona más afortunada del mundo.
—Si no hubieras sido luchador, ¿dónde estarías hoy?
—Siempre he querido ser luchador. Sabía que lo iba a conseguir y no había otra cosa en mi cabeza. Al final, los sueños se cumplen si trabajas para ello, y estaba seguro de que, costara lo que costara, lo iba a conseguir.
—Algún otro sueño escondido que jamás imaginamos?
—No tengo sueños escondidos. Siempre he soñado con tener una familia y ayudar a la gente, y ambos también se están cumpliendo.
—¿Qué piensas en esos segundos justo antes de que suene la campana? ¿Miedo, hambre, nada?
—Tranquilidad de saber que el trabajo ya está hecho y solo tengo que recoger los frutos.
—Para 2025 y más allá, ¿qué metas personales y profesionales están en tu radar?
—Seguir construyendo mi legado en la UFC y que el 2025 sea el año donde por fin peleo en mi país. Aparte de esto, seguir apoyando al desarrollo de las artes marciales mixtas en España desde WOW y continuar ayudando a las personas a través de mi comunidad de Invictos.