Tiziana Domínguez decidió apostar por su faceta de artista en 2022 cuando dejó el puesto de directora creativa de la firma que lleva el nombre de su progenitor y decidió, con valentía, apostar por aquello que más feliz le hacía: impulsar su faceta de artista. Hija pequeña del diseñador Adolfo Domínguez, quien siempre le ha mostrado su apoyo, Tiziana es sencilla y cercana.
Tiene una sonrisa cálida y sincera que se acentúa junto con una mágica iluminación de su mirada cuando habla de caballos, su fuente de inspiración desde niña. "Es raro que viniendo de una familia del mundo de la moda no dibujara vestidos, pero desde pequeña lo que he querido dibujar eran caballos". Un animal que le fascina y con el que tiene una complicidad especial.
Acaba de inaugurar Ánima en la Fundación Cajasol de Cádiz, una exposición de pintura en la que explora su relación con los caballos y que se puede visitar hasta el 15 de febrero.
-Tiziana, ¿qué significado tiene para ti esta exposición?
-El lugar perfecto para exponer la serie completa de pinturas ecuestres que llevo realizando en el último año. Con mi arte exploro la materialidad en una tensión entre figuración y abstracción.
-¿Desde cuándo te gusta la pintura y desde qué edad la practicas?
-Mi padre dice que empecé a dibujar antes que a andar. No sé si eso es cierto, pero siempre he pintado y dibujado, ¡sobre todo caballos!
-Comenzaste a estudiar Bellas Artes, ¿te has formado de alguna otra forma o eres más autodidacta?
- Desde pequeña quise ser artista y me fui formando para ello en la escuela, cursos y academias. Pero la carrera universitaria me decepcionó, sólo había espacio para el arte conceptual. Por ello di un volantazo e hice mis estudios universitarios en Económicas en Estados Unidos. Más adelante estudié Diseño de Moda en Parsons, Nueva York.
-¿Y tu relación especial con los caballos, cuándo dio comienzo?
-Es curioso empecé a dibujarlos desde pequeña, aún sin haber visto ninguno, porque en mi círculo cercano no había. Es raro, porque viniendo de una familia del mundo de la moda lo lógico habría sido dibujar vestidos, pero lo que yo lo que quería dibujar eran caballos. A los ocho años aprendí a montar y a partir de ahí, no había quien me sacase de la hípica.
-¿Qué es lo que más te gusta de ellos?
-Su corazón. Cuando estoy con un caballo, me bajan las pulsaciones, me relajo, y me focalizo en el presente, no hay ni pasado ni futuro. ¡Es como una meditación activa! Curiosamente, se ha estudiado que el campo electromagnético del corazón del caballo es cinco veces más amplio que el nuestro, y sus pulsaciones tienen una frecuencia más baja. Eso explica por qué tantos de nosotros sentimos tal bienestar con la mera presencia de un caballo.
Lúa, una yegua especial en su vida
-¿Te ha marcado algún caballo especialmente a lo largo de tu vida?
-De niña, lo único que pedía era un caballo. Mis padres, con mucha sabiduría, me dijeron que si era importante para mí, podía esperar a mi mayoría de edad y lo compraría yo. Me dediqué años a ahorrar y al cumplir los dieciocho, compré con mucho entusiasmo, poco conocimiento y aún menos dinero, una yegua sin domar de dos años. Llamé Lúa a esa yegua salvaje que vino a enseñarme que las relaciones con los animales al igual que con los humanos, tienen que estar basadas en la confianza y no en el control.
-Estudiaste doma natural para comunicarte con ellos y poder entenderlos…
-Lúa y yo pasábamos horas juntas todos los días. Mientras yo la pintaba, ella venía a hacerme compañía en mi estudio de pintura. La llamaba y venía al galope. Era más perro que caballo. Cuando llegó la hora de domarla, llamé a un gran profesional amigo mío, pero la sesión fue tan violenta que terminé llorando. Lúa se resistía por todos los medios a este extraño, y ahí es donde decidí domarla yo misma. Encontré la doma natural, y poco a poco conseguí mi sueño de galopar sin silla ni riendas hacia el atardecer…
-¿Continúas montando a caballo?
-Sí, ahora vivo en Oporto y monto con un maestro de alta escuela. Encontré que la armonía entre caballo y humano no depende de la metodología si no de la relación que se construye.
El apoyo incondicional de su padre
-Tu padre que estuvo en la inauguración de tu exposición ‘Ánima’ se declaró tu fan número uno, ¿siempre has sentido su apoyo en tu faceta como artista?
-Siempre he sentido su apoyo y admiración por mi arte. ¡Para él fue una decepción que abandonase las bellas artes y fuese a estudiar economía en la universidad! Tengo entendido que suele ser a la inversa…
-En tus obras utilizas el café, dejas que a las obras les llueva… ¿podrías explicarnos un poco mejor en qué consiste el proceso?
-Me interesa mucho la exploración de las materias, llevarlas al límite. El café se lleva realmente mal con la pintura, la vence y la agrieta, y eso genera unos efectos muy bonitos, únicos. La lluvia es igual, trabaja la obra a su manera, y el resultado es imprevisible. Me estimulan más los procesos creativos que abarcan la incertidumbre y suponen una co-creación entre las materias y yo.
-¿Tuviste que experimentar mucho para descubrir esta original técnica?
-Sí, llevo un año inventándome técnicas para incorporar el café a mi pintura ecuestre. De hecho, la exposición de Cádiz huele a café toda ella lo cual le añade otra dimensión sensorial…
Una vida en Oporto
-¿Qué es lo que buscas transmitir con tu arte? ¿Y su objetivo?
-La exposición se llama Anima, alma en latín, porque con esta obra busco transmitir mi visión más intimista de los caballos. Es una exploración de la esencia interior del caballo, más allá de su belleza, fuerza, y velocidad.
-Vives en Oporto desde que, en septiembre de 2022, salieras de la firma de moda Adolfo Domínguez, ¿cómo es tu vida allí?
-Vivo justo en la desembocadura del Río Duero en el Mar Atlántico. Todos los días camino río arriba a mi estudio de pintura, viendo cómo los barcos regresan de faenar y cómo la luz cambia sobre puentes y edificios históricos. Me siento muy afortunada de vivir en un lugar tan escénico.
-¿Has interrumpido tu trabajo en el mundo de la moda o estás inmersa en algún proyecto?
-Al principio intenté combinar las dos cosas, pero descubrí que no hay tiempo para todo. He decidido entregarme a la pintura con la misma dedicación con la que me entregué a la moda estos últimos quince años que trabajé en ella.
-Has expuesto en Sevilla, ahora en Cádiz… ¿Habrá más ciudades?
-¡Claro! Estamos ahora mismo concretando siguientes paradas para la exposición con mucha ilusión.