Naomi Watts© Getty Images

Naomi Watts habla, sin tapujos, de su dificultad para quedarse embarazada por su menopausia prematura

A los treinta y seis años, cuando decidió que quería tener hijos, los médicos le anunciaron que tal vez no podría


2 de febrero de 2025 - 7:56 CET

Naomi Watts tiene cincuenta y seis espléndidos años. Y ha sentido que después de todo lo vivido estaba lista para publicar un libro de memorias muy particular, Me atrevo a contarlo. Como indica el subtítulo del volumen, Todo lo que me habría gustado saber sobre la menopausia, la protagonista de Lo imposible se detiene especialmente en esta etapa que, por muy estrella y divina que seas, también te toca vivir (y sufrir). En su caso, el asunto fue delicado, ya que después de grabar King Kong, allá por 2005, decidió que estaba preparada para tener hijos, pero las noticias que le dieron los doctores no eran nada halagüeñas: con treinta y seis años, muy joven, ya padecía una menopausia prematura. “He escrito este libro –comparte la actriz– para quien esté viviendo la menopausia y esté pensando qué demonios le pasa, y para quien vaya a pasarla y quiera estar preparada y así, no llegue a ese periodo a ciegas, como me ocurrió a mí”. La actriz se encontró, por tanto, en una difícil posición: su reloj biológico le estaba reclamando que fuera madre, pero precisamente esa misma biología le decía que no lo tendría nada fácil. 

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Naomi Watts© Getty Images

Contemos el final de una historia de amor y superación: Naomi Watts aún no entiende cómo logró quedarse embarazada y dar a luz a sus dos hijos, fruto de su relación de once años con Liev Schreiber, pero llegaron y han sido el motor de su vida desde entonces: Sasha, quien en la actualidad tiene diecisiete años y que, el próximo julio, alcanzará la mayoría de edad; y Kai, de quince. Ambos ya han debutado sobre las alfombras rojas y han presumido de un físico muy hollywoodiense, por lo que no queda descartado ni mucho menos que sigan las huellas de sus famosos padres.

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Con sus hijos ya en plena adolescencia, Naomi Watts ha escrito un libro donde revela honestamente todo lo que tuvo que pasar para ser madre. Frente a esa tendencia al “edadismo” de Hollywood, ese rechazo a todo lo que pueda considerarse “antiguo” (seres humanos incluidos), ella reivindica la transparencia a la hora de hablar de los cambios que experimenta por la edad, tanto el cuerpo como la mente. Sin tabúes ni secretos, se lanza de lleno a narrar su experiencia, pero no por un exhibicionismo fácil, sino por el afán de ayudar a quienes la siguen y que no se topen con muros de incomprensión y silencio. Quizá ahora, que se ha casado dos veces (primero, en Nueva York, en 2023, y después en México, en 2024) con Billy Crudup, y que se encuentra en una fase de estabilidad profesional y personal, ha sido cuando ha podido expresar con palabras lo que, mientras ocurría, solo podía manifestar con silencios.

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Las declaraciones más impactantes 

Es impresionante la lucha denodada de Naomi Watts por ser madre, cuando todo parecía en estar en su contra. Como bien cuenta, se pasó toda su juventud haciendo todo lo posible por evitar un embarazo y, cuando decidió que ya era hora y que estaba preparada para la maternidad, descubrió con estupefacción que no había forma de quedarse embarazada: “Cuando me sentí preparada, a los treinta y seis años, supuse que me quedaría embarazada en mi primer intento, tal vez en el segundo o el tercero como máximo. Pasaron los meses. Nada”. Entonces vino el otro lado de la moneda, ¿qué hacer cuando el deseo de ser madre está por encima de cualquier otro? “Gasté mucho dinero, pero habría hipotecado mi casa para intentar solucionar este problema”. Fueron pasando los meses y el control de su propia biología (control de la ovulación, temperatura basal, test de ovulación, etcétera, etcétera) no daba los resultados esperados.

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Visto desde fuera, si para cualquier mujer este camino ha de ser muy difícil, la complejidad aumenta cuando eres una figura pública, y cualquier paso, gesto, curva de más o de menos, es comentada por miles de personas hasta la saciedad. Naomi Watts logró mantener su vida privada al margen y siguió rodando, trabajando y ocultando a los ojos de compañeros y fans el momento personal por el que estaba atravesando. Hay una frase del libro, quizá la más repetida, que denota la dimensión estratosférica de su deseo: “Habría comido las uñas de los pies de mi perro si alguien me hubiera dicho que eso ayudaría a quedarme embarazada”.  

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Durante una entrevista con The Times, la actriz de corazón partido entre Gran Bretaña y Australia (nació en el primer país y vivió en él hasta los catorce años; en el segundo, desarrolló buena parte de su vida y carrera) reveló que la primera vez que un doctor le dijo que presentaba síntomas de menopausia, ella pensó: “Eso es cosa de abuelas”. Y he aquí el estigma y la razón por la que de menopausia pocas actrices hablan en Hollywood. Una de las últimas en tomar la palabra, provocativa y divertida, ha sido Sofía Vergara, quien ha revelado recientemente: “Tengo cincuenta y un años y creo que empiezo a entrar en la menopausia. Duermo peor y se nota en la piel, en el desgaste, en la falta de energía… Tenemos que adaptarnos. De esa no se salva nadie”.

© @sofiavergara

La menopausia y sus síntomas tratan de ocultarse, porque esa palabra se identifica como la antítesis de la juventud y, ya se sabe, que en Hollywood el culto a la juventud puede llevar a situaciones enfermizas. Naomi Watts no tenía aún ni cuarenta años, ansiaba ser madre, y tenía todos los síntomas de la perimenopausia, esa fase de transición donde aparecen síntomas como sofocos, fatiga continua y sofocos. Lo contrario de esa aspiración por la eterna lozanía. 

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Volver a empezar

Con toda franqueza, la protagonista de Mulholland Drive también relata el miedo y la inseguridad que le produjo comenzar una nueva relación sentimental a tenor de su condición de menopáusica. Cuando, por fortuna de manera amigable, concluyó su historia de amor con el padre de sus hijos, y tras algo más de un año viviendo su nueva soltería, la actriz se dio una nueva oportunidad de la mano de Billy Crudup, su compañero de rodaje en Gypsy.

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Desde los primeros coqueteos, Naomi Watts sintió temor y decidió revelar al hombre del que se estaba enamorando cuál era su situación. Lo que más miedo le producía era que él se asustara o comenzase a percibirla como alguien “no joven” y, por tanto, “no querible” por los cánones que rigen la Meca del Cine. No debió de ser una charla fácil, sobre todo en los primeros días de mariposas en el estómago, pero la actriz quiso ser muy franca, y Billy Crudup (por algo se había fijado en él) demostró ser un hombre que estaba dispuesto a compartir el camino de la vida con ella.

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Por todo lo que ella pasó, y lo que sabe que significa padecerlo en Hollywood, la gran amiga de Nicole Kidman ha escrito este libro para romper tópicos que no hacen más que dañar a quienes habitan la Ciudad de las Estrellas. Por una parte, desmonta el mito de que con la menopausia una mujer deja de ser sexy. Aunque confesó que su primer pensamiento al saber lo que le estaba ocurriendo fue pensar: “¡Dios mío, estoy acabada!”, ahora manifiesta que habría que reivindicar esta etapa como “la mejor mitad” en la vida de una mujer. Otro de los grandes mitos en torno a las mujeres menopáusicas es que dejan de disfrutar de su vida sexual y que la libido cae a niveles ínfimos. Sobre este tabú también se ha manifestado Watts: “Quizá ya no pueda reproducirme, pero disfruto de una vida sexual y una relación sanas”. También hay que comentar que la actriz –con un olfato increíble para los negocios– ha creado su propia línea de productos de hidratación para mujeres maduras. 

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Naomi Watts ya ondea su propia bandera “acabar con el estigma y el pudor de la menopausia”. Y cuenta: “A lo largo de mi carrera como actriz he superado los tsunamis y me he encontrado cara a cara con King Kong. Pero nada me preparó para la menopausia temprana. Me despertaba en medio de la noche, empapada en sudor. Mi piel estaba seca. Mis hormonas, por todas partes. Recuerdo sentirme confundida y sola, como si no tuviera control sobre mi propio cuerpo". 

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