pepa munoz© Javier Alonso

Pepa Muñoz, estrella de la solidaridad en ¡HOLA!: 'José Andrés es la persona que quiero tener a mi lado siempre'

Desde hace 22 años, es propietaria de El Qüenco de Pepa, un referente de la gastronomía española por el que han pasado reyes, jefes de Estado e infinidad de personalidades


2 de febrero de 2025 - 10:00 CET

Pepa Muñoz (Madrid, 1969), cocinera del alma desde niña, apasionada y atípica, vive entregada a su causa ya su familia. Casada con su socia, Mila Nieto, es madre de mellizas, Candela y Lola, y una persona solidaria donde las haya. A los nueve años, limpiaba calamares y boquerones en el negocio familiar, ya los once, ya sabía a qué se quería dedicar. Heredó su pasión por los fogones de su padre, Pepe, que era cordobés, y aprendió mucho de su madre, Aurora, sevillana…   Tiene devoción rociera  , canta a todas horas y, desde hace 22 años, es propietaria de El Qüenco de Pepa , un referente de la gastronomía española por el que han pasado reyes, jefes de Estado e infinidad de personalidades. Hasta se ha sentado a su mesa a comer coquinas y tomates de su huerta Jill Biden.

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Pepa tiene una conexión especial con la tierra y era cocinera sostenible mucho antes de saber que lo era. Apoya a agricultores y ganaderos, a la España rural despoblada, reivindica que la gastronomía es cultura y es feliz rescatando los sabores olvidados. Todo ello lo cuenta en   Un puchero de verdades        , su primer libro . Y todo ello la ha llevado a ser muy querida en su profesión -todos le dan su sitio y ha llegado a liderar a 100 cocineros- ya recibir distinciones y premios. Entre ellos, la Medalla Ciudadana Europea y la Medalla de Honor de la Ciudad Madrid por su contribución a la cocina tradicional y la sostenibilidad; el Premio de Cultura de la Comunidad, y el de Madrina 2024 del Voluntariado de Madrid. También es presidenta de la Federación de Cocineros y Reposteros de España (FACYRE) y Gran Dama de la Veuve Clicquot.

HOLA+4201 Pepa y José Andrés© World Central Kitchen/WCK.org

— ¿Cuál es tu historia?

—Nos conocemos en el arranque del siglo, en Madrid Fusión, y nos reencontramos con el estallido de la pandemia. Me llamaron para liderar una de las cocinas solidarias. Nuestra relación se cimentó en el terreno de las emergencias, pero, con el tiempo, los lazos se fueron estrechando y expandiendo a nuestros mundos privados. Primero, con encuentros en Madrid, y después, haciendo ya planes de vacaciones en familia,         especialmente en Zahara de los Atunes    , Cádiz, donde pasamos muy buenos momentos en verano.

— ¿Qué es lo que más os une?

—Como dice José Andrés, "somos gemelos y nos separaron al nacer". En nuestras casas se preguntan cómo nos podemos parecer tanto. Y es cierto que nos entendemos con una mirada, tenemos una misma manera de ser, de querer cocinar para los demás, que nos entregamos de corazón y nos gusta celebrar y compartir.         A los dos nos hace felices ser solidarios    .

— ¿Cómo puedes hacer tanto a la vez?

—Porque tengo a Mila a mi lado, que no me suelta nunca. Es maravillosa, inteligente, lo mejor que me ha pasado. Las dos hemos tenido que trabajar mucho para llegar hasta donde estamos: ella como empresaria y yo como cocinera. Pero el trabajo dignifica y es el mejor ejemplo que podemos dar a nuestras hijas, que, a sus 18 años, son muy conscientes de que somos unas privilegiadas. Tampoco habría podido dejar de lado mi negocio para ayudar sin mi equipo, que es mi segunda familia, y sin el apoyo de mis amigos.

© World Central Kitchen/WCK.org

—¿Alguna de tus hijas sigue tus pasos?

—Sí, Lola, que estudia Gastronomía en Estados Unidos. Está becada como jugadora de voleibol (pista y playa). Mi otra hija, Candela, está haciendo la carrera de Biomedicina.

— ¿Qué es World Central Kitchen para ti?

—La cocina del mundo. Una familia. El refugio de aquellas personas que necesitan un plato de comida preparado con amor, porque también desean sentirse arropadas. No hay una ONG que represente mejor a los cocineros.   Chefs de alta cocina a pie de terreno , cocinando con los locales. José Andrés es la persona que quiero tener a mi lado siempre. A su lado, crezco y aprendo cada día.

— ¿Cuál fue el momento más duro que viviste en Valencia?

—Hubo muchos, pero lo peor fue ser testigo de cómo sacaban a las personas fallecidas de los coches, los llantos… Todo iba cambiando con el paso de los días y los olores eran tan tremendos que te taladraban la cabeza.        Estuve 19 días sin parar    y sin regresar a casa, hasta que me vine abajo y me rescató Mila. Y después he estado yendo y viniendo -trabajando desde Madrid- hasta que desactivamos. De 60.000 comidas diarias en los peores momentos a unas 15.000 en la desescalada. Casi siempre platos típicos, para reconfortar a las víctimas. Desactivas, pero seguimos ligados a los pueblos. A tres meses de la tragedia, hay muchos hogares sin luz, agua ni gas, y un sentimiento enorme de abandono.

—Llegasteis los primeros...

—Me temí lo peor al escuchar las primeras noticias, llamé a Washington para avisar y puse en marcha todos los protocolos para entrar en acción. A la mañana siguiente de la riada,       30 de octubre   , ya estábamos en la zona cero con cuatro camiones llenos hasta arriba para atender la emergencia.

© GTRES

"WCK es la cocina del mundo, una familia, y José Andrés, la persona que quiero tener a mi lado siempre. A su lado, aprendo cada día. En nuestras casas se preguntan cómo nos podemos parecer tanto"

—Horas después, aterrizaba José Andrés.

—Estaba en Miami,     en otra DANA , pero voló a España de inmediato. Estuvimos casi cinco días solos junto a los efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME). En las distintas fases, desplegamos cocinas -la más grande, con capacidad para 100.000 comidas diarias-; creamos más de 140 puntos de distribución fijos en 70 poblaciones afectadas; Hicimos 400 repartos puerta-a-puerta diarios para grupos con movilidad reducida;     coordinamos a 20.000 voluntarios ; Activamos una red de casi 40 chefs y restaurantes locales. También limpiamos barro, proporcionamos generadores, bombas de agua e internet vía satélite para ayudar a los servicios de emergencia, repartimos colchones y mantas.

— ¿Quién diseña el plan en una catástrofe?

—No hay plan ni un centro de mando. Y tampoco esperamos a que nos llamen. Siempre es así. Vamos lo más rápido posible, instalamos nuestros equipamientos en la calle y buscamos la manera de empezar a cocinar. Al mismo tiempo, hablamos con los vecinos y las parroquias, que son nuestra base de datos en las emergencias -tienen la información, el problema detectado y son los que marcan el plan a seguir-, y los negocios locales. El 31, ya había 37 restaurantes locales elaborando comidas calientes.   Esa es nuestra filosofía . Nuestro trabajo es ayudar en la emergencia e intentar conectarlo todo, pero ellos son quienes sacan adelante sus pueblos. Si habláramos de fases, diríamos que empezamos combatiendo el hambre y acabamos ayudando a generar tejido empresarial.

—La filosofía de WCK es apoyar siempre los negocios locales.

—Así es: si sacas 10.000 comidas de sus cocinas, les estás ayudando a generar dinero para que no tengan que reducir sus plantillas. No son solo nuestras cocinas: hay que proteger el negocio local e impulsar el tejido empresarial. En este caso, ayudamos a reactivar la apertura de decenas de establecimientos para que podamos empezar a generar dinero. Panaderías, bares, carnicerías, pescaderías, horchaterías, el Mercado de Abastos de Paiporta...   Todo con ayudas directas . José Andrés es un ángel y su ONG tiene el apoyo de muchísimas empresas americanas y españolas. Salvando las distancias, mi restaurante también es un pequeño portal. Tengo clientes maravillosos dispuestos a echar una mano siempre.

—En Navidad y Reyes, tu presencia fue muy especial.

—Con el mejor Papá Noel que te puedes encontrar en tu vida: ¡José Andrés! Pusimos árboles de Navidad, repartimos más de 5.000 juguetes donados, porque, como dice José Andrés, "hay que alimentar al mundo de esperanza". También compramos toneladas de uvas de la suerte y   2.000 roscones de Reyes .

—Un momento compartido con José Andrés que no podrás olvidar.

—Creo que el que vivimos en  Llocnou de la Corona , el pueblo más pequeño de España. Ayudamos a los efectivos a limpiar, cocinamos una paella gigante y dijimos: "Hemos recuperado el primer pueblo", empezamos a salir y nos abrazamos los dos llorando.

—¿Qué has aprendido?

—Aprendemos de todas las emergencias. La ola de solidaridad fue enorme, brutal, y el ejemplo de los jóvenes voluntarios, impactante. Me impresionó también la realidad de los centros de salud, que se quedaron sin los archivos de sus pacientes. De las personas aisladas que no podían recibir su medicación. Miles de historias, abrazos, lágrimas y besos. Nunca en mi vida me han dado tantas veces las gracias.

© GTRES

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