Lolita Flores vivió un auténtico infierno tras la muerte de su madre y la de su hermano con tan solo 14 días de diferencia. El fallecimiento de Lola Flores la dejó "destrozada" y la inesperada pérdida de Antonio Flores casi acaba con ella.
"Fue un año y medio de locura absoluta en mi interior, en el que bebía, tomaba coca, me acostaba a las tantas, me ponía los discos de Moncho, la botella de whisky, una caja de pañuelos y a escribir y a llorar", contó con total sinceridad en Lo de Évole, el programa de Jordi Évole en laSexta. "A las siete y media de la mañana me lavaba la cara para que mis hijos me vieran bien antes de irse al colegio y luego me acostaba", añadió.
Afortunadamente, su hija Elena, que entonces tenía ocho años, dio la voz de alarma y puso fin a esa deriva de destrucción. "Me salvó mi hija. Llamó a mi hermana y le dijo: 'Tía, veo a mi madre regular, no la veo bien'. Y mi hermana vino y me dijo: 'Para, porque tu hija te necesita y tu hijo es muy chico también'".
De un día para otro, Lolita lo dejó todo y retomó las riendas de su vida. "Yo no sabía que se quería tanto a un hermano. Es una continuación tuya, es el mismo ADN. A un hermano no se le quiere tanto como a un hijo, pero se le quiere tanto como a uno mismo", explicó.
La artista también dijo que cuando murió Antonio "iba prácticamente todos los días al cementerio". "Me reconfortaba. Hablaba con él de las cosas que quizás se me quedaron en el tintero, que eso sí me da mucha tristeza. O cosas como que a lo mejor no hice lo suficiente, no hice lo que tenía que haber hecho. Y lo sigo pensando", lamentó.
Para Lolita, la adicción de su hermano a la heroína era una auténtica enfermedad. "Nos mentía mucho. Es un dolor muy grande, primero por él y luego por el que pasan los padres, mi hermana, yo, sus amigos. Luego él salía y rápido. Y salía solo. Se iba a la finca de un amigo y se comía el mono él solo y estaba limpio tres o cuatro años. Cuando murió mi madre, él estaba limpio", aseguró.