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Cualquier publicación de Sara Carbonero es bien recibida por su comunidad de seguidores en redes sociales, que ya cuenta con más de tres millones y medio. Con ellos comparte su día a día, los buenos momentos, pero también los malos y los regulares, las alegrías y las tristezas. Sus redes sociales se han convertido en su papel en blanco, siempre a mano, donde expresar libremente sus pensamientos. La periodista nos sorprende con sus reflexiones profundas, comparte la letra de una canción, el fragmento de poema, una foto... o un instante que para ella es importante y siente la necesidad de exponerlo en sus redes, buscando interactuar con sus seguidores, que rápidamente reaccionan a sus palabras.
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Su última publicación nos ha sorprendido especialmente por la sinceridad de estas, en las que refleja cómo se encuentra en la actualidad y con las que, seguro, muchas madres, en su misma situación, se sienten totalmente identificadas. Sara tiene dos pequeños, Martín, que el pasado 4 de enero cumplió 11 años, y Lucas, fruto de su relación con el exportero del Real Madrid y del Oporto, Iker Casillas. Al igual que su famoso padre, los niños juegan al fútbol en la cantera madridista, por lo que la periodista manchega no solo es su principal animadora en los partidos que disputan los fines de semana, sino que también le toca llevarles a los entrenamientos semanales en la Ciudad Deportiva del Real Madrid, donde coincide con otras mamás de compañeros de sus pequeños.
Y mientras los niños aprenden a ser pequeñas grandes estrellas con el balón, sus abnegadas mamis esperan estoicamente a que ellos terminen, bien charlando y compartiendo un café o bien solas, con la única compañía de sus pensamientos, con lo que la espera se hace aún más larga. Ha sido precisamente en la soledad de la cafetería de la ciudad deportiva, una fría tarde del mes de enero en la capital española, cuando la periodista ha verbalizado sus pensamientos y ha hecho su confesión más sincera: “Con dos niños pequeños y el ritmo frenético de nuestra querida Madrid no siempre es fácil. Hay noches que llego a la cama con la energía justa y caigo al momento”.
La cofundadora de la firma de ropa Slowlove, junto a la también periodista Isabel Jiménez, comienza su profunda reflexión escribiendo: “Cosas que se pueden hacer en la cafetería de una ciudad deportiva mientras fuera llueve a cántaros y las otras mamis-amigas no han venido hoy (...)”. Para continuar explicando cuál es la mejor manera de combatir la espera. Y, entre las muchas posibilidades que se le ocurren “dejar volar en manada todos los pájaros de mi cabeza” es “casi siempre mi opción”, reconoce.
Mientras se adentra en su particular viaje interior, abre su corazón para dejar salir todo aquello que necesita expresar para liberarse y llegar a una importante conclusión: “Con el paso de los años he aprendido a estar en silencio, sin hacer nada especial, sin mirar la pantalla del teléfono ni un paisaje concreto, solo concentrada en mí, en mi respiración y en el momento presente”. Unos versos de Galeano le sirven para descubrir que pertenece al particular género de “los sentipensantes”, con los que se siente totalmente identificada, y que, como dice el poeta, son aquellos “que no separa la razón del corazón. Que siente y piensa a la vez (...)”.
Sin duda, una reflexión tan profunda que ha sido muy aplaudida por sus seguidores, que reconocen la profundidad de sus palabras y elogian su bonita forma de expresar sus sentimientos. Ella, para restarle importancia a sus palabras y bajarles la intensidad, hace una promesa sucesivas ocasiones que se encuentre "más sola que la una": “La próxima tarde tiro de Candy Crush que tampoco está mal bajar la intensidad y dar descanso a esta cabecita”.
