El hecho de que Barack Obama haya acudido en solitario a la investidura de Donald Trump ha avivado los rumores de crisis entre el expresidente de los Estados Unidos y su esposa, Michelle. De poco ha servido el mensaje de tranquilidad que dieron hace unos días, cuando él le dedicó un romántico mensaje por su sexagésimo primer cumpleaños: “Feliz cumpleaños al amor de mi vida […]Llenas cada habitación con gracia, humor, calidez y sabiduría […] Soy muy afortunado de poder afrontar las aventuras de la vida contigo. ¡Te quiero!”. De inmediato, ella le contestó con un más que tierno: “¡Te amo, cariño!”. Ese intercambio de palabras bonitas y la fotografía que las acompañaba (ambos juntos, con las manos enlazadas, frente a una elegante mesa) no han sido suficientes para que las ventiscas de una larga crisis se disipen. “¿Dónde está Michelle Obama?” fue una de las frases más repetidas este 20 de enero, en Washington.
Esa misma sentencia se repitió hasta la saciedad durante el funeral del expresidente Jimmy Carter, solemne acto al que Barack Obama acudió en solitario. Ante la pregunta, siempre ha habido la misma respuesta: un aséptico y calculado “conflictos de agenda”. Michelle Obama, según subió a sus redes, ese mismo día 20 rindió un homenaje a Martin Luther King Jr. A todo lo anterior, habría que añadir que los Obama no han estado juntos públicamente desde el pasado diciembre, cuando acudieron a una cena. El gesto serio de Barack Obama en aquella ocasión podría reflejar que no estaba en su mejor momento.
Ante la posibilidad del fin de un amor sólido, que se ha prolongado por tres décadas –algunos medios estadounidenses aseguran que los Obama ya son “solo buenos amigos”–, se construyen las más diversas teorías para justificar el presunto final de un romance de película. Una de estas teorías tiene nombre propio: Jennifer Aniston. La exesposa de Brad Pitt se ha precipitado a desmentir cualquier tipo de vínculo sentimental con el político demócrata. Lo hizo recientemente, a su paso por el programa de Jimmy Kimmel: “No es verdad. Lo conocí una vez, pero en realidad tengo más trato con Michelle que con él”. Mientras que muchos dan por supuesta la separación de los Obama, otros se reafirman en pensar que no son más que habladurías y que ellos permanecen fieles a lo que sintieron el día que se conocieron, y enamoraron… allá por 1989.¿Hay crisis en el paraíso de su amor? Solo ellos lo saben, pero, por el momento, deshojemos la historia que han tejido juntos, a los ojos del mundo. Y que les quiten lo bailao, porque muchas veces, bailando, es como mejor le han demostrado al mundo quiénes eran y lo que sentían el uno por el otro.
ALLÁ POR LOS AÑOS OCHENTA…
Pocas parejas pueden presumir de contar con una película que recree su primera cita. Ellos sí. South Side with You, rodada en 2016 por Richard Tanne, describía aquel día. Barack Obama recogía en un coche viejo a Michelle, quien vivía en la zona de South Side (Chicago). Él hacía una pasantía, durante sus vacaciones de la Facultad de Derecho de Harvard, en el bufete de abogados donde trabajaba Michelle. Para ella, el asunto estaba muy claro: “Esto no es una cita”, le dice. Michelle Robinson era la tutora de Barack Obama y no quería dar de qué hablar en el despacho. Sin embargo, la tarde se complicó: de un tema de conversación pasaron a otro, de un paseo a otro, hasta que acabaron sentados en un banco con un helado entre las manos. A los veintiocho años, Obama tenía muy claro lo que quería y, entre las cosas que quería, era besar a Michelle. Se atrevió y ella no lo detuvo. Lo contó en 2006 en su biografía The Audacity of Hope: “Le pregunté si podía besarla… Supo a chocolate”.
De aquel dulce comienzo a su boda transcurrieron tres años. En octubre de 1992 ya eran marido y mujer. Cuando celebraron sus bodas de plata, Michelle compartió una imagen inédita en sus redes sociales: hincado, Barack Obama le quitaba la liga de su outfit de novia. “No podrían darse cuenta por la foto, pero Barack despertó el día de nuestra boda con un feo resfriado. De alguna forma, para cuando me encontré con él en el altar, había desaparecido milagrosamente, y terminamos bailando casi toda la noche […] Veinticinco años después, seguimos divirtiéndonos, al mismo tiempo que trabajamos duro para construir nuestra vida de pareja y apoyarnos el uno al otro como individuos. No puedo imaginar andar por este paseo salvaje con alguien más.
Los Obama tuvieron dos hijas: Malia, nacida en 1998, y Sasha, en 2001. Cuando las niñas eran pequeñas, Michelle Obama se debatió entre seguir con su carrera profesional, o volcarse en la crianza para apoyar así también la carrera política de su esposo. Se decantó por la segunda opción, aunque le costó mucho trabajo adaptarse a su nuevo rol. De hecho, en los dos libros que ha escrito y que han supuesto éxitos absolutos de ventas (Becoming y Con luz propia), la abogada de Illinois reconoció que, durante diez años, sintió que su matrimonio estaba atravesando una larga crisis: “El matrimonio no es 50/50 nunca. Hay veces que yo doy un 70 y él da un 30. Hay veces que él da un 60 y yo, un 40”. Sin embargo, mirando hacia atrás, Michelle Obama hizo, hace apenas un par de años, un balance bueno de su matrimonio: “Hablo de diez años y hemos estado casados treinta. Prefiero diez años malos a treinta malos. Así es como lo veo. La gente se da por vencida diciendo: ‘Cinco años, no puedo soportarlo’”.
E HICIERON HISTORIA
Llegó el 20 de enero de 2009, la fecha en la que los Obama hicieron historia. Barack Obama fue elegido cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos, el primer afroamericano en la historia, pero muchos sabían, Barack Obama incluido, que si estaba en esa posición había sido gracias al apoyo incondicional de Michelle, una Primera Dama carismática y que llevó a Washington su impronta personal. Vivieron con sus hijas en la Casa Blanca de 2009 a 2017. Los Obama conquistaban gracias a sus continuas demostraciones públicas de amor, de química, de ese coqueteo encantador que dejaban traslucir en cada aparición pública. En los bailes de investidura de su marido (en 2009 y en 2013), Michelle Obama se dejaba llevar al compás de la música cobijada en los brazos de su esposo. En ambos bailes, llevó diseños de Jason Wu. En la primera ocasión, en blanco. En la segunda, en rojo rubí, una elección muy aplaudida y que encendió la temperatura del salón al ver lo enamorado que el Presidente estaba de su mujer.
Durante los dos mandatos de Barack Obama, y después de ellos, cualquiera hubiera deseado tener a su lado a un caballero que supiera dedicar las palabras de amor que él dirigía, cada vez que tenía la ocasión, a su mujer. No había aniversario, cumpleaños, Navidad, día de la madre, Día del Amor y la Amistad etcétera etcétera etcétera en el que el político no se pusiera creativo para expresarle a Michelle todo cuanto sentía por ella. Obama dejó el listón muy alto.
En 2017, mientras Michelle se hallaba en la Conferencia de Pennsylvania para Mujeres, Barack Obama interrumpió un minuto su discurso con un mensaje grabado: “Cariño, escucha, sé que estás con todas esas mujeres importantes de Pennsylvania y que estás compartiendo escenario con nuestra amiga Shonda Rimes, pero tuve que interrumpir porque hoy cumplimos veinticinco años de casados […] Me di cuenta de que no me importaría saltar en paracaídas solo para decir cuánto te amo”. En honor a la verdad, en sus bodas de plata Michelle Obama tampoco se quedó corta cuando escribió: “Un cuarto de siglo después sigues siendo mi mejor amigo y el hombre más extraordinario que conozco. Te amo”. Touché. Su mensaje se viralizó y en horas logró superar los dos millones y medios de “likes”.
Ante el derroche de miel al que nos acostumbraron en los últimos años, algunos detalles han sorprendido porque rompen con su tónica. Sin ir más lejos, la visita de Michelle Obama al programa de Jennifer Hudson. Todo iba bien durante la entrevista hasta que la actriz y cantante le preguntó por Barack Obama. En ese momento, Michelle respondió con amabilidad, pero demasiado escueta: “Está bien, está bien. Sigue trabajando demasiado, ya sabes, pero creo que eso es algo que siempre hará”. Ni más ni menos.
El mensaje de Barack Obama por el cumpleaños de Michelle parecía haber resquebrajado parte de ese hielo público que se había instalado entre ellos, pero no del todo. Después de la sonada ausencia de este 20 de enero, habrá que estar atentos a cuándo se producirá la siguiente aparición pública de la pareja. Los más románticos lo esperan con ansia. Si los Obama se separan, ¿Quién nos queda como paradigma de matrimonio sólido y cómplice?