1 de marzo de 2024. El día se pone gris, pierde tono y chispa, originalidad. Y es que una noticia resta color a la jornada: Iris Apfel fallecía a los ciento dos años. Un año después de despedir a una mujer icónica –para quien la moda brindaba la alegría de innovar, de atreverse, de arriesgar y de no jugar siempre a la carta ganadora– se celebrará una subasta en la prestigiosa casa Christie’s: Unapolegetically Iris, la inclasificable colección de sus objetos personales, más de doscientos que, a buen seguro, contarán con un ejército de personas, alrededor de todo el mundo, que los desean. De sus icónicas gafas (dieciocho pares) a sus chaquetas multicolores, pasando por cuadros y prendas de Alta Costura, que van de los años sesenta a la actualidad.
La subasta se realizará en línea entre los días 28 de enero al 13 de febrero y los fans de las tendencias tendrán una oportunidad única para hacerse propietarios de uno de esos objetos cargados de la energía inconfundible de Iris Apfel, una referencia no solo en el mundo de la moda, sino también en cuanto a una actitud ante la vida. En el día de su cumpleaños número cien, Iris dijo: “Si tienes la suerte suficiente de envejecer, debes celebrarlo”. Su manera de vestir era, en cierto sentido, la manifestación de ese espíritu de celebración. Con humor, se definía a sí misma como “estrella geriátrica”. Y lo era:solo en su Instagram contaba con tres millones de seguidores. Pero, ¿quién era y cómo surgió el fenómeno Iris? He aquí parte de su historia.
DE ASTORIA (NUEVA YORK) AL MUNDO
No es de extrañar que Iris Apfel no temiera ver su imagen reflejada en las fotografías o en los espejos. Precisamente, su padre, Samuel Barrel, regentaba una tienda de espejos en Nueva York. Tampoco extraña su afición a la moda, heredada de su madre, Sadye, de origen ruso y dueña de una tienda de moda.Iris, desde niña, supo lo que era apreciar la belleza y el arte: tanto lo que encontraba en sus recorridos por las tiendas de antigüedades como lo más vanguardista del momento. Su infancia transcurrió en los locos, divertidos, excitantes y peligrosos años veinte del siglo XX.
Cuando cumplió los dieciocho años, pensó hacia dónde quería dirigir su vida y decidió que el mundo creativo la hacía muy feliz. Cuando pocas mujeres estudiaban en la Universidad, ella se hizo un hueco en la de Wisconsin para estudiar arte. Curiosamente, la mujer, que se convirtió en la fascinación de todos los editores de moda del planeta, comenzó su andadura profesional como asistente editorial en la revista Women’s Wear Daily. Como dijo años después, había que empezar en alguna parte “pero esto fue demasiado”. Su trayectoria profesional dio un giro cuando conoció a Eleanor Johnson, una empresaria pionera en la decoración de interiores.
Sin embargo, más allá del trabajo, lo que transformó la vida de Iris Apfel fue el amor a su esposo, Carl, a quien conoció en 1947, en Lake George, al norte de Nueva York. Estuvieron casi setenta años juntos, hasta la muerte de él, en 2015. Todo en torno a su relación parecía una fiesta: “Nuestra primera cita –recordó Iris–fue el día de Cristóbal Colón y en el de Acción de Gracias Carl me propuso matrimonio. En Navidad me dio el anillo y nos casamos el día en el que George Washington cumpliría años”. De él, le gustó todo. Según relató, en cuanto lo vio le pareció “cool” y, algo más, la conquistó por el estómago, porque él sabía cocinar comida china, una de las favoritas de Iris. Ambos decidieron no tener hijos y volcarse en su trabajo: “Tener hijos es como un protocolo. Hay expectativas de que las mujeres lo hagan… y a mí no me gusta que me encasillen”, explicó en The Guardian.
Con Carl, fundó en 1950 su empresa, Old World Weavers, una firma de textiles de lujo que pronto se ganó el prestigio de la flor y nata de la sociedad neoyorquina. De hecho, en los cincuenta los Apfel contaban con una extraordinaria clientela: de Greta Garbo a Estée Lauder, pasando por Patricia Nixon. Y he aquí uno de los nichos laborales que más fama le dieron. Su ojo perfectamente entrenado para lo bueno y bello hizo que la Comisión de Bellas Artes de Estados Unidos la contratara para trabajar en la Casa Blanca. Y fue su diseñadora oficial en nueve ocasiones: desde la administración de Truman hasta la de Clinton. A pesar det odos estos logros, ella fue siempre considerada una “rara avis”, alguien profundamente libre e incorruptible que vivía exactamente como le daba la gana de la mano, hasta 2015, de su esposo. Ese mismo año, The Guardian publicó la siguiente descripción de ella: “Encantadoramente grosera, brillantemente brusca, con gafas gigantescas de búho y collares que parecen pitones deslizándose alrededor de su esófago, Apfel es el tipo de persona poco común que se quiere conservar”.
LA ESTRELLA GERIÁTRICA
Su segundo aire, su fama mundial y no solo en las altas esferas estadounidenses, llegó en 2005, cuando el Metropolitan de Nueva York le dedicó una exposición llamada “Iris Apfe: rara avis”. Tenía ochenta y cuatro años y no podía imaginar que aquello le supondría tantas alegrías. Tras la muestra, todo un éxito, se produjo el nacimiento definitivo de Iris, la mujer de la tercera edad que se escapaba de todos los estereotipos. En sus últimos años, fue deslizando una serie de frases que se han convertido casi en un mantra para quienes se dedican al mundo de la moda de manera apasionada: “El mundo de la moda y el gusto por vestirse es como tocar una pieza de jazz: es improvisación, sentido del humor y curiosidad”.
Podía ir vestida con prendas de las firmas más reconocidas del mundo, pero las complementaba con accesorios hallados en tiendas vintages o mercadillos: “El estilo es originalidad, creatividad, es una actitud que hace falta cultivar”. Ella encontraba inspiración en todo: “Lo que toco, lo que veo, las ciudades que visito y su energía vibrante”.
Hay frases que podrían destrozar la autoestima de una mujer, pero a Iris no. En una ocasión, siendo joven, la fundadora de los almacenes Loehmann’s, Frieda Loehmann, le dijo lo siguiente: “No eres guapa y nunca lo serás, pero no importa. Tienes algo mucho más importante. Tienes estilo”. Este es un ejemplo claro de cómo alguien logró voltear una debilidad en una fortaleza. La seguridad de que, en su caso, la belleza no sería suficiente, le hizo explorar por caminos insospechados e hicieron de ella quien fue hasta su último suspiro. Ella asumió la sentencia de Loehmann, pero también la solución: “No soy bonita, pero tengo algo mucho mejor. Tengo estilo”. Y se agarró a eso como a un clavo ardiendo.
LOS CONSEJOS MÁS SABIOS DE IRIS APFEL
¿Y qué es esto de tener estilo o cómo se logra uno personal? En los últimos años, Iris Apfel ayudó a muchas personas a encontrar en la moda una manera de expresión personal. “Experimenta con tu imagen, pero siempre sé tú mismo. El estilo es una actitud”. Ella fue el mejor ejemplo de sus palabras. Barroca, ecléctica, dueña de una salvaje libertad para combinar lo que, según la tradición, era incombinable, Iris Apfel, pasados los ochenta, se convirtió en una gurú divertida para quien quisiera seguir sus premisas de moda. Muchas de estas premisas, pero también de esa actitud ante la vida, se reflejan en el documental de 2014 del cineasta Albert Maysles, Iris, porque la icónica “estrella geriátrica” ya no necesitaba ni apellido para ser reconocida.
Frente a las corrientes minimalistas del “menos es más”, Iris Apfel abogó siempre por el “más es más”. Le divertía. Si le preguntaban por qué reglas seguía a la hora de vestir, ella siempre decía lo mismo: ninguna, porque le bastaba tener frente a sí una regla para desear romperla de inmediato.
Su energía y lucidez nos enamoran. “Vivir –explicó– es la mejor inspiración. Y estate llega de la gente, al leer libros, visitar museos, caminar por la calle, ver una obra de teatro, escuchar una canción. Nunca sabes realmente por dónde va a venir, pero si algo está claro es que tienes que moverte”. Se movió como un espíritu libre, exploró todas las posibilidades de su físico, de su edad. Se burló de quienes creen que los años arrinconan, que las arrugas invisibilizan. Ella explotó su vejez como un regalo y lo ofreció por si servía de ejemplo a otros: “Solo tienes un viaje y el presente es lo único que tenemos. El pasado no regresará y el futuro todavía no está aquí. Así que vive cada día como si fuera el último”. Icónica Iris, sabia Iris. Si su energía permanece en sus objetos, la subasta que se celebrará próximamente será antológica.