La muerte de David Lynch ha dejado un gran vacío en el mundo del cine, donde desarrolló una prolífica carrera que compaginaba con sus inquietudes en la pintura y la música. Pero sobre todo deja un vacío irremplazable en su numerosa familia, conformada por los cuatro hijos que tuvo durante sus cuatro matrimonios. Aunque no llegaron a casarse, también protagonizó un apasionante romance con Isabella Rosellini, actriz italiana que se ha mostrado muy afectada por la pérdida. Repasamos a continuación su historia de amor.
En medio de las reacciones que se han producido a esta triste noticia, han llegado las primeras palabras de Isabella Rosellini, una de las mujeres que marcó para siempre la vida de Lynch. "Le quería mucho. Gracias a todos por los cariñosos mensajes", ha dicho la artista, que es hija de la actriz sueca Ingrid Bergman y del cineasta Roberto Rossellini, figura clave en el cine italiano. Sus palabras las ha acompañado de una imagen de los dos muy reveladora. Y es que pequeños gestos como posar cogidos de la mano dejan claro que el amor entre ellos nunca dejó de existir, sino que se transformó.
Isabella consideraba a Lynch el gran amor de su vida y siempre presumió de haber sido muy feliz a su lado. De hecho, reveló que habían requerido de terapia para superar la ruptura y pensó mucho en qué había pasado para que aquella relación acabara. “A veces pienso que el hecho de que yo no practicara la meditación fue una de las razones por las que me abandonó”, expresó la artista, que nunca tuvo rencor por su ex. Todo lo contrario.
La casualidad quiso que los caminos de David e Isabella se cruzaran de forma casual en un restaurante de Nueva York. Era un 3 de julio y el cineasta recuerda que cuando se sentó, la empezó a observar y le dijo: "Podrías ser hija de Ingrid Bergman". Rápidamente, algunos de los allí presentes le confirmaron que así era. Aquel encuentro no solo cambió para siempres sus vidas personales, sino también profesionales. Y es que el cineasta quiso que fuese Rosellini la protagonista de la película que estaba preparando, Terciopelo azul, en la que el papel principal iba a ser inicialmente para Helen Mirren.
En los primeros días de rodaje comenzó a fraguarse su amor, aunque no todo fue fácil ni lo suyo fue un cuento de hadas. En aquel momento él estaba casado con Mary Fisk, quien creyó que sería una infidelidad pasajera. Pero durante una visita al set se dio cuenta de la increble química que había entre el cineasta y su musa, con la que ese mismo año ya paso parte de las fiestas navideñas. Y aunque ella misma contaba que tenía una relación abierta con Lynch, finalmente quiso separarse. Comenzó así uno de los romances que conquistó Hollywood desde 1986 a 1991, temporada en la que estuvieron comprometidos. Pero el mismo cine que los había unido, los separó.
La grabación de Corazón salvaje acabó con la pareja de moda. El director volvió a contar con Mary Sweeney como asistente del montador y acabó enamorándose de ella. Isabella contó que se enteró de su ruptura después de estar separados (físicamente) por un rodaje en Rusia. “David tiene una dulzura increíble, pero poco después me contactó para alejarme de su vida con una llamada de teléfono en la que decía que no quería volver a verme de nuevo”, decía. Desde el entorno de la expareja también esgrimieron otros motivos para el fin de este amor. Por ejemplo Jennifer, una de las hijas de David, contaba que Isabella era una persona muy amable y social mientras que su padre tenía un carácter diferente