El ingreso de la hija de Anabel Pantoja está causando una gran preocupación y el hecho de que tanto la familia como sus amigos más cercanos hayan viajado a Canarias nada más conocer la hospitalización ha sido interpretado como una señal de alarma. Los colaboradores de Ni que fuéramos Shhh, que durante años fueron compañeros de la influencer, han compartido los detalles que tienen de la evolución de la pequeña Alma y se han mostrado esperanzados en que se recuperará. Un positivismo al que Kiko Hernández se aferra recordando el susto que vivió con sus hijas nada más nacer.
"Dios quiera que no sea nada y que pase pronto, pero la alarma existe cuando toda la familia se marcha para allá. Que todo el mundo se desplace con los conflictos familiares que tienen, que todos vayan en piña, significa que pasa algo grave", ha apuntado Kiko. Cabe recordar que Isabel Pantoja, su hermano Agustín y sus dos hijos, Kiko e Isa, han dejado de lado todos sus problemas para centrarse en Anabel y se han trasladado a Gran Canaria para apoyarla en su momento más difícil.
El colaborador televisivo le ha enviado un mensaje a Anabel en el que, además de mandarle ánimo, le ha dicho "que los niños con esa edad tienen una fortaleza que no se lo puede ni imaginar". Una frase para la que se basa en su propia experiencia, y es que sus mellizas estuvieron ingresadas en la UCI de neonatos en Estados Unidos, donde Abril y Jimena llegaron al mundo en 2017. En aquel momento, los doctores les dijeron que, especialmente las niñas, "se agarran a la vida como que no hay otra cosa, es brutal".
"Se me vienen las imágenes mías de cuando estuve en San Diego con los neonatos. Las dos estuvieron tres meses", ha explicado de aquella etapa en la que prefirió mantener la situación en secreto porque prefería no recibir llamadas, no tener a su entorno preocupado ni tampoco estar pendiente de lo que se publicaba". Kiko recuerda aquella experiencia como "fatal" porque, además de ver su caso, "había al lado otros peores". Eso sí, ha querido resaltar que pasaron los meses y salieron adelante todos esos bebés con los que sus hijas coincidieron.
En esos instantes de incertidumbre, Kiko prometió que "si salía todo bien, las bautizaría nada más llegar a España". Así fue. "Lo primero que hice fue llegar a España y a los cuatro días el padre Ángel las estaba bautizando", ha relatado el colaborador, que ha acudido a su puesto de trabajo tras pasar la noche con fiebre, como él mismo ha contado. Aquella ceremonia se celebró en la más estricta intimidad en la madrileña iglesia de San Antón.