No hagan cuentas. Ni piensen en qué hacían ustedes o dónde estaban en ese momento. No merece la pena... Pero sí: se cumplen 45 años del estreno de El Lago azul. Aquella cinta, dirigida por Randal Kleiser, con la que Brooke Shields, que ya había debutado en el cine dos años antes, con escándalo incluido (interpretaba a una niña prostituta en La pequeña), se convertía en icono de belleza de los 80 y en un mito para siempre cuando ni siquiera aún había cumplido los 15 años. Hoy, a cinco meses de cumplir los 60, aquella joven de ojos tan azules como las aguas de la Polinesia sigue manteniendo el mismo allure de entonces.
Eso si queremos ser metafóricos, porque, si nos dejamos llevar por lo más prosaico, los abdominales de la que fuera la novia platónica de Michael Jackson son una fantasía. Incluso sin necesidad de que Nestor Almendros, que se ocupó de aquella fotografía de Oscar, esté detrás del objetivo de la cámara. Así lo podemos constatar —y admirar— en la imagen principal de esta página, en la que la actriz, que vuelve a estar en la cresta de la ola (audiovisual), gracias a su papel en la comedia romántica de Netflix La madre de la novia (y a sus más de 26 millones de reproducciones), rivaliza en figura con sus hijas, Grier y Rowan, en Nassau. Allí, en la capital de Bahamas, Brooke junto a su marido, el productor Chris Henchy, y las niñas han dado la bienvenida a 2025 tras pasar las Navidades en su casa de Nueva York. Sin excesos. O con muchos abdominales, que, viendo las redes de Brooke, el fitness no tiene secretos para ella.