Uno de los mayores placeres de la vida es leer ¡HOLA! los miércoles y, a ser posible, hacerlo en comunidad. Porque se confraterniza más que con una cita de tortitas con nata en el Vips… Pero no sabemos si les pasa, pero siempre hay alguien, con muy malos pelos por cierto, que, hojeando el reportaje que abre nuestra revista, ya saben, ese festival de salones, jardines, dormitorios y antigüedades (o modernidades) de la casa de la semana, dice airada: "Uuuhhh cómo se nota que los dueños no tienen que limpiar eso…". Con un "eso" muy marcado que denota 1) o una envidia muy supina o 2) un conflicto social bastante irresuelto en su interior o 3) ambas cosas a la vez. Como si esa 'amiga' fuera a renunciar a un villa en la Toscana por no pasar la mopa por sus suelos renacentistas y a una mansarda en George V de París por no limpiar los cristales de los ojos de buey… Pues bien, ya les contamos que Alaska y Mario sí tienen quién les ayuda con eso de mantener en orden y limpia como un jaspe (damos fe) su Casa. Un casa entendida como Casa Bibiana y todas las demás. Luego les explicamos. Ella se llama Gabriela y, obviamente, la aman. Porque tal y como habrán podido apreciar en este último número en el que la pareja más postmoderna del universo compartían con nosotros sus bodas de plata, ellos no entienden de minimalismos. ¿Menos es más? Perdonen, eso qué significa. Más es siempre más. Punto. Bajo esa máxima, Alaska y Mario decoran. Decoran con sus filias, sus fobias, sus recuerdos y sus obsesiones. Y Gabriela tiene una memoria privilegiada para saber dónde va qué y cómo con la precisión de una ingeniera de la NASA. Porque es una maniática del orden. Como Alaska. Igual. No saben cómo es su agenda. A colores. “Morado es trabajo, azul es personal…” y todo así.
La de A quién le importa, por cierto, no es ecléctica. Como se lo contamos. Lo es para todo, ok, pero no para las tendencias en decoración. Ea. Mientras que Mario cree mucho en el pastiche. O en el 'fetiche', como dice él. Y si él lo dice, está bien dicho. Casa Bibiana lo es en el sentido de que han reproducido un trocito de México en Madrid. Un Coyoacán en Boadilla, por ser más exacto. Pero no solo. No se vayan a pesar. También es un poco Baja California. Por eso, nos atrevimos a reproducir en la piscina una icónica imagen de Slim Aarons que se captó precisamente en aquel punto del planeta, como último reducto del espumillón. También un poco Bar La Santa Leyenda de Ciudad de México, con su homenaje a la lucha mexicana del baño; y la isla de Xochimilco con sus muñecas; y el barrio de Garibaldi con sus locales de vedetteo y striptease… Y entre añiles, amarillos, fucsias y verdes esmeralda, la artesanía precolombina convive con pinturas indigenistas y muebles kitsch (como el cabecero de Charo Baeza, también más adelante les desarrollamos) entre todos los santos, ángeles y arcángeles del santoral. Del divino y del terreno, con los Costus, Carlos Berlanga, Fabio McNamara, David Delfín, Miguel Bosé o Gatti abriéndonos las puertas del paraíso con sus collages y litografías. Porque el saber y el amor sí ocupa lugar, un lugar muy grande especialmente para aquellos que, como Alaska y Mario, tienen un corazón más grande que las tet*. Así definía Cristina Marcos a Bibiana Fernández en Tacones Lejanos. Ella fue la primera dueña de esta casa.
MARIO: ...Aparte de cumplir años juntos, también nos hemos dedicado a cumplir con casas.
ALASKA: Tú y yo tenemos un punto de vista diferente. Para mí, yo solo tengo una casa. Una casa con espacios diferentes. En una tengo la biblioteca, el jardín está aquí, en casa Bibiana… Para Mario, en cambio, tienen distintas identidades. Para mí es como tener una, solo que en vez de ir a una casa de mil metros, está todo dividido.
M: Sería… nuestro universo, el que hemos construido a lo largo de los 25 años. Nuestro amor se ha expandido también en forma de casas, ¿no? Y no es por la cosa de querer tener dinero, sino por espacio. Damos mucha importancia a la casa como idea. Nosotros hemos ido comprando casas y la gente nos dice: 'Y no le sacáis ningún beneficio, no las alquiláis'. Pues no. Yo la casa la compro para vivirla, para disfrutarla, y en el momento en que no pueda tenerla, me desharé de ella porque no me la pueda permitir. Pero mientras tanto, lo que quiero es divertirme y ser feliz viendo planos y decidiendo la decoración. También nos enfrentamos mucho, ¿eh? Porque tenemos una parte en la que coincidimos mucho y en otras en las que no coincidimos nada. ¿Y en qué no coincidís, me dirás? Pues Olvido es muy cuadriculada. Y la mezcla no le gusta mucho. Ella es muy ecléctica en cuanto a gustos musicales, y literarios pero…
A: ...Pero luego lo quiero todo compartimentado. Los años 50 aquí, lo de México allá, pero los años 50 y México todo junto y a la vez, no puedo.
M: Yo sí. Creo que sí se puede, porque en la variedad está el gusto y en la mezcla está el éxito. Y creo que también cogiendo de aquí y de allí, lo mezclas y haces un estilo propio, que se llama el fetiche, que es una copia, pero tú lo haces propio.
A: Pastiche, cariño.
M: Pues pastiche. El pastiche nos gusta y, en el fondo, Olvi, hemos tenido mucha suerte hasta en eso. Es decir, que compartimos y que disfrutamos. Es que día de hoy no hay nada que nos separe mucho, algo que a ti no te interese nada de lo mío y viceversa…
- A mí , todo lo vuestro me interesa. Y ver vuestras casas me parece una oportunidad para cualquiera, pero sobre todo para las nuevas generaciones, que están faltas de referencias.
M: Y nosotros la enseñamos porque nos divierte. Nos divierte enseñar la casa. Y salir en una revista como ¡HOLA!, que es todo un universo. Yo me he criado con ¡HOLA! desde pequeño y me acuerdo de las portadas de Carolina de Monaco. Y con Estefanía cuando tenía el escándalo con Irresistible, que la madre sufrió un montón. También hemos visto otras revistas en casa, claro, que nos han formado Lecturas, Vogue…
A: Y los especiales de moda de ¡HOLA!, por favor.
M: Por eso, cuando ya tienes 50 años y la excusa es celebrar tus 25 años de amor con tu mujer en una cabecera como ¡HOLA!, es una fantasía. Yo le decía a Antonio (Terrón): “Que se vean todos los rincones, ¿eh? Que se vea que es una casa buena” (risas) Y lo ha conseguido, ¿no te parece? Y con una visión muy pop.
A: Como las entrevistas de Andy (Warhol) a Nancy Reagan, ¿no? Que se entiendan nuestras cosas y nuestra forma de ser y de vivir.
- Rodeados de arte… De arte pop. Porque, por favor, la portada de Farah Diva y Reza Pahlevi, de ¡HOLA! a través de los Costus… ¡Qué maravilla!
A: Tenemos toda una pared solo con cuadros de ellos.
- Y con la reina Fabiola presidiendo.
M: Los amo. Y los admiro. Juan Carlos y Enrique Naya… Todo lo que Olvido me ha contado de ellos… Porque no solo eran pintores, eran unos filósofos maravillosos.
A: Enrique decía: Lo peor en la vida es quedarse corto.
M: Es como ser prudente de más, es tan malo como no serlo.
A: Eso también lo decía Carlos (Berlanga) que también tiene su habitación. La de las camitas amarillas.
M: Todo ahí es de Carlitos.
- Y los cuadros del salón de abajo
A: De Fabio. (McNamara)
- Por favor, qué fantasía. Yo no soy mitómano (risas)
M: Ni nosotros (risas) En la casa rosa, también tenemos Fabios. Y en la azul.
- Pero Divine os la habéis traído aquí, ¿no?
M: Es que en esta casa hay muchos regalos. Ese cuadro se quedó en casa de América, y América, mi suegra, me lo regaló por un cumpleaños, porque era uno de mis cuadros favoritos.
A: Después de pasar por Morocco. Que de allí pasó a la casa de mi madre.
M: Yo es que tengo obsesión por Fabio. Y esta casa, en realidad, es una demostración de amor, del amor de mi mujer a través de Bibiana (Fernández) y de todos nuestros amigos. Te explico: La casa que compramos a Bibiana, la bautizamos como Casa Bibiana porque va a ser siempre la Casa de Bibiana. Nunca se me olvida una cosa que nos dijo ella cuando se la compramos. “En esa casa vais a ser muy felices, porque en esta casa hay mucho amor. Y en esa casa se respira mucho amor”. Y todo el mundo que viene a la casa, nosotros tampoco somos mucho de recibir. Somos siempre los mismos, las cuatro especies protegidas del Arca de Noé. Pero el amor está en el aire. Supongo que se respiran las ganas de disfrutar. Yo soy muy disfrutón. Olvi lo es de otra manera.
A: ¿Yo? Comprando. Y guardándolo luego con la etiqueta puesta (risas).
M: ¿Ves? Y eso me pone de una leche… Estás muy loca, cari. (Y tú no te rías…) Compra, lo guarda, no sabe donde lo ha puesto. Lo vuelve a comprar. No hombre no. Que te rían las gracias y que sea todo muy Warhol lo tuyo no significa que estés sana, Olvi. (risas)
- Volvamos a Casa Bibiana
M: Mira, otra cosa que te va a encantar. Cuéntaselo, Olvi.
A: Cuando Bibiana se iba de la casa, pasó a avisar a los vecinos de que íbamos a entrar nosotros. Les dijo: “No os preocupéis, los que vienen son mejores que yo”.
M: Ese es el mejor piropo que te pueden hacer. La gente sabe que cuando compramos esta casa, echamos una mano a nuestra amiguita, pero la gente no sabe que, con ella, vendiéndonosla, nos dio una tabla de salvación. Creo que en esta casa es donde nosotros nos encontramos mejor aunque estemos solos, ¿verdad, Olvi? ¿Qué tal lo pasamos?
A: Bomba.
- Me fascinan vuestros cuadros indigenistas… ¿Son de…?
A: De Elguera. De los 50 y 60.
- El Montezuma es suyo entonces
A: Eso es
- Me encanta que los combinéis con los santos y los Niños Jesús a la manera mexicana
A: Y las Vírgenes. Y el Santo Niño del Remedio, que nos acompañan en nuestro dormitorio… Y las ánimas del purgatorio, que en México se llevan mucho.
- Ya, porque en el salmón, tenéis otras cosas… (risas)
M: Ese cabecero…
- Me chifla
A: Y cuando te contemos la historia, más. Lo compramos por Wallapop
M: En Molina de Segura
A: El pueblo de la Gran Charo Baeza
M: Que también tuvo sus reportajes en ¡HOLA! Antes, claro. Pues mira, cuando vimos el cabecero en el app dije: “es una señal”
A: Una señal que costaba 25 euros (risas).
M: Entonces, estábamos de teatro, de tourné. Y, volviendo, nos desviamos: “Chicos”, les dijimos a Bibiana y a Manuel Bandera. “¿Os importa que nos desviemos un poco a Molina de Segura, Murcia? Porque tenemos que recoger un cabecero, ya que vamos en la furgoneta….” Y mira, cuando llegamos a esa casa del señor y llamamos al timbre y aquel hombre que nos ve a todos en la puerta, a Bibiana, con sus perros y a nosotras, cardadas… ¡El señor se quedó loca! “Venimos a por el cabecero”, suelta Alaska, porque el hombre no reaccionaba.
A: ¿¡Y Mario gritaba: Dónde hay una cámara de televisión para inmortalizar este momento!? (risas) Porque era antropología pura y dura.
M: Porque nosotros somos de combinar la alta con la baja costura. El arte y el underground.
A: Es que a mí me da igual. Si es bonito, a mí que me importa que no sea bueno, ¿no? Si es de plástico o no. De hecho, el plástico me encanta.
- Los luchadores del baño son…
M: De plástico. Obvio. Eso es un mérito de Olvido. Ella tiene una decoradora innata.
A: Tampoco tanto, porque yo decoro para mí, yo no sabría decorar para otra persona.
M: No, cariño. Acuérdate cuando vino Natalia Verbeke a casa, que ella contrató a una decoradora y se gastó un buen dinero, te dijo: “Ay Olvi, si lo llego a saber, te contrato a ti”. Porque, decía: “a mí esto no me sale. Mezclar este color con esta colección de cuadros, yo no sé”. Y, en cambio, a Olvi, le sale de natural. Sabe, además, qué va con qué y qué amigo casa mejor con qué otro en cada estancia…
- Enfrente de Costus, tenéis a Miguel Bosé, por ejemplo
A: A Tina de las Grecas, un cuadro se lo regaló Miguel a Mario. Se lo pintó Enrique Naya a Tina cuando volvió en solitario.
M: Después de que pidiera en la puerta de Galerías Preciados. En el texto pone: “Tina vuelve”. Miguel se enteró de que me gustaba a través de Manolo Cáceres, de quien tenemos los cuadros de la cocina. Y Manolo es amigo de Olvido. Todos los amigos de Olvido me parecen las personas más interesantes del mundo. Los míos me dicen siempre: “Qué suerte has tenido”.Y es verdad. Porque yo no solo guardo a mis amigos de la infancia, de toda la vida, sino también tengo los de Olvido, de los que era fan y sigo siendo fan. Lo más guay del mundo es que tus amigos sean genios. Como decía Paloma Chamorros cuando la acusaban de amiguismo. “Yo no tengo la culpa que todos mis amigos sean genios”. Pues yo, igual. Yo no tengo la culpa de que los cuadros que están en mi casa sean todos de mis amigos y mis amigos sean artistas. Disfruto de sus obras y disfruto de ellos. De Carlos Berlanga, de Fabio…
A: Y luego, tenemos herencias de Bibiana. Hay un olivo que plantó Manuel Bandera, un mural que pintó David Delfín… En realidad, el de David, está pintado con rotulador y Bibiana siempre nos decía, “el que llegue aquí, lo primero que va a hacer es encalar esa pared. Y será un crimen”. Pero compramos nosotros. Y nosotros le hemos puesto un cristal de metacrilato para preservarlo.
M: Y, debajo, el Rincón David: Cositas que nos regaló David. Y Bimba. Los delfines de cristal de Murano, el pantón de la colección de Nueva York… Es cierto que… menos mal que tenemos a Gabriela, que es igual de loca que Alaska con el orden.
A: Porque yo quiero que esté todo limpio, que brille. Y verlo, verlo expuesto. Que para eso está.
- Yo también soy así, Alaska.
M: Pues hasta en eso, en que Gabriela esté en nuestras vidas, hemos tenido suerte. Me lo dijo mi padre.
- La suerte es nuestra por poderos tener en ¡HOLA!
M: Es que eso ya no se hace mucho… Antes, Rocío (Jurado) te recibía en casa. O la Duquesa de Alba. O Lola Lores… y tú sabías cómo eran esos salones de forma natural y no era ostentación. Era un deber para su público. Yo enseño mi casa porque yo agradezco a los ídolos de España que me enseñaran antes las suyas.
A: Y porque te gusta compartir, Marito.
M: El otro día Nacho (Canut) nos dijo una cosa que a nosotros no se nos había pasado ni por la cabeza: ¿No os dais cuenta que estáis mostrando referencias constantemente?. Y yo: ¿Qué son referencias Pues que le están mostrando a los niños de 12 años cosas que ni siquiera sabían que existían…
A: Porque llevávamos una camiseta de Horror picture show y otra de Warhol.
- Y como ven que es guay, solo tienen que tirar del hilo. No saben ellos la suerte que tienen de que lo hagáis.
M: Pero no lo hemos pretendido…
A: Es… nuestra vida.
M: Por eso Casa Bibiana es una casa feliz. Porque es un reflejo de lo que nos gusta. Yo la veo como la casa del ocio
A: Y para mí el ocio es comer mucho, y no me lo puedo permitir (risas)
M: Lo que sea, pero mira, Olvido se ha hecho hasta jardinera. Lo que no consiga Bibiana Fernández no lo consigue nadie.
A: Y al principio, me daba miedo…
- ¿Por?
M: Es que Olvido no es de quedarse sola por la noche. No porque crea en lo sobrenatural (risas)
- Bueno, un poco animista sí que eres…
M: ¿Cómo?
A: (risas) Que como ya sabes, para mí los objetos tienen su alma. Que soy incapaz de separar objetos que van juntos. Si hay un juego de cucharitas negras y verdes pero yo solo quiero las verdes, me las tengo que llevar todas porque no puedo dejar a las negras solitas, tiradas…
M: Ah, ya… Y habla con las cosas.
A: Es que vamos a El Rastro y siempre se lo digo a Mario. “Por favor, no digas que ese sofá es horroroso delante del sofá”.
M: Menudo globo se cogió un día que dije: “Mira ese muñeco qué feo” Y me lo dijo super seria:. “No se lo vuelvas a decir porque se va a sentir fatal”.