El mundo despide a Jimmy Carter, el expresidente de los Estados Unidos y Premio Nobel de la Paz, quien falleció a los 100 años en su pueblo natal de Plains, Georgia. Un hombre cuya vida no solo estuvo marcada por la política, sino también por su devoción al servicio humanitario y al bienestar global.
En un pequeño rincón de Georgia, donde comenzó su historia, Carter deja atrás un legado que va mucho más allá de su mandato presidencial. Aunque su paso por la Casa Blanca destacó por desafíos históricos como la crisis de los rehenes en Irán o la hiperinflación, el tiempo le permitió distinguirse en su verdadera esencia: la de un líder comprometido con los más vulnerables.
Tras abandonar la presidencia, Jimmy Carter nunca dejó de ayudar. Fundó el Centro Carter, una organización dedicada a defender los derechos humanos, luchar contra enfermedades como el gusano de Guinea y vigilar elecciones en países con democracias frágiles. Durante años, trabajó construyendo viviendas para familias desfavorecidas junto a su esposa, Rosalynn Carter, con quien compartió más de 77 años de matrimonio.
La relación de Carter con su esposa fue siempre uno de los pilares de su vida. Rosalynn fue su compañera inseparable, su apoyo incondicional en cada uno de sus retos personales y políticos. Juntos formaron un equipo que marcó la esfera pública y la privada.
Una huella de paz y diplomacia
Aunque su mandato tuvo momentos críticos, su compromiso con la paz y los derechos humanos nunca titubeó. Fue artífice de los Acuerdos de Camp David en 1978, donde logró un tratado de paz entre Egipto e Israel. Un logro que sigue siendo un símbolo de su capacidad para tender puentes en los momentos más difíciles.
En 2002, el mundo reconoció su labor con el Premio Nobel de la Paz, un galardón que no solo premió sus acciones como presidente, sino también su lucha como ciudadano del mundo.
La partida de Jimmy Carter deja un gran vacío, pero también una enseñanza eterna: el poder de la bondad, la honestidad y el servicio desinteresado. El expresidente solía decir que el título más importante que llevaba no era el de presidente, sino el de “ciudadano”.
Hoy, despedimos a un hombre que no solo lideró una nación, sino que inspiró al mundo entero a ser mejor. Jimmy Carter no será recordado sólo por su tiempo en la Casa Blanca, sino por su vida entera dedicada a hacer de este mundo un lugar más justo.