Annie Leibovitz quería a los Reyes vestidos de gala para señalar su grandeza y proclamar su majestad en sus retratos y Felipe VI y doña Letizia “obedecieron”. El monarca llevó a palacio un chaqué, un frac y el uniforme de gran etiqueta de Capitán General del Ejército de Tierra para elegir y la Reina, solo un vestido y un abrigo capa. Una 'maleta' mucho más pequeña en la que no se habían incluido segundas opciones de vestuario.
Hubo duda con la tiara. Con ella o sin ella para inmortalizar a una Reina majestuosa… Pero toda la certeza de que esas eran los diseños creados por Cristóbal Balenciaga para diferentes damas y eventos que quería usar. Un traje negro de corte sirena realizado en tul de seda drapeada con escote palabra de honor, y una espectacular capa-abrigo en seda fucsia, ambas cedidas excepcionalmente para la sesión de fotos por la Fundación Antoni de Montpalau.
Entronizada para la historia sin 'corona' y con dos prendas prestadas
Inundada de luz natural, la Reina irrumpe poderosa en el espacio real y sin llevar “La buena”, como siempre le ha llamado la familia real a la diadema de Flor de Lis. Doña Letizia no necesita los atributos majestuosos para señalar su grandeza. Queda entronizada para la historia sin “corona” con dos prendas prestadas. El vestido de una dama de las artes, María Junyent, y la capa de una condesa consorte y grande de España, Carmen Ferrer-Cajigal Jorba.
Junyent, hija del pintor Sebastià Junyent i Sans y de Paulina Quinquer, nació en Barcelona y trabajó como restauradora de arte (preservación del patrimonio cultural catalán) y figurinista teatral, diseñando vestuarios. También fue una destacada coleccionista las muñecas y autómatas. De hecho, su hijo, el interiorista Oleguer Armengol, coincidiendo con el 90 cumpleaños de su madre -murió con casi 100 años- habilitó un antiguo estudio de la familia para exponerlas, que sigue abierto al público.
De una condesa a la Reina de España
También fue su hijo el que, en 2008, donó a la Fundación Antoni de Montpalau el ya legendario vestido que fue cedido excepcionalmente a la Reina para un momento histórico. Un traje de corte sirena en de tul de seda, drapeado y con escote palabra de honor, que se ajustaba mejor a su figura que el que diseño ivory que forma conjunto con la capa. Otra prenda ya histórica y con mucha historia que fue creada en 1962 como un abrigo sin mangas para la ceremonia de la boda de Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia (14 de mayo, Atenas).
Perteneció a Carmen Ferrer-Cajigal Jorba, que estaba casada con Santiago de Robert y Rocamora, III conde de Torroella de Montgrí y Marqués de Robert, que estuvo a punto de ser designado jefe de la casa de don Juan.
El primer título, ligado a un espectacular palacio, fue creado por el rey Alfonso XIII, con grandeza de España, el 2 de julio de 1907 señalando los servicios de la familia a la corona… En su casa se habían hospedado Fernando VII durante su visita a Gerona, así como la infanta doña Paz con su esposo, el príncipe de Baviera, y la Reina Regente María Cristina.
Apoyando a la Fundación Antoni de Montpalau
El matrimonio tuvo tres hijos, Santiago, que murió muy joven en accidente de coche; Alfonso, fallecido recientemente; y Carmen, la mayor de los tres, que se casó con Ignacio de Olano Fontcuberta, conde de Figols – ya fallecido- y de su unión nacieron tres hijos.
Ha sido Carmen, de hecho, la que nos ha facilitado las fotos de su madre, “que era una de las musas de Balenciaga. Rubia, de ojos azules, delgada y con un porte magnífico”. La que donó también el vestido a la colección porque quiere apoyar a Fundación Antoni de Montpalau, y la que nos ha dado también algunos datos de sus antepasados.
“Mis bisabuelos maternos eran pobres de necesidad. Partieron a las Indias a hacer fortuna, pero el barco los dejó en Buenos Aires. Lo consiguieron allí con una empresa de velas y con el dinero que ganaban iban comprando “terrenitos” en su ciudad, Barcelona. Al casarse mi abuela, Lydia Jorba Rius con el Dr Ferrer-Cajigal, sus padres le “regalaron” como dote los ‘terrenitos’… y el abuelo urbanizó la Plaza Calvo Sotelo, construyéndose el último edificio, 1935.
Cena en el castillo
En cuanto a sus abuelos paternos, Carmen apunta que vivieron en el palacio Robert del Paseo de Gracia hasta el comienzo de la guerra civil española; y eran los propietarios del palacio de Jaime I el conquistador en Torroella de Montgrí. Y que sus padres residían entre Barcelona y Toroella de Montgrí y pasaban temporadas en el castillo de Peratallada, tras adquirirlo en 1964. “Recuerdo que don Juan (abuelo de Felipe VI) vino a Gerona un verano de los años 70s y le dieron una gran cena en el castillo. Un edificio medieval construido sobre edificaciones fechadas en 200 años antes de Cristo. “Mi padre ya encontró numerosas piezas cerámicas de esa época y mis hijos y yo, en unas obras que hemos llevado a cabo recientemente y a instancia de Cultura de la Generalitat, hemos podido verificar esa datación en las excavaciones de los muros bajo el Aula Maior. La labor de mis padres con esa rehabilitación dio vida a un pueblo casi deshabitado y sin muchos medios para prosperar abriendo camino al turismo”.