A unos días de cumplir cuarenta y ocho años, y con un pasado glorioso en las principales pasarelas del planeta, Luciana Curtis quiso disfrutar de unas vacaciones junto a su esposo, el fotógrafo Henrique Gendre, y sus dos hijas, Cora y Dahlia, en Brasil, la tierra de su madre. Todo apuntaba a que serían unos días idílicos hasta que tuvieron la infinita mala suerte de que una banda de maleantes se fijó en ellos, analizó sus movimientos, y decidió interceptarlos con armas de fuego cuando Luciana, Henrique y la menor de sus hijas salían de un restaurante, ubicado en Alto do Lapa, una elegante zona residencial cercana a Sao Paolo. Fueron doce horas angustiosas tanto para ellos como para su hija mayor, que no había acudido con su familia al restaurante. Esperó durante horas su regreso hasta que, finalmente, preocupadísima por la ausencia de los suyos, llamó a la policía.
Según publicó la CNN, y adelantaron otros medios como The New York Post, toda la investigación está en manos de la División Antisecuestros del Departamento Estratégico de Operaciones Policiales, de Brasil. A través de un comunicado, la policía explicó cómo se habían desarrollado los hechos: “Los delincuentes armados abordaron a las víctimas a la salida de un restaurante y las tomaron cautivas. Durante la búsqueda, realizada por equipos policiales especializados, la banda abandonó a la familia y huyó”. Por el momento, no hay ningún detenido y aunque la policía se movió con destreza tan pronto como tuvo noticia de la desaparición, los delincuentes lograron escapar de sus manos llevándose un jugoso botín. Habían llevado a cabo un plan elaborado al milímetro para salirse con la suya. La banda criminal, tras haber interceptado a Curtis y a su familia, los condujeron a una cabaña, que se encontraba en deplorables condiciones, ubicada en un distrito del norte de la capital, llamado Brasilandia. Desde allí, la banda de criminales obligó a sus víctimas a que les hicieran unas transferencias bancarias de sus cuentas a las que ellos les indicaron. Cuando fueron conscientes de que el cerco policial cada vez era más estrecho, huyeron de la cabaña en el automóvil de la familia, un GWM Haval, cuyo valor podría ascender a los treinta mil euros, y dejando aún con el miedo dentro del cuerpo a Luciana, Henrique y a la hija menor de ambos, de once años.
Por fortuna, un portavoz de Luciana aseguró en medios locales, como confirma The Mirror, que “La familia ha sido liberada y están sanos y salvos”. El feliz desenlace se produjo el 28 del mes pasado por la mañana. Por su parte, la policía brasileña mantiene abierta la investigación hasta dar con los culpables y ponerles ante la justicia. Entre otros pasos para apresarlos, están revisando minuciosamente las cámaras de seguridad de las inmediaciones del restaurante, ubicado en la avenida Pío XI, en el que se perpetró el secuestro.
Un trabajo junto a Beyoncé
Este traumático suceso, ha devuelto a la actualidad el nombre de Luciana Curtis, una “top model” nacida en 1976, precisamente en Sao Paolo, y ganadora, en 1993, del prestigioso concurso Supermodel of the World Brasil. Ese fue el empujón definitivo para triunfar en el mundo de la moda desde su adolescencia. La vida de Luciana está marcada por el espíritu nómada de su familia y por una forma de vida muy cosmopolita. Aunque en la actualidad vive en Nueva York, su infancia y adolescencia transcurrió en Brasil, aunque también es muy cercana a Gran Bretaña (vivió tres años en Londres), porque su padre, Malcolm Leo Curtis, es un alto ejecutivo inglés. Su madre, Kátia Maria Furtado de Mendoça Curtis, ha dedicado su vida a la docencia de historia del arte e historia moderna. Además, su abuelo, Alvamar Furtado de Mendonça, fue uno de los jueces más respetados de Brasil.
Entre los hitos en su carrera profesional se puede destacar que es la modelo que ha mantenido por más tiempo un contrato con la agencia Ford Models, lo que hizo que esta organizara una fiesta en Nueva York en su honor. Tampoco se puede olvidar que firmó un contrato con Avon como nuevo rostro mundial de la firma; que protagonizó campañas con Revlon, y que, junto a Beyoncé, trabajó en una campaña mundial para L’Oréal. También ha desfilado para firmas de lujo como Gucci, Marc Jacobs o Alexandre Birman. Como se ve por todo lo anterior, experiencia y fama le sobran.
En cuanto a su vida personal, Luciana Curtis mantiene una larguísima relación, de veintiocho años, con el fotógrafo Henrique Gendre, su esposo, y con quien se casó hace más de dos décadas. Para algunas de las sesiones fotográficas más importantes de su carrera, Henrique Gendre ha estado detrás de la cámara y ha retratado como nadie a su “musa”. Además de las dos hijas de la pareja, Cora y Dahlia, completan la familia sus dos nuevas mascotas, Matilda y Nelson.
La suegra de Ecclestone y otras víctimas de secuestro
Tristemente, Luciana Curtis y su familia no han sido las únicas víctimas de la delincuencia organizada. En 2016, Aparecida Schunck, la suegra del magnate de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone, fue secuestrada, también en Brasil, y los malhechores pidieron un rescate multimillonario (más de treinta millones de euros). Después de nueve días de pesadilla, la policía brasileña logró liberarla.
El hecho de que bandas criminales pongan los ojos en personajes conocidos, o sus familiares, no es nuevo. Entre los ejemplos más sonados del siglo XX, recordamos tres casos que hicieron correr ríos de tinta y acabaron con distinta fortuna. El 1 de marzo de 1932 fue secuestrado el hijo del famoso aviador Charles Lindbergh, el primero en sobrevolar en solitario el océano Atlántico. El desolado padre encontró una nota del secuestrador en el interior de un sobre blanco, dejado en el alfeizar de la ventana de la habitación de su hijo. En ella se le exigía el pago de cincuenta mil euros si quería volver a ver con vida a su bebé, de veinte meses. La historia tuvo el más amargo de los finales, ya que el cadáver del pequeño apareció muy cerca de la casa donde había sucedido el rapto, dos meses después del mismo. En los sesenta del siglo XX, más concretamente en 1963, fue secuestrado Frank Sinatra Jr., el hijo de La Voz. Dos días más tarde se le liberó, después de que su padre presuntamente pagara un rescate que se cifró en unos 230.000 euros. Posteriormente, los delincuentes fueron capturados y encarcelados. Un los setenta, se produjo la rocambolesca desaparición de la nieta del magnate de los medios de comunicación, William Randolph Hearst. Patty fue secuestrada por un grupo terrorista de izquierdas al que acabó uniéndose. De hecho, cuando en 1975 fue detenida por el atraco de un banco, alegó que sufría el síndrome de Estocolmo.
En esta ocasión, Luciana Curtis y su familia, a pesar de haber vivido las doce peores horas de su vida en una cabaña destartalada, han logrado salir indemnes de la pesadilla. Ahora les queda superar unidos el trauma.