Natalia Jiménez y Arnold Hemkes ya son marido y mujer. La pareja cumplió el sueño de unir sus vidas el pasado 29 de noviembre y, desde entonces, escriben un nuevo capítulo de su historia de amor, que tuvo su prólogo hace ya algunos años. "Primero, como una amistad muy linda y, después, como un sentimiento irrefrenable, que creció como una bola de nieve sin cesar".
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Así lo confesaba a ¡HOLA! el feliz novio, al principio de una jornada llena de sorpresas, alegría y amor y de dos 'sí, quiero', uno civil y un segundo religioso, ambos en la Hacienda La Santa Cruz, en Guadalajara, México, el país del novio, allí donde Natalia siente que el mundo ya no se equivoca.
Alrededor de las tres de la tarde, con la emoción a flor de piel, la alcaldesa de la ciudad y amiga íntima de los contrayentes, Verónica Delgadillo, oficiaba la unión civil a puerta cerrada. Este era el punto de partida de una tarde emocionante, que se prolongaría después, con la pareja conduciendo sus pasos hasta la capilla, de aire colonial y decorada con grandes plantas y flores tropicales, en blanco y marfil.
En el altar, el novio, de frac, y Natalia, mostrando, por fin, el secreto mejor guardado de una novia: su vestido. Era el segundo de los cuatro que el diseñador Benito Santos había creado para ella y su día más especial, un traje con el que parecía una estrella de cine mexicano de los 50, y con el que quería hacer un homenaje al país que tan bien la ha acogido. Allí donde canta "la música que más me gusta, donde me he sentido adoptada y he conocido al amor de mi vida".
La hija de la cantante, Alessandra Jiménez, casi no podía reprimir su alegría, al tiempo que ejercía de dama de honor de su mamá, y protagonizaba uno de los momentos más sentidos de la ceremonia: ofrecer a la Virgen el «bouquet» de rosas rosas que llevaba su madre para desposarse.
Acostumbrada a cantar al amor, los votos de Natalia bien podrían ser el material de uno de sus próximos éxitos: "Con él puedo ser yo misma con mis errores, me siento libre todo el tiempo, puedo mostrarme tal y como soy y sé que me va a querer de todas maneras. Lo que más me gusta es sentir que tengo un compañero de vida, con el que puedo hacer lo que quiera y compartir lo que sea, bueno y malo". Aunque, a tenor de las promesas de Arnold, él también podría ser un gran letrista: "Cuando conoces a Natalia, te das cuenta del hermoso ser humano que es. Es muy bonita por fuera, pero por dentro tiene una belleza que no todo el mundo conoce y, cuando la descubrí, me cautivó. A mis 47 años, sé que hay todo tipo de personas en esta vida, pero seres humanos hermosos hay muy pocos, y el privilegio de poder estar con uno no es cualquier cosa".
¡Que comience la fiesta!
Tras los suspiros, los aplausos y las lágrimas, familiares y amigos provenientes de distintas latitudes pudieron disfrutar de la cena y la fiesta. Con el atardecer de fondo, Natalia presumió del tercero de sus looks, en raso mikado y marabú, y, en un guiño al Estado de Jalisco, la cantante tentó a la suerte pidiendo ayuda a un pajarito que, según la tradición, elige con su pico el papelito donde está escrito su destino.
Mientras, los invitados disfrutaron de un cóctel a base de tiraditos de atún y sashimi de pulpo para, acto seguido, sentarse a cenar un menú diseñado por La Cocina de Guille, a base de platos típicos de res, según la alta cocina mexicana. Y así, llegó el momento del baile, entre orquídeas, tulipanes y lirios, grandes vasijas amarillas de barro de Talavera y mariachis. "Queríamos que fuera una boda jovial, colorida, linda, relajada y muy mexicana. Que nuestros invitados vinieran a celebrar con nosotros, a pasársela superbién y se vayan con un gran recuerdo de Guadalajara, de México y de nosotros", dijo la novia antes de bailar junto a su marido Llevarte al cielo, una canción que escribió solo para él.