El pasado 12 de mayo, Lucia Ponti cumplió 18 años. El 20 de septiembre, su abuela Sofia Loren, la diva eterna, mito viviente del cine de la época dorada de Hollywood e icono de belleza y estilo grabado a fuego en el imaginario colectivo, celebró 90. La mayor de los cuatro nietos de la gran estrella, la primera actriz en lograr un Oscar por un papel no hablado en inglés, es hija del director de cine Edoardo Ponti (bajo cuya batuta regresó su madre a la pantalla, en La vida ante sí, hace cuatro años tras una década) y de la actriz y productora Sasha Alexander.
Nació en Ginebra, donde vive su famosísima abuela; ha crecido en Los Ángeles, y recientemente voló del hogar familiar con destino a Rhode Island, en la costa opuesta, para iniciar sus estudios superiores donde siempre soñó, la Universidad de Brown. Apasionada de la lectura y la literatura, se forma en Inglés e Historia del Arte y de alguna manera continuará la estela de esta gran estirpe de 'narradores', como ella misma dice, que abarca del mundo del cine, con sus abuelos Carlo y Sofia y sus padres, al de la música, con su tío Carlo, que es director de orquesta.
El consejo de su 'nonna'
El segundo nombre de Lucia es Sofia, sobra decir en honor a quién, y el 30 de noviembre formará parte del grupo de jóvenes de algunas de las familias más influyentes del mundo empresarial, del arte y la aristocracia, que se presenta ante la alta sociedad internacional en el tradicional Le Bal, el baile de debutantes de París, motivo por el cual fueron tomadas estas imágenes y hablamos con ella. Bajará la regia escalinata de un escenario de película, en su día la residencia de Roland Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón III, y hoy uno de los hoteles más exclusivos de París, el Sangri-La, del brazo de su cavalier, el conde italiano Alberico di Carpegna Brivio, vestida con un diseño de Armani Privé, celebrando así su herencia italiana y la amistad de décadas del mago de la aguja y la protagonista de Matrimonio a la italiana.
Este año, los fondos recaudados de este baile fastuoso, pero también benéfico, cuya anfitriona es Madame Ophélie Renouard, irán destinados a la unidad de investigación de cardiología ARCFA del hospital Necker-Enfants Malades y el Maria Fareri Children’s Hospital.
—¿Qué significa Le Bal para ti, Lucia?
—Participar en el baile de debutantes significa mucho, teniendo en cuenta que apoya y recauda fondos para organizaciones como ARCFA y el Hospital Infantil Maria Fareri, de Nueva York. Es inspirador para mí formar parte de una plataforma que destaca y apoya causas benéficas que valoro profundamente, así como honrar la tradición de Le Bal de debutantes y la multitud de mujeres que vinieron antes que yo.
—¿Conoces a alguna de las otras debutantes?
—Hasta ahora, conozco a una de las otras debutantes, Madelyn Netto, que es una de mis mejores amigas. Me hace mucha ilusión pasar tiempo con ella y reencontrarnos, teniendo en cuenta que hemos pasado los últimos meses en universidades distintas.
—Te viste Giorgio Armani, amigo de tu abuela Sofia Loren. ¿Qué vestido has elegido?
—He elegido un vestido de la colección de alta costura de otoño 2018. Aunque Armani me había ofrecido un abanico de posibles vestidos impresionantes, elegí este porque creo que es el que más representa mi estilo personal. El tejido alterna bandas horizontales de encaje con otras transparentes, creando un efecto de rayas. El encaje es muy detallado, con motivos florales y ornamentales que le dan un aire vintage y elegante. El vestido también tiene sutiles adornos, como cuentas o lentejuelas, que le añaden brillo.
—¿En qué te inspiró tu abuela para elegir este vestido?
—Mi abuela siempre creyó en la elegancia atemporal y en la importancia de llevar algo que refleje tu verdadero yo. Elegí este vestido teniendo en cuenta sus valores: es clásico, sofisticado y me permite sentirme segura y auténtica.
—¿Y cuál fue la influencia que tuvo ella en tu estilo mientras crecías? ¿Qué consejos de moda te ha dado?
—Cuando era pequeña, me enseñó el valor de la sencillez, de la confección y de añadir siempre un toque de singularidad a tu vestuario. Su armario estaba lleno de prendas que contaban una historia, y he llevado esa mentalidad conmigo.
—¿Llevarás en el baile alguna joya que ella te haya regalado?
—Mi abuela me dio el consejo más preciado, no una joya, y es que sea yo misma. Me aseguraré de llevarlo conmigo en este viaje.
—Sofia Loren es famosa por su estilo impecable. ¿Cómo te sentías de pequeña cuando la veías con todas sus galas?
—Cuando mi abuela venía a Los Ángeles, yo le dejaba mi habitación para que se quedara durante sus visitas. De pequeña, entraba en mi habitación cubierta de postizos, joyas y abrigos, y en aquel momento me quedaba hipnotizada por la transformación que experimentaba mi dormitorio cada vez que ella venía de visita. Y aprovechaba ese tiempo para hacer mis propios desfiles de moda personales para ella y el resto de mi familia. Me probaba todas sus cosas y me pavoneaba bromeando por la casa sin entender por qué mi abuela llevaba esos conjuntos o piezas.
—¿Qué admiras de ella como icono del cine y como abuela?
—Admiro su fidelidad a sus valores. Mi abuela nunca renunció a su propia autenticidad para adaptarse a las expectativas de los que la rodeaban. Me siento infinitamente inspirada por ella y siempre agradecida por tener un modelo tan increíble al que admirar.
—Además de llevar su nombre, ¿qué más crees que has heredado de ella?
—Creo que he heredado sus agallas. Siempre me ha enseñado a no rendirme nunca y a seguir luchando por lo que anhelas, sin importar el rechazo o el coste.
—Vives en Estados Unidos y tu abuela, en Ginebra, ¿estáis muy unidas a pesar de la distancia?
—Sí, mi abuela y yo estamos muy unidas. La visitamos a menudo en Ginebra y también viene a visitarnos a Los Ángeles. La quiero mucho y, a pesar de la distancia, pasamos mucho tiempo juntas.
—¿Cuál es tu película favorita de Sofia Loren?
—Cintia (Houseboat, 1958) es la primera película de mi abuela que vi cuando era pequeña y es, sin duda, mi favorita.