La figura del abogado Rafael Escuredo fue clave en el secuestro de Anabel Segura y tiene un gran protagonismo en el documental de Netflix sobre el caso. Aunque no participa recordando su importante papel durante los 900 días que se tardó en resolver el rapto de la joven, sí se ha pronunciado a través de sus redes sociales con un escueto mensaje que refleja a la perfección el calvario que él mismo vivió intentando encontrar sana y salva a la hija de uno de sus mejores amigos, José Segura. "900 días sin Anabel. Y los peores de mi vida. Se puede ver en Netflix", ha escrito.
Escuredo, que fue el primer presidente de la Junta de Andalucía por el Partido Socialista, demostró una gran templanza durante los casi tres años que duró esta pesadilla. Dejó su trabajo de lado y hasta su propia familia para instalarse en el hogar de los Segura y poder ejercer la difícil tarea de mediar con los secuestradores. Era un hombre tranquilo e incansable, que no se alteraba al hablar con los secuestradores y sabía transmitir de la mejor manera la estrategia policial.
Tuvo el valor de exigir a los secuestradores una prueba de vida antes de entregarles los 150 millones de pesetas que pedían y fue la persona elegida por los delincuentes para que les llevara personalmente esa cantidad de dinero a un punto exacto en mitad de la nada. "Salir en la oscuridad de la noche y traerse con vida a la hija del amigo secuestrada... es una misión que merece todo el respeto y toda la admiración para Rafael Escuredo", recuerda Paco Lobatón en el primer episodio del documental. "Y máxime yendo una persona que no esta acostumbrada a este tipo de coas, el viaje se tuvo que hacer largo", añade uno de los policías del caso.
Escuredo tenía sobre sus hombros una gran responsabilidad. Pero aquella noche, fría y estrellada, no se presentó nadie a recoger el dinero y volvió al hogar de los Segura totalmente devastado y sabiendo que algo raro ocurría. A partir de ese momento, los secuestradores dejaron de llamar a la familia y la desesperación de los Segura aumentó. Entonces, Escudero ideó un plan para captar de nuevo la atención de los delincuentes al comunicar que los intereses de la policía y los de la familia Segura no tenían por qué ser coincidentes. El teléfono sonó inmediatamente y acordó con los secuestradores una segunda entrega del dinero. Lamentablemente, también fue en balde. "Lo más duro era la vuelta cuando desgraciadamente no iban a coger el dinero. Tengo en la memoria la segunda vez porque estuvimos allí hasta las siete de la mañana porque nadie quería moverse pensando que no era posible que no hubieran ido", confesó Escuredo.
Tras dos entregas fallidas, Escuredo se centró en conseguir una prueba de vida de Anabel y logró que los secuestradores enviaran a la familia una cita con la voz de la joven. Cuando la reciben y la escuchan, José Segura lo tuvo claro: esa no era su hija. Pero días después, comenzó a dudar y Escuredo acudió a numerosos platós de televisión para llamar la atención de los delincuentes y que volvieran a ponerse en contacto con ellos. "Si realmente lo que piensan es que el tiempo iba a doblegar a la familia y que la iban a llevar a una situación límite, yo les diría, si me están viendo, que lo han conseguido", dijo mirando a cámara. Además, llegó a transmitir que los padres de Anabel harían todo lo posible para que los secuestradores no acabaran en la cárcel.
El 12 de abril de 1995, coincidiendo con el segundo aniversario del secuestro de Anabel, Escuredo se puso en contacto con Paco Lobatón para preguntarle si podía emitir en su programa las voces de los secuestradores. El periodista le respondió con un sí rotundo y la centralita de Quién sabe dónde recibió miles de llamadas con posibles pistas. Esas llamadas se derivaron a la policía y una de ellas fue clave en la resolución del caso. A través de ella llegaron a Emilio Muñoz y a partir de ahí, a Cándido Ortiz y a Felisa García, la persona que grabó la cinta fingiendo la voz de Anabel.
Los detenidos confesaron el crimen de la joven y llevaron a la policía al lugar de los hechos. Escuredo estuvo presente durante las tareas de búsqueda del cuerpo le contó a Paco Lobatón que ninguno de los secuestradores fue capaz de mirarle fijamente a los ojos. "Dicen que el tiempo lo cura todo. Yo estoy convencido de que algo se ha roto en la familia Segura y se ha roto para siempre", pronunció Escuredo tras el hallazgo de los restos de la joven. "La memoria de Anabel exige, y exige la familia, en mayúsculas, que el peso de la ley recaiga sobre estos asesinos y secuestradores", sentenció.