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El talento español está muy presente en la ceremonia de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, distinción que recae en 37 personalidades y entidades de la cultura entre las que se encuentra el nombre de Pablo Berger. El cineasta despide así un 2024 que no ha podido ser más positivo, ya que ha ganado dos premios Goya con Robot Dreams, su primera película de animación, la misma que convirtió también en candidato al Oscar. Al margen de esas historias que cautivan en la gran pantalla, te contamos todos los detalles de su apasionante vida personal.
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El destino de Pablo siempre estuvo marcado por el séptimo arte. De niño creció muy cerca de la gran pantalla, concretamente pared con pared. Y es que el edificio contiguo a su vivienda familiar, en el centro de Bilbao, era un cine. Pero entonces él ni siquiera sabía de la existencia de los grandes premios cinematográficos ni conocía nada acerca de la industria que hoy es su profesión. En esa etapa estaba más en contacto con la música. ¿El motivo? Sus primos son los hermanos Uranga, integrantes de Mocedades, grupo que representó a España en Eurovisión en 1973 (se celebró en Luxemburgo) con Eres tú.
Su lado más personal y el consejo sobre el que se sustenta su carrera
El paso del tiempo lo convirtió en un gran cinéfilo, afición que se incrementó en su época como estudiante de ingeniería informática, ya que en la universidad hacía cortos en super 8 y era un habitual del cine club. Cuando terminó la carrera su deseo era ser director de cine y fue su prima Amaya Uranga quien le dio la llave para lograrlo. La cantante le presentó al cineasta y guionista José Luis García Sánchez, al que fue a conocer a Madrid. Después de aquel encuentro siguió su consejo de escribir y dirigir cortos sin imaginar que aquellos primeros pasos le llevarían cuatro décadas después a optar a un Oscar.
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Su primer trabajo fue Mama, corto basado en un cómic de Phillippe Vuillemin y en el que su buen amigo Álex de la Iglesia ejerció como director. El resultado tuvo una buena acogida y tuvo claro que su futuro estaba en ese camino. Dispuesto a aprender todo sobre el oficio, en 1990 se mudó a Nueva York para hacer un máster en dirección cinematográfica que duró cuatro años. Al finalizarlo se convirtió en profesor de Dirección cinematográfica de la New York Film Academy. En ese periodo dirigió Truth and Beauty, por el que estuvo nominado a los Emmy.
En la Gran Manzana conoció a mediados de la citada década a la fotógrafa Yuko Harami, quien es desde entonces su inseparable compañera de vida. A su lado tuvo a su hija Akaio, que tiene 20 años, estudia Bellas Artes y se ha adentrado en la gran pantalla prestando su voz a un dálmata de Robot Dreams. Además, ha montado el cineclub de su facultad, un gesto que a Pablo le ha recordado a su propia juventud.
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Regreso a España, su primer largometraje y Maribel Verdú como musa
Estados Unidos fue el hogar familiar durante una década, pero se mudaron a España para que Berger pudiera dar forma al guion que había escrito de Torremolinos, 73, su ópera prima. Protagonizada por Javier Cámara, Candela Peña, Juan Diego, Fernando Tejero, Mads Mikkelsen y Malena Alterio, recibió cuatro nominaciones a los Goya y su éxito traspasó fronteras. Triunfó en Dinamarca e incluso tuvo su adaptación en China. Hubo que esperar casi una década para que su talento firmase otro título, Blancanieves, con Maribel Verdú encabezando el elenco.
Se conocieron en El Retiro para presentarle el proyecto y ella aceptó porque, según le confesó después, Guillermo del Toro le había aconsejado arriesgar. Cuatro años más tarde comenzó el rodaje y a día de hoy la intérprete es una de sus grandes amigas y una de las primeras personas que vio Robot Dreams.
Blancanieves arrasó con diez premios Goya y en 2017, un lustro después, llegó la tercera apuesta de Berger: Abracadabra. La película se le ocurrió a raíz de ver a un primo suyo hipnotizado en una boda y que nuevamente estuvo protagonizada por su musa, Maribel Verdú, Ángela Molina y Macarena García. Esta última, hermana de Javier Ambrossi, ganó el Goya a mejor actriz revelación por este título con el que comenzó su meteórica carrera.
Dos años de trabajo metódico y su camino al Oscar
Seis años más tarde, Pablo Berger, que es Caballero de las Artes y las Letras de Francia, estrenó Robot dreams, su primera película de animación. Tardó 24 meses en grabarla y durante ese tiempo estuvo trabajando de nueve de la mañana a ocho de la tarde de lunes y viernes. En conversación con AISGE compara el proceso con un tren bala que no puede parar y asegura que el resultado es la película "que más pude soñar como guionista".
