A nadie le ha pillado por sorpresa que Gladiator 2 esté arrasando en taquilla. Desde que se anunció que Ridley Scott llevaría a cabo una secuela de la película con la que conquistó al público y a la crítica en el año 2000 y ganó 5 premios Oscar, todo el mundo esperaba con intriga cuál sería la nueva trama y los protagonistas con los que nos sorprendería 24 años más tarde.
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No vamos a hacer ningún spoiler al respecto porque la respuesta a todas las incógnitas se encuentra en las salas de cine, pero sí vamos a analizar la figura de la única estrella que repite papel, Connie Nielsen, una mujer entre gladiadores por la que parece que no ha pasado el tiempo; y el caso contrario, el de Russell Crowe, que ha cambiado mucho desde entonces.
Con el cartel de Gladiator 2 queda claro quiénes son los protagonistas de esta nueva entrega, no hace falta ver la película para saberlo. Tenemos a Paul Mescal, Pedro Pascal y Denzel Washington a la cabeza, pero quien llama la atención es Connie Nielsen por la que parece que los últimos 24 años no han transcurrido igual que para el resto de los mortales… porque está igual.
En Gladiator – y esto sí es un spoiler para quien no la haya visto esta primera parte-, ella interpreta a Lucilla, la hija del emperador Marco Aurelio, a quien le hubiera gustado que fuera ella quien le sucediera, pero, por entonces, era impensable que una mujer pudiera liderar un imperio. “Hubiera bastado que nacieras varón, ¡qué Cesar se ha perdido Roma!”, le decía su padre. Y no, no llegó a ser César, pero vuelve a estar en la gran pantalla como madre de Lucio, al que ahora da vida Paul Mescal.
Connie, aunque parezca increíble, tiene 59 años y en la pantalla se ve prácticamente igual que cuando tenía 35. Su papel de Lucilla la catapultó a la cima de Hollywood, aunque la actriz danesa siempre ha preferido mantenerse en un segundo plano en el mundo de las estrellas de la meca del cine, donde además de triunfar como una espectacular belleza romana ha trabajado en películas de renombre como El abogado del diablo -junto a Keanu Reeves y Al Pacino-; Tres días para matar -con Kevin Costner-, o Wonder Woman. En cuanto a su vida personal, su relación más conocida ha sido con Lars Ulrich, componente del grupo Metallica, con quien estuvo desde 2004 a 2012 y tuvo un hijo llamado Bryce.
Pero dejando a un lado su currículum, muchos pueden pensar que gran parte del secreto de su juventud reside en la magia del cine o en la tan de moda inteligencia artificial o sin ir tan lejos, en que llevar los mismos peinados y looks de antaño ayuda a que esté idéntica, pero la magia del séptimo arte desaparece en las alfombras rojas -donde entra en juego la magia del maquillaje-, y aún así, la imagen de sus casi 60 años es prácticamente igual que la que tenía a sus treinta y pico. Dejémoslo en que tenga que ver con la genética y la vida sana porque si no, tendría que tratarse de un auténtico pacto con el diablo.
El caso contrario es el del hombre que ocupaba su corazón en Gladiator -esto vuelve a ser un spoiler de la primera-, el actor Russell Crowe. Él interpretaba a Máximo Décimo Meridio, "comandante de las tropas del norte, general de las legiones Félix, leal servidor del verdadero emperador, Marco Aurelio. Padre de un hijo asesinado, marido de una mujer asesinada, y alcanzaré mi venganza, en esta vida o en la otra", como explicaba su personaje en la arena del Coliseo en lo que ha quedado como la escena más mítica de la película. Russell Crowe ganó un Oscar por este papel y pasó a ser por entonces uno de los hombres más deseados, un auténtico sex symbol con músculos de acero capaces de derribar hasta un imperio.
Ahora el actor tiene 60 años y su figura no es la misma que la que lucía con la armadura del ejército romano. De hecho, hasta él mismo ha bromeado en más de una ocasión diciendo que no es como Máximo y eso se debe, en gran parte, por exigencias de guion. En 2008 volvió a ponerse a las órdenes de Ridley Scott para la película Red de mentiras y para dar vida a su personaje tuvo que engordar más de 30 kilos. Un peso que después ha confesado que le costó mucho controlar y que intentó bajar en varias ocasiones. Ha tenido épocas mejores y peores y desde hace un tiempo, intenta mantenerse en forma cuidando su alimentación y haciendo deporte no con el objetivo de volver a pelear en el Coliseo, sino para mantenerse sano, porque al final, eso es lo único importante, no el aspecto físico.