De los sets madrileños a las producciones hollywoodienses hay un largo camino de esfuerzo, dedicación y constancia. Hace diez años, Ana de Armas puso rumbo a lo más alto y poco a poco, lo fue consiguiendo. Cubana de nacimiento, a los 18 años decidió marcharse a Madrid con un objetivo: llegar a ser actriz.
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De su primera aparición en El Internado, en el año 2007, ya ha pasado mucho tiempo. Ahora podemos situarla en películas de mucho caché como No time to die -de la saga Bond-, Knives Out o Blonde -el papel por el que optó a una nominación en los Premios Oscar 2023-. Sin duda, una verdadera estrella, que ahora se codea con lo más top del mundo del cine, pero nunca olvida ni de dónde viene, ni sus orígenes.
Madrid fue su hogar durante muchos años y siempre que tiene un hueco en la agenda, vuelve a la capital. Fue la semana pasada cuando las cámaras captaron imágenes de su último viaje al territorio español. La sorpresa: no estaba sola, iba acompañada. Ayer en ¡HOLA!, descubrimos la exclusiva del nuevo romance entre la actriz cubana y Manuel Anido, hijastro y asesor del presidente actual de Cuba, Miguel Díaz-Canel. Una noticia que se confirmaba con un beso de película después de un paseo bajo la luz de la luna por las calles de Madrid.
La ruta gastronómica
Para comer, Ana se decantó por el Café Murillo. Regentado por la empresaria venezolana Eliza Arcaya, por este sitio con un siglo de historia, han pasado muchas personalidades. Desde Susan Sarandon o Alec Baldwin hasta la mismísima Michelle Obama, nadie ha pasado por alto los encantos de este lugar y de su carta.
Situado junto al museo del Prado, con unas impresionantes vistas desde su terraza, este espacio combina la cocina tradicional española con recetas internacionales. Platos vanguardistas como el tartar de salmón o los fagotti a la trufa negra con queso Grana Padano, se han convertido en su especialidad más conocida. Aunque, hay mención también para sus clásicos como las patatas bravas o las croquetas. Y si le preguntan a la ex Primera Dama de EEUU, te confesará su debilidad por la tarta de zanahorias del restaurante.
Para cenar, la actriz y el abogado escogieron Numa Pompilio. Uno de los italianos de moda, en el que disfrutaron de las especialidades de la casa con un grupo de amigos. Ubicado en la calle Velázquez, este restaurante experimenta con platos menos conocidos de la cultura de la península itálica. Con Sandro Silva en los fogones, “una cocina abierta y la mesa-obrador de pasta dan la bienvenida al cliente que se adentra en los salones para llegar al comedor principal, con grandes ventanales al jardín trasero”, explican los dueños del local.
Una ruta gastronómica muy completa con la que Ana enseñó a su chico algunos de sus rincones favoritos de Madrid. Y que culminó con miradas cómplices, mucho frío y un romántico beso mientras paseaban a ‘Salsa’ -la perrita de la actriz-.