Felicidad, plenitud y paz. Así describe Nerea Garmendia su estado actual. La actriz, presentadora y cómica está esperando su primer hijo junto a su pareja, Luis Díaz Núñez, al que conoció hace cuatro años en Valencia, durante la pandemia, y en uno de esos encuentros tan fortuito y 'loco' que parece sacado de una comedia romántica de Hollywood. "Durante dos semanas tuve alguna náusea y más sueño de lo normal, pero poco más. Como cada mujer es un mundo y te cuentan tantas experiencias, estaba preparada para que fuese peor, pero he tenido suerte", nos cuenta Nerea, a quien hemos podido ver en la última edición de MasterChef Celebrity. El camino, como ella misma nos cuenta, ha sido largo hasta encontrar a "mi perfecto", como dice. Pero el sueño se cumple y a mediados de abril nacerá el bebé más esperado.
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—Nerea, ¿cómo están siendo estos primeros meses de embarazo?
—Me encuentro estupendamente. El primer trimestre ha sido de ensueño, la verdad. He mantenido todos mis compromisos laborales: serie TV, Masterchef Celebrity, teatro, eventos...
—¿Cuándo está previsto que nazca el bebé?
—Me faltan cuatro días para los cinco meses. Nacerá a mediados de abril.
—¿Sabes ya si es niño o niña?
—Todavía no lo sabemos, pero ambas opciones nos parecen bien. Tengo la premonición de que va a ser niña; por parte de Luis quieren que sea niño, porque ya hay tres sobrinas en la familia y para darle un poco de salsa. Pero lo único que nos importa es que venga sano.
—¿Habéis barajado ya nombres?
—Tenemos algún nombre pensado, lo que os podemos adelantar es que el nombre será en euskera. Luis quería que fuese así y yo, evidentemente, también. Así que todos contentos.
—¿Ser madre es para ti un sueño?
—Sí. Pero no soy de las que soñaban con ser madre desde niña, la verdad. Me lo planteé después de la pandemia, incluso se me pasó por la cabeza ser madre soltera, pero entonces llegó Luis y todo cobró sentido. No tuve ninguna duda, él era 'mi perfecto'. No era perfecto (como yo tampoco lo soy), pero era perfecto para mí. Su forma de ver y vivir la vida, sus valores, el respeto, su sentido del humor eran los ingredientes perfectos para ser mi compañero de vida y el padre de mis hijos.
—¿Nunca te lo habías planteado antes o no había podido ser?
—Alguna vez me lo había planteado. Pero no era el momento ni la persona. Traer un hijo al mundo es algo muy serio, requiere mucha responsabilidad, dedicación y tiempo. Pero jamás descarté ser madre, por eso me congelé óvulos hace nueve años.
—¿Te costó tomar la decisión de ser madre a esta edad?
—Conocí a Luis cuando tenía 40 años y él, 36. Desde el primer momento tuve claro que sería el padre de mis hijos, pero decidimos esperar un año para disfrutarnos como pareja y conocernos bien. Así que pusimos fecha de un año para quedarnos embarazados, aunque el proceso lo empezamos desde el principio. Creamos los embriones con los óvulos que yo tenía congelados para saber las posibilidades reales que teníamos de ser padres. Aunque seré madre con 45 años, empecé el proceso con 41. Una no es madre cuando quiere, sino cuando lo logra.
—¿En algún momento pensaste que la maternidad no iba a ser posible para ti?
—Sí… No ha sido fácil llegar a gestar a este bebé. Lo intentamos hace dos años y no pudo ser. Los médicos que lo han conseguido nos recomendaron que nos tomáramos un respiro antes de volver a intentarlo y volver con serenidad y tranquilidad, y efectivamente, lo logramos.
—Desde este punto de vista, ¿crees que hay desinformación?
—Como cada vez nos conservamos mejor, creemos que nuestros óvulos también envejecen más tarde y no es así… Tenemos la misma fecha de caducidad que nuestras abuelas y tatarabuelas, pero con la diferencia de que la sociedad de hoy en día ha hecho que se postergue la maternidad y con ello disminuyan las posibilidades de ser mamá de forma natural. Para mí es muy importante transmitir este mensaje y es uno de los motivos por los que he querido compartir esta noticia con vosotros. Siento el deber y la necesidad de contar la realidad.
—Por otro lado, ¿cómo fue el instante en el que te dicen que todo ha salido bien y confirman que estás embarazada?
—Estábamos de vacaciones. Hicimos la transferencia del embrión justo después de terminar las grabaciones de MasterChef Celebrity y cogimos un mes de vacaciones. Para saber si estábamos embarazados, nos hicimos una analítica en Avilés y nos dieron el resultado tres horas después, justo cuando llegamos a la playa de Caravia, en Asturias. Un lugar muy especial para nosotros. Fue todo idílico. Cocinamos verduras al wok en nuestra 'Campermendia' —una 'camper' equipada con todo lo necesario para el día a día que compramos hace tres años— y fuimos a una playa de perros que nos encanta y lo celebramos entre chapuzones, partida de palas y una buena siesta.
—¿Hay algo que te preocupe especialmente?
—La verdad es que estoy muy tranquila. Hemos hecho el tratamiento en el hospital Ruber Internacional. Estamos en las mejores manos. Como ya os he dicho, todo ha sido posible desde que conocí a Yosu Franco, que es director de laboratorio y científico del hospital, y su equipo, las doctoras Beatriz Bueno y Silvia Iniesta, ginecólogas especialistas en reproducción. Sin olvidar a Camino Arregui, que lleva toda la gestión. Ellos me asesoran y velan porque todo salga bien. Han hecho todo tipo de pruebas, tanto genéticas como físicas. Y nuestro gran apoyo ha sido, sin duda, mi amigo y hermano Aketza López. Él es padre y ha pasado por lo mismo y ha estado día y noche preocupándose porque todo salga bien.
—Por otro lado, ¿cómo ves a Luis en este momento, ilusionado, emocionado, asustado…?
—Lo veo como un niño el día de Reyes, muy ilusionado y emocionado. Me cuida y me mima mucho (pero eso lo hace siempre); es verdad que me pregunta qué tal estoy como 30 veces al día y le habla al bebé y le da besos a la tripita.
—¿Cuándo y cómo os conocisteis?
—Nos conocimos un 21 de agosto, en Valencia, con mascarillas y toque de queda. Los dos estábamos solteros y ninguno quería pareja, pero cuando el destino nos unió fue inevitable. Fue en el muelle, yo estaba con una amiga y él, con un amigo. Unos chicos querían ligar con nosotras y para librarnos les dijimos que habíamos quedado con unos amigos. Pasó Luis con su amigo Raúl y le dije: 'Dame el codo que se supone que somos amigos'. Se quedó alucinado, pero me siguió la corriente. Nos caímos muy bien e hicimos plan de amigos, pero aquello solo duró 24 horas. Al día siguiente quedamos para dar una vuelta en motos acuáticas y me pidió que le diera crema en la espalda y, al tocar aquella espalda dije:'No lo quiero solo como amigo' —ríe.
—Y así empezó vuestra historia de amor, en Valencia.
—Ahí empezó nuestra historia de amor. Estamos con el corazón encogido con el paso de DANA, es terrible todo lo que ha sucedido y todas las personas que han perdido la vida, sus casas, sus negocios, recuerdos… Valencia es nuestra segunda casa. Allí nos conocimos, allí tomamos la decisión de ser padres (en la Albufera, concretamente), allí es donde trabajo habitualmente con mi espectáculo. Me siento impotente al no haber podido bajar a ayudar, pero los médicos me lo han prohibido en mi estado.
"Me encanta"
—Luis no tiene nada que ver con tu mundo.
—No es de mi mundillo y eso me encanta. Él pone la estabilidad y yo, la improvisación y los proyectos inesperados. Es un compañero de vida maravilloso porque respeta y entiende mi profesión. Y, de hecho, también me ayuda en mi trabajo. Tiene un sentido de humor que me encanta y es muy rápido, me ayuda a escribir chistes para mi espectáculo de comedia. Formamos un gran equipo.
—¿Cómo es Luis y qué te aporta? ¿Qué te gusta de él?
—Luis es honestidad, lealtad, alegría, bondad, humor a raudales, a veces cabezota, como yo, y le gustan las patatas a la vinagreta (esto es un plus —ríe—). Me aporta calma, paz, alegría, una familia maravillosa, es mi mejor amigo y mi amante. La base de nuestra relación es la confianza, la comunicación y la empatía. Así empezó todo, sin necesitarlo. Y así es como ha ido fluyendo.
—¿Pensabas que a estas alturas de la vida ya no encontrarías a alguien o siempre fuiste optimista?
—Sabía que encontraría alguien, pero jamás pensé que encontraría a alguien que cumpliera con todos los requisitos que para mí eran inamovibles. Porque, cuando pase la pasión, la novedad de los primeros años de relación y lleguen las arrugas, los achaques y la rutina, lo que queda es la esencia. Y en eso he hecho el casting de mi vida.
—Hace poco contaste que padeces epilepsia, artrosis y llevas ocho clavos en la espalda, y hace ya tiempo compartiste que tienes un 33 por ciento de sordera. ¿Siempre has afrontado tus problemas de salud con una sonrisa?
—No siempre. Todo empezó con una operación de espalda con doce años, en plena adolescencia. No me quedó otra más que tirar de responsabilidad y constancia, ya que debía ir a nadar cada día. Con quince llegó la epilepsia y me limitó bastante para poder hacer vida normal. Yo todavía era muy tímida y lo llevaba como podía. No me atrevía a contar a la gente mi enfermedad. Pero con 23 años llegó Vaya semanita y ahí apareció el humor en mi vida para quedarse. Nos reíamos de nosotros mismos, sin vergüenza ninguna. Y lo utilicé como herramienta de vida. Sin saber que sería mi mejor medicina para la adversidad. El humor ha sido mi mejor terapia. Por eso para mí es muy especial estar embarazada ahora, cuando ha vuelto el proyecto más especial de mi vida. Y que mi bebé se esté gestando como yo me gesté como cómica.
—¿También lo has contado para romper tabúes?
—¡Así es! Soy de las que cuenta todo aquello que la gente no se atreve a contar, pero que una gran mayoría sufrimos. Todavía nos falta desarrollar la empatía y dejarnos de aparentar ser perfectos para ser más genuinos.
—¿De alguna manera tienes miedo de que tu hijo pueda heredar alguno de tus problemas de salud?
—Me quedo tranquila porque las alteraciones cromosómicas que puedan producirse se han descartado.
—¿Tienes un seguimiento especial?
—No, afortunadamente no tengo que seguir ningún tratamiento distinto.
—¿Habrá boda?
—'Carpe Diem'.
Habla Luis
—¡Enhorabuena, Luis! ¿Tenías muchas ganas de ser padre?
—¡Muchas gracias! Sí, la verdad es que sí. Es algo que siempre he querido, pero faltaba la persona perfecta para ser padre.
—¿Cómo ves a Nerea en estos momentos?
—La veo radiante. La veo feliz. Tiene algo especial en la cara, yo se lo noto.
—¿Recuerdas qué pensaste la primera vez que la viste?
—Sí, pensé: 'Está loca, pero qué divertida es' —ríe.
—¿Tú la reconociste o no tenías ni idea de quién era?
—Esto lo cuento a modo de anécdota…Me sonaba su cara mucho, pero pensaba que la conocía de vista del barrio, quizás cajera del supermercado. Rápidamente me di cuenta de que era una de las protagonistas de mi programa de culto de comedia, «Vaya semanita». ¡De eso hace 20 años! Y fíjate cómo es el destino que ahora que estoy con ella ha vuelto el mítico programa Vaya semanita con ella al frente. Y lo que es más fuerte aún es que lleve dentro a nuestro hijo.
—¿Qué te pareció que fuera una actriz popular, ya que tú no tienes nada que ver con ese mundo?
—Yo conocí a una chica pizpireta y divertida que me abordó en el muelle de Valencia, no a una actriz popular. Es una persona muy normal, sin excentricidades ni cosas fuera de lo común. Tenemos profesiones muy distintas, pero muy compatibles, nos complementamos muy bien. Yo trabajo en una empresa que se dedica al mundo de la elevación, vamos, que hacemos ascensores. En TKE diseñamos y creamos cabinas de ascensores de última generación para todo del mundo.
—¿Cómo crees que será Nerea como madre?
—Va a ser la madre con más energía, de eso estoy seguro. Con los valores que tiene y lo luchadora que es, va a ser la mejor madre del mundo.
—¿Quién crees que mimará más al bebé?
—Tengo en la cabeza que seré algo más consentido con el bebé y Nerea será la poli mala, porque es muy exigente con todo lo que hace. En casa, mi perro 'Coko' me saca todo lo que quiere, ¡si hasta me ha pedido una PlayStation por Navidad! —ríe.