Hay imágenes capaces de emocionar más que las palabras, y una de ellas es la de Rafa Nadal llorando instantes antes del partido contra Van de Zandschulp, enmarcado en los cuartos de final de la Copa Davis, competición que ha elegido para retirarse. El tenista ha saltado a la pista del Martín Carpena de Málaga con sus compañeros de equipo, que sostenían una bandera de Valencia como homenaje a las víctimas de la DANA, y sus ojos se han llenado de lágrimas mientras el himno de España se entremezclaba con los aplausos y vítores de una grada de la que formaba parte su incondicional familia.
Nadal no ha podido ganar, pero la victoria de Alcaraz contra Tallon Griekspoor permite al equipo español seguir intentando avanzar en la clasificación. El tenista siempre ha dado completa naturalidad a su retirada y lo ha asumido como un paso lógico, pero lo cierto es que no deber ser fácil enfrentarte al momento decisivo: decir adiós al deporte que te lo ha dado todo. Además, despedirse en la Copa Davis tiene un doble significado, ya que la disputó por primera vez hace ahora dos décadas, cuando ni siquiera podía imaginar todo lo que su magistral zurda iba a darle. Porque ha pasado de ser un niño de Manacor que soñaba con ser tenista a ocupar un lugar privilegiado y eterno en el Olimpo del deporte.
El secreto de su éxito no es otro que su constancia, su disciplina y una estabilidad en la que mucho ha influido su familia. Para Rafa ha sido clave contar con el apoyo de sus padres, Sebastián Nadal y Ana María; de su hermana Maribel; de su mujer Mery Perelló; y de su hijo Rafael. Con dos años recién cumplidos, el niño se ha convertido en el mayor fan de su padre y sus gestos de ilusión al ver los partidos, incluido el de este 19 de noviembre, han dado ya la vuelta al mundo. También la figura de su tío y exentrenador, Toni Nadal, ha sido de gran relevancia.
"La familia lo es todo para mí, ¿no? Mi madre creo que ha hecho todos los sacrificios que tenía que hacer para que nosotros siempre lo tuviéramos todo. Mi mujer, Mery, llevamos 19 años juntos, gracias por todo lo que has hecho. Creo que has sido mi compañera de viaje perfecta durante todos estos años de carrera. Volver a casa cada día y ver cómo está creciendo mi hijo ha sido una fuerza que realmente me ha mantenido vivo y con la energía necesaria para continuar. Mi hermana, creo que hemos mantenido siempre una relación increíble. Mi tío, que es la razón por la que empecé a jugar a tenis. Creo que gracias a él he podido superar muchas situaciones que han sido difíciles en mi carrera deportiva. Y a mi padre, que creo que para mí ha sido una fuente de inspiración en todos los sentidos, que ha sido un ejemplo de esfuerzo, de superación. Muchísimas gracias a mi padre de manera muy, muy especial", dijo al comunicar su retirada.
La Nadalmanía y su deseo de futuro
En el recinto malagueño se respiraba un ambiente de alegría, pero sobre todo se notaba entre los asistentes su ilusión por formar parte de un momento único. Y es que sabían que podían ser testigos del último partido de Rafa como deportista de élite y querían trasladarle su apoyo y su agradecimiento por haber llevado el deporte español a lo más alto con su savoir faire dentro y fuera de la pista. Tal es la Nadalmanía que existe, que se han llegado a ofrecer entradas en la reventa por 72.000 euros. Además, los pases oficiales, cuyos precios oscilaban entre 63 y 1.350 euros, se agotaron horas después de anunciarse la retirada de Nadal.
El ganador de 22 Grand Slams es consciente de que todas las miradas estaban puestas en él, pero desde que el pasado sábado llegó a la concentración ha insistido en que es igual de protagonista que sus compañeros de equipo, Carlos Alcaraz, Roberto Bautista, Pedro Martínez, Marcel Granollers y el capitán, David Ferrer. "No estoy aquí para retirarme, estoy para ayudar al equipo a ganar. Es mi última semana en una competición de equipo y lo más importante es ayudar al equipo", indicó en una multitudinaria rueda de prensa.
Hace tres semanas comunicó, mediante un vídeo, su decisión de dejar el deporte al más alto nivel. Se trata de una decisión muy meditada, tomada tras años encadenando lesiones que le impiden dar el 100% en los terrenos de juego. Nadal es consciente de que tras esta semana de la Copa Davis habrá "un gran cambio", pero no quiere adelantar acontecimientos. Se centra en vivir el presente y en seguir disfrutando del tenis junto a compañeros y rivales que se han convertido en grandes amigos. Una vez que todo acabe, sabe que "vendrán las emociones" y que comenzará una nueva etapa en la que, por encima de todo, tiene un deseo: que se le recuerde como una buena persona.