HOLA+4190 Víctor y Ana Guerra© CLICK10FOTOGRAFÍA

EXCLUSIVA

Las declaraciones de amor eterno de Ana Guerra y Víctor Elías

El actor y la cantante hicieron uso de sus dotes artísticas para dar a sus votos una puesta en escena de película


18 de noviembre de 2024 - 10:28 CET

“Parece que ha llegado… Ha llegado el día en el que nos casamos y hemos llegado vivos”, eran las primeras palabras que escuchábamos de Víctor Elías como un hombre casado. Casi rotas por la emoción, pero rotundas y decididas. El actor y músico cumplía un sueño y lo hacía al lado de la mujer que ama, Ana Guerra, quien, vestida de encaje blanco, como una princesa de cuento, le escuchaba con su mano entrelazada con la suya. Luego llegaría su turno, lo haría con un torrente de voz, y a borbotones, que parecía imposible que saliera de una garganta tan delicada como la suya. Ellos protagonizaron el momento más emocionante y emotivo de una boda en la que ya eran protagonistas. Porque no solo eran los novios, son los novios, sí, pero también dos estrellas con un arte que, como diría Lola Flores, “no se puede aguantar”.

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“Has sacado un disco, nos hemos mudado, hemos terminado las giras, he escrito el libro, hemos compuesto mi disco juntos, he vuelto a hacer la función de teatro… Y hemos llegado vivos”, continuaba Víctor sobre su periplo vital los últimos meses. Porque si para cualquier pareja de novios, cumplir con todos los preparativos es ya una 'gincana' parecida a la de subir el Everest sin arneses ni piolet, lo de estos chicos no se queda atrás. “La gente dice que las parejas discuten cuando se van a casar o cuando se mudan, o cuando tienen que tomar decisiones difíciles. Sin embargo, contigo, todo, absolutamente todo, ha sido fácil”, relataba el novio.

“Este año de preparación me ha servido para reconfirmar cada día que pasaba, cada hora que tomabas una decisión, que eres la mujer de mi vida, que eres la compañera a la que quiero dar la mano el resto del camino y que contigo todo es mejor”, declaraba ante unos invitados emocionados y una novia con la respiración cada vez más agitada. “Una vez más me has sorprendido con tu capacidad de esfuerzo y adaptación, con tu capacidad de levantar la cabeza y mirar hacia adelante sabiendo poner en prioridad nuestra felicidad. Aunque algunas situaciones laborales o personales no nos lo pusieron fácil”.

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Ana sorprendió a Víctor cantando sus votos.

Víctor quería aprovechar ese momento, íntimo y público a la vez, para darle las gracias a su chica que no desviaba su mirada -y qué mirada más bonita- de él. Por todo. Por cosas tan sencillas como estar presentes el uno en cada segundo del otro porque ambos, en realidad, disfrutaban de los triunfos y las penas de su pareja como si fueran las propias. “Quiero darte las gracias públicamente, porque tú has conseguido que yo sea 100% todo el tiempo. Si algo malo tenemos en esta profesión es el tiempo que creemos que tenemos que estar agradando a la gente, el tiempo que necesitamos estar sonriendo para que todo esté bien.. Tú has conseguido que no solo en casa, sino en mi vida en general, sea yo. Me das confianza y me das fuerza cuando me falta. Sabes apuntar un detalle que a mí se me ha escapado y convertir algo en perfecto. Y esta persona que soy hoy tiene una parte de ti. Todo me gusta en esta vida cuando tú estás en ella”.

También quiso demostrarle su orgullo por su crecimiento personal en el que, tanto él como sus fans, asisten como espectadores. “Cómo has crecido en estos tres años…  -le dijo a Ana-. Y cómo has aprendido a priorizar…”, apostilló Víctor para, después, casi casi, emular la famosa cita de Casablanca. “Te recuerdo y te lo recuerdo públicamente (por si alguien tuviera alguna duda) que siempre nos quedará Benidorm. Que si nos vamos a cualquier lugar del mundo a tocar boleros solos tú y yo, yo seguiré siendo el hombre más feliz. Porque te he encontrado. He encontrado a esa media naranja de la que habla la gente, pero siendo una naranja completa”.

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“Nos formamos y nos empeñamos en ser cada uno una naranja completa con terapia, trabajo, trabajo y esfuerzo, que juntas hacen dos. Y evidentemente esto es mucho más que una. Gracias Ana. Esto acaba de empezar. No ha cambiado nada y eso es lo bonito, que nosotros ya venimos un tiempo jurando amor eterno, prometiéndonos que siempre íbamos a estar ahí y, desde luego, estando ahí, dándonos la mano y no juzgándonos, aceptándonos como es el otro y abrazando cada defecto de la otra persona. Gracias por nuestro propio saco de naranjas. Y ya somos dos, así que a ver quién se mete ahora. Te amo”.

Si se han secado las lágrimas y no les enturbian la pantalla, seguimos. Porque las declaraciones de amor continuaron, vaya que sí. Y por si fuera poco, las escuchamos en la voz de Ana Guerra sentada al piano. Ella le declaró su amor eterno con una canción que había escrito para ese momento tan especial. Y pese a la emoción —muchísima— no se le fue ni una sola nota de su sitio, que luego, nos confesaría que muchos los nervios de ese día residían ahí, en cerciorarse de que sabría dominar la voz. Y lo consiguió. Es más, Ana hizo una de sus mejores interpretaciones. También, porque no había que irse muy lejos para saber a quién iban dirigidas esas palabras y un estribillo: “Este amor (...) ser solo dos (...) y nadie más”.

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El momento de los votos fue uno de los más emocionantes, y no solo no pudieron contener las lágrimas los novios, tampoco sus invitados. Víctor los escribió esa misma mañana y Ana, dos días antes, le compuso una canción.

Sabemos que no es lo mismo leerlo que escuchar a la canaria, pero si alguna vez necesitan una frase que resuma un amor tan puro como entregado aquí tienen algunos de los versos que la Guerra le lanzó como flechas a su ya marido y directas al corazón:

  • “Somos un cuento que no tiene fin”
  • "Gracias por estar aquí porque tú haces que sea mi mejor versión”
  • “Soy mucho más de lo que fui sin ti”
  • “Mírate. Qué fácil es amarte. Pero mírate. Qué fácil es amarte”
  • “Que te vean en mí. Que me vean en ti”
  • “El mundo nos dio más de lo que podíamos: este amor. Ser solo dos y nadie más”
  • “Te seguiré hablando mientras ves las noticias, pondré cara de tonta para ver tu sonrisa”
  • “Han de saber ya la verdad. Mírate, qué fácil es amarte”
  • “No sabes lo fácil que es amarte”
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Y cuando separó sus dedos de las teclas, Ana y Víctor se adelantaron al maestro de ceremonias y a esa frase tan cinematográfica de “ya puedes besar a la novia”, porque ambos lo hicieron sin permiso. Porque ¿quién era nadie para ponerlo, ¿no?

Aún así, Fran puso orden en los aplausos con una frase que también recordaba a otro momento apoteósico del cine. Como si Fernando Trueba hubiera tomado las riendas de la escena, aunque sustituyendo a Billy Wilder por un actor que nos es más cercano. Perea devolvió a la pareja al altar y dijo:

“Por el poder que me da nuestro Dios, Antonio Resines, Yo os declaro: Patita y patito”. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. FIN.

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