Lo suyo es un amor de película, precisamente porque se conocieron durante un rodaje, pero su relación se puede decir también que es de altos vuelos ya que les apasiona viajar. Anna Castillo y Álvaro Mel no paran quietos ni un segundo y aprovechan la mínima para conocer mundo, con Londres y París como los últimos destinos que han disfrutado juntos de la manera más romántica.
La actriz barcelonesa de 31 años ha abierto su álbum de fotos personal donde da buena cuenta de estos dos trayectos inolvidables con el actor salmantino (28), en los que pudieron disfrutar de los rincones únicos que ofrecen tanto la capital británica como la francesa.
De ruta turística y gastronómica, la ganadora del Goya en 2017 por El Olivo ha compartido todo tipo de planes con su chico en dos de las ciudades más cosmopolitas del Viejo Continente. Desde tomarse un buen caldo en la terraza de un restaurante para combatir las bajas temperaturas, a degustar el "steak tartar que más me ha gustado nunca" -decía ella- en La Brasserie L'Emil que está en el Hotel Château Voltaire.
Unas imágenes que no solo reflejan el momento de felicidad que viven el uno al lado del otro, sino que también tienen un evidente corte artístico bajo la mirada de Anna Castillo y lo que esta pretende reflejar de cada lugar que visita. No solo ellos y todo lo que les rodea son protagonistas de las instantáneas, sino que también hay alguna que otra aparición inesperada como es la de Alejandro Amenábar.
Inmortalizados en el interior de lo que parece una cafetería, vemos al director de Tesis y Mar adentro posar junto a un grupo de amigos y con Álvaro Mel, a quien precisamente descubrió para el gran público dándole el papel protagonista de la miniserie La Fortuna (Movistar+, 2021). Ha pasado ya tiempo de aquello y, por lo que muestran en ese encuentro, su amistad continúa intacta.
Edificios históricos, museos, tiendas de ropa... los dos enamorados han provechado al máximo sus días en estas grandes urbes europeas, callejeando de un lado para otro para no perderse ni un detalle que poder captar con su cámara. Sin duda, un buen número de recuerdos durante esas intensas jornadas culturales cuyo broche lo ponían en una coqueta habitación de hotel con vistas donde poder descansar.