Su pasión por la televisión sigue intacta desde que comenzó a trabajar en el medio a principios de los 2000: "La tele para mí es una vocación", nos dice la presentadora de Vamos a ver en la que posiblemente es una de sus entrevistas más personales. Verónica Dulanto ha llegado a ser uno de los rostros más populares de la pequeña pantalla a golpe de esfuerzo, constancia y trabajo. Una carrera televisiva que comenzó como redactora y después como reportera, hasta convertirse en una de las presentadoras más queridas de Mediaset. La periodista, nacida hace 46 años en el madrileño barrio de Arganzuela, ha tenido que conciliar una profesión a veces difícil, y sobre todo inestable, con otro de los grandes pilares que le dan sentido a su vida: su familia, la que componen su marido, Andrés, quien siempre ha respetado y entendido su profesión, y sus dos niñas: Carla, de 13 años, y Romina, que tiene 10: "Estoy enamorada de mis hijas", nos ha confesado orgullosa.
Como se trata de que nuestras lectoras te conozcan un poquito más, me gustaría que te definieras en tres palabras.
Extrovertida, empática y trabajadora.
¿Cómo te gustaría que se hablase de ti entre los compañeros de profesión?
Lo que creo que siempre se ha dicho de mí, entre la gente con la que he trabajado, es que yo soy una tía de equipo, una más. Me gusta arrimar el hombro y me gusta que haya buen ambiente, con lo cual intento fomentarlo lo máximo posible. Esa es la impronta que creo que dejo.
¿Abundan los buenos compañeros en televisión, o no?
Hay de todo, como en la viña del Señor, y como la vida misma, hay gente que con la que tengo amistad con letras mayúsculas, que la he creado en la tele; hay compañeros sin más, y también los hay un poquito arpías, esto es así, pero en la vida, en general, también.
En 2005 entras a formar parte de El programa de Ana Rosa y ahora has vuelto a la mañana de Telecinco casi 20 años después. ¿En qué ha cambiado la Verónica de ahora con la de entonces? ¿Eres otra persona?
Soy la misma. Cuando veo fotos de aquella época tenía todo por aprender, tampoco sabía muy bien a dónde dirigir mis pasos, lo de presentar no era algo que tuviera clarísimo como objetivo. La esencia la tengo porque aunque tenga 20 años más me sigo sintiendo juvenil, con vitalidad, pero he ganado en madurez, en experiencia, y en tomarme las cosas de otra manera.
¿Qué has aprendido de Ana Rosa Quintana? ¿cómo es Ana Rosa en las distancias cortas y aquello que el público desconoce?
En las distancias cortas Ana Rosa siempre ha sido una persona muy cercana, está al tanto de cada cosa, de su equipo, de sus problemas, es decir, está muy pendiente de su gente, te transmite confianza y cercanía. Yo al principio, cuando entré, era una persona que me infundía un respeto máximo, entonces no sabes si te acercas o no te acercas, pero ella te da esa confianza como para decir "oye, que soy Ana Rosa Quintana, pero que no como a nadie, no muerdo". A nivel profesional aprendes mucho de ella. A mí me han dado en ese programa muchas oportunidades, eso hay que decirlo; porque para ascender alguien te tiene que dar la oportunidad. Es verdad que siempre confiaron en mí y fueron ellas, Xelo (Montesinos) y Ana Rosa, eso sí que es de agradecer.
¿Qué es lo mejor y lo peor de la tele?
Lo peor es que te tienes que adaptar a la tele, no la tele a ti, con los horarios, con los programas...entonces, creo que lo peor es tener que adaptar tu vida a la tele en cierta medida. Y lo mejor es que a mí me da la vida, es que la tele para mí es la otra mitad de mi vida. No concibo una vida sin la tele. Me entretengo, aprendo, conozco gente maravillosa, he vivido situaciones que de otra manera no hubiera podido vivirlas.
¿Cómo vives la tiranía del share?, ¿mirar el dato que ha hecho tu programa es lo primero que haces cada mañana?
Sí, y quien te diga lo contrario miente. Lo siento, esto es así. Es muy injusto porque cada día tienes que examinarte y te ponen una nota. Esto me lo tengo que hacer mirar porque yo tampoco quiero vivir así, cada día, sin que suene la alarma, abro los ojos, tiro del móvil y lo primero que hago es ver si han salido las audiencias. No lo puedo controlar... llevo mal el share.
En la tele, ¿todo vale?
No, no todo vale. Creo que la gente desde su casa rechaza cada vez más la bronca por la bronca, el insulto por el insulto, el elevar el tono, los gritos primero porque no te enteras y segundo, porque es invasivo.
Vamos al terreno más personal. Estás felizmente casada con Andrés, ¿cuál es tu historia? ¿cómo os conocisteis?
No es que crea firmemente en el destino pero como me han pasado cosas tan hiladas y de manera tan fina, sí que creo que hay cosas que de alguna manera están escritas. Pues mi historia de amor es: año 2004, mis amigas de toda la vida de la universidad (que conservo a día de hoy) hay una de ellas que tiene una casa en Ibiza, un apartamento: "oye, ¿por qué no os venís?", pues nos apuntamos unas cuantas. El caso es que vamos allí y en una playa, en la Cala Molí, estamos mis amigas y yo, entonces un chico le echa el ojo a una amiga mía, se acerca: "¿qué tal?" (el típico ligoteo playero) y entonces nos dice que hay un amigo que era su 30 cumpleaños y que tenían una casa alquilada, muy grande, y que iban a hacer una fiesta. Al final decidimos ir y nos plantamos en un cumpleaños de un tipo que no conocíamos ninguna. El cumpleañero evidentemente estaba desbordado porque tenía allí a medio mundo. Al día siguiente volvemos a quedar ya más relajado y yo ya me pongo a hablar con él así, tomando una copa y tal. Y me hizo gracia, pero me hizo gracia porque tiene un humor muy particular, así como un poco humor negro que a mí me hace mucha gracia y entonces (risas) ya está, sin más.
Él estaba trabajando en Alemania en ese momento. Acaban esos tres días, yo para Madrid, él para Alemania y santas pascuas, no nos intercambiamos ni el teléfono. No sé cuantos meses pasan y mi amiga, que empieza una relación con su amigo, me dice "oye, sabes que Andrés va a venir a Madrid a trabajar?". Entonces nos reencontramos seis meses después en Madrid, hicimos una cena y nos apostamos otra cena y quedamos, quedamos, quedamos, y ¡hasta hoy!
¿Te conquistó haciéndote reír?
También era muy atento, bueno, es, pero digo en el momento de la conquista, muy atento, detallista, educado...que se desvivía, que me hacía la vida agradable y sencilla. No fue una cosa de flechazo de "Dios mío, me muero", no. Él tampoco tenía ninguna intención de tener pareja, yo tampoco, pero ¡mira tú!
¿Cómo le definirías a él?
Pues Andrés es muy familiar, superfamiliar, tiene cuatro hermanos y son como una piña todos, divertido a más no poder porque allá donde haya un folclore es que se hace el centro de atención sin quererlo, tiene mucha chispa, es el alma de la fiesta. También supertrabajador que se ha labrado su futuro y su carrera y muy noble.
¿Qué recuerdo tienes del día de tu boda?
21 de junio de 2008, el día más largo del año que todavía era de día a las 23:00 h de la noche. Recuerdo que hacía un calor en Madrid, un calor terrible. Nos casamos en la carretera de Colmenar. Lo recuerdo súperbonito, se me pasó volando. Quien se vaya a casar, lo vuelvo a decir, disfrutadlo, porque sobre todo para las novias, pasa que no te enteras. Yo creo que él lo disfrutó mucho más que lo disfruté yo, porque estás a tantas cosas y quieres que todo te salga tan perfecto que te olvidas un poco a veces de disfrutar. Yo solo sé que nos lo pasamos increíblemente bien, que nos reímos, que estaba toda la gente que tenía que estar, que acabamos a las 07:00 horas, yo ya destrozada y recuerdo que mi vestido tenía toda una hilera de botones muy pequeños con un ojal enano desde aquí, de la rabadilla a la nuca. Entonces llegó el momento de por favor, ¿me puedes desabrochar los 150 botones? (risas)
Eres madre de dos adolescentes.
Una adolescente, de 13, y una más pequeña, preadolescente, si se puede llamar así, que tiene 10.
¿Qué me puedes contar de tus niñas?
Es lo mejor que me ha pasado, lo mejor que podíamos hacer. Los dos queríamos ser padres, lo teníamos clarísimo. Es más, yo quería niñas y ¡deseo cumplido! y por Andrés hubiéramos tenido tres o cuatro.Y no es porque sean mis hijas, que esto lo diremos todos los padres y todas las madres del planeta, pero es que me han tocado unas niñas que no me han dado un problema, que son unas niñas sanas, divertidas, estudiosas, responsables. Es que para mí lo tienen todo, también, oye, habrá una labor que estemos haciendo su padre y yo, pero luego ya lo que te toca...Estoy enamorada de mis hijas.
La mayor, Carla, ha emprendido además una aventura lejos de España...
¡Ay, madre mía! Yo ya hice esta experiencia cuando tenía 15 años y me fui a hacer tercero de BUP, entonces la hemos mandado a Irlanda, lleva casi dos meses, la hemos mandado con 13 recién cumplidos y al principio ha sido duro, no te voy a decir que no, y ahora empiezo a ser más consciente de que la echamos mucho de menos, que ya es como que se nota su ausencia. Pero claro, esto no se lo transmito a ella porque entonces ya nos ponemos a llorar las dos cada día por teléfono, pero bueno, como padres es duro porque no te quieres separar de tu hija, pero la experiencia sé que lo va a agradecer el día de mañana y sobre todo que sé que cuando tenga que volverse, no va a querer volver.
¿Hablas con ella todos los días?
Me llama todos los días. Carla es una niña muy familiar, lo mismo que la pequeña está un poquito más despegada y no necesita tanto a sus padres todos los días, Carla es una niña muy familiar desde que era enana, necesita el respaldo de la familia, necesita saber que sus padres están ahí, necesita desahogarse, necesita decirte lo mucho que te echa de menos, cómo le están yendo las cosas, y si no es por teléfono, es por WhatsApp, y si no te manda un mensaje por las noches, de: "Mamá. Buenas noches. Te quiero mucho. Infinito". Todo eso, claro, es que yo me derrito, me derrito.
¿Intuyes que alguna quiera seguir tus pasos?
Yo creo que Carla no, la mayor no, porque es una niña súper ordenada mentalmente, es muy buena con las matemáticas y tiene un punto de timidez, ¿sabes? La veo más por otra rama. Romina es otro cantar, podría ser desde actriz, cantante de un grupo, o periodista. La veo más de otro mundo más artístico y con más don de gentes.
Hay que ser amiga de las hijas o hay que ser su madre.
Esta es una lección que a su vez la tengo aprendida de mi madre conmigo, siempre lo ha dicho, y estoy de acuerdo ahora que soy madre. Una madre es una madre, no es tu amiga. Mi hija es mi hija, no es mi amiga, yo tengo mis amigas. Sí que es verdad que siendo madre sí que creo que es fundamental generar toda la confianza posible con tu hijo para que si tienen un problema o cualquier cosa que ocurra, acudan a ti lo primero.
Hay un duro capítulo en tu vida que te marca desde muy pequeña que es la ausencia de tu padre. ¿Cómo lo recuerdas? Entiendo que a partir de su muerte, tu madre se convirtió en madre y padre.
Me pilló teniendo seis años, no tengo recuerdos de mi padre, tengo las fotografías que cuando las veo me vienen flashbacks a la cabeza. Es una pena porque apenas tengo recuerdo porque era muy pequeña así es que creo que no lo pasé excesivamente mal, o eso cuenta mi madre también. Mi hermano, por ejemplo, que tenía diez, el mayor, él tiene más recuerdos. Mi madre siempre ha dicho que para bien y para mal le tocó ejercer de las dos cosas. (...) Mi madre trabajaba, menos mal que siempre lo ha hecho, si no, imagínate el percal que se hubiera encontrado: 35 años que tenía ella, 37, mi padre, superjoven y se queda con tres hijos de seis, ocho y diez años. Así, ¡pumba! Ahora vas y te lo gestionas. Primero gestiona la muerte de tu marido previo a una enfermedad, tus hijos en el colegio, una casa, en fin. Menos mal que tenía trabajo, que no se tuvo que poner a trabajar de un día para otro, que por lo menos eso estaba cubierto, y sin ninguna otra red familiar, porque mi madre es hija única y sus padres, cuando mi padre fallece, ya habían muerto también. Muchos amigos que le ayudaron infinitamente se volcaron en mi madre y en nosotros. Y gracias a Dios, ahí está. Mi madre es una una mujer increíble.
Verónica, gracias por atendernos y regalarnos casi una hora de tu tiempo.
¡Y si me dejas otra hora te cuento aquí más cosas! (Risas) Ha sido un placer, de verdad.