Chris Martin© Getty Images

'El vigilante del concierto': Chris Martin detiene su actuación para salvar a un niño del público

El vocalista de Coldplay no ha sido el único en preocuparse por la integridad de su público: Billie Ellish, Bon Jovi o Adele también lo han hecho


14 de noviembre de 2024 - 10:21 CET

Chris Martin, el vocalista de Coldplay, exesposo bien avenido de Gwyneth Paltrow, y separado por la rumorología “n” veces de su novia, Dakota Johnson, se convirtió en un héroe a los ojos de sus fans. El cantante estaba en pleno concierto en Sydney cuando se percató de que un pequeño fan estaba en peligro de ser aplastado por el resto del público. Chris Martin, padre de dos adolescentes, Apple y Moses, no se lo pensó dos veces: interrumpió el show y planificó el rescate del pequeño, mientras el equipo de seguridad seguía sus instrucciones. El artista se mostró en todo momento profundamente empático con el niño a quien, entre otras frases, le alentó con un “Te vamos a ayudar, campeón”. El gesto de Chris Martin ha sido muy alabado en redes sociales. Lejos de ser la estrella fría y distante, que no se preocupa más que de sí mismo sobre el escenario, el cantante reveló su faceta más solidaria, tierna y sensible. 

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Mientras el cantante interpretaba en las antípodas uno de sus famosos temas, y el público enardecido lo coreaba, descubrió al niño sin apenas espacio. Para él, nada fue en ese momento más importante que salvaguardar al pequeño. No solo detuvo el concierto, sino que también pidió que lo sentarán delante, en una zona fuera de peligro: “Puedes sentarte aquí. ¡No tienes que ser aplastado por todos estos adultos! –le dijo–. Siéntate ahí, mi hermanito… ¿Estás mejor? Te cuidaremos, hombre”. Y no solo eso: le facilitó unos cascos para que pudiera seguir mejor su actuación. 

Esta sensibilidad del artista para su público se ha visto en más circunstancias y con más artistas. He aquí algunos ejemplos que hablan por sí mismos de la humanidad de las estrellas.

Adele y Taylor Swift: 'Todo por mi público'

Recordemos dos ejemplos no muy lejanos en el tiempo. El primero, el caso de Adele, quien paró su show en directo. La artista británica estaba actuando en el mítico Caesars Palace, de Las Vegas. Mientras interpretaba su tema Water Under The Bridge, se percató de que un guardia de seguridad estaba molestando a uno de sus seguidores, que emocionado por la actuación de Adele, se había puesto en pie. “¿Qué le pasa a ese joven fan de ahí al que molestan tanto?”, preguntó muy molesta. “¿Por qué lo molestas? ¿Puedes dejarle en paz, por favor? No volverán a molestarte, cariño… disfruta del espectáculo”. 

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Algo similar pasa con Taylor Swift. No ha sido ni una ni dos veces las que la reina de todos los récords en la industria discográfica (con permiso de Beyoncé) ha detenido un concierto para procurar la seguridad de la audiencia. Durante un concierto en Río de Janeiro, a finales de 2023, una fan, de apenas veintitrés años, perdió el conocimiento y, poco después, falleció debido a un paro cardiaco. La cantante no tardó en mostrar su dolor y solidaridad con la familia de la joven Ana Benavides: “No puedo creer que esté escribiendo estas palabras, pero es con un corazón destrozado que digo que perdimos una fan esta noche antes de mi espectáculo. No puedo decir ni cuán devastada estoy […] No voy a ser capaz de hablar de esto en el escenario, porque estoy abrumada por el dolor incluso al intentar hablar de ello”. Taylor Swift no habló, pero sí extremó las precauciones para que, en todo lo que estuviera en su mano, su público disfrutara de sus conciertos en las condiciones óptimas. 

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Esto la llevó a, en mayo de 2024, estar personalmente al pendiente de que en su concierto de Estocolmo hubiera espacios suficientes con bebidas y se repartieran vasos de agua gratuitos a quienes lo precisaran para que nadie se deshidratara. La experiencia de Brasil dejó una profunda huella en la artista. 

Muchos años atrás, Taylor Swift salvó de manera involuntaria a tres fans que, tras un concierto suyo en Louisiana, sufrieron un accidente de coche en plena noche oscura. Las tres jóvenes lograron ser encontradas a tiempo y rescatadas gracias a la luz de las pulseras de LED que se habían repartido durante el concierto. 

Otros héroes de la industria discográfica

En esta línea de afecto real hacia sus fans, podemos destacar la rápida actuación de Billie Eilish hace un par de años. La artista se dio cuenta de que un fan estaba sufriendo un ataque de asma y pidió de inmediato que se parase la música y que se buscara en ese instante un inhalador. Por fortuna, su fan tenía uno, pero muchos curiosos comenzaron a amontonarse en torno a ella. Entonces, Billie Eilish con amabilidad, pero vehemencia, solicitó: “Chicos, denle un poco de tiempo. No se amontonen”. Y explicó ante miles de personas: “Voy a esperar a que la gente esté bien antes de seguir adelante”. Su actitud, como la de Chris Martin, fue muy alabada, frente a la de otros músicos que no consideraron que cualquier vida humana es más importante que su actuación. Travis Scott, demandado por no interrumpir su concierto en Astroworld, enfrentó una demanda, porque aquella desgracia se saldó con diez personas muertas. 

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Bon Jovi no salvó a un fan durante un concierto, pero sí a una mujer que estaba dispuesta a acabar con su vida y saltar de un puente, como contamos en su día. El mítico roquero estaba grabando un vídeo musical cuando vio la escena. No se lo pensó dos veces: se acercó a la mujer, suspendida del barandal, y trató de calmarla. Lo logró, porque accedió a tomarle la mano, volvió a tierra firme y se fundieron en un abrazo.

Entre la seguridad y el calor

Los guardias de seguridad de los conciertos están entre dos aguas: proteger a los fans y cuidar a las estrellas. Por eso es habitual que entre unos y otros existan situaciones tensas. Además de la escena antes descrita, y protagonizada por Adele, otros artistas han pedido a los miembros de su seguridad que permitan a los fans acercarse a ellos o disfrutar del concierto sin continuas llamadas de atención. 

Sin embargo, dos terribles incidentes permanecen en la memoria colectiva de todos y, especialmente, de aquellos cuyo trabajo es salvaguardar la integridad de los artistas y de su público. ¿Cómo olvidar la desolación de aquella noche de noviembre de 2015 en la que la mítica sala de conciertos Bataclán, en París, se convirtió en un descomunal atentando que acabó con la vida de ochenta personas? Los componentes de la banda que tocaban esa noche, Eagles of Death Metal, jamás volvieron a ser quienes eran después de vivir aquello. ¿Y qué decir del tristemente conocido como atentado de Manchester, de 2017, durante un concierto de Ariana Grande? Veintitrés personas perdieron la vida y la artista se quebró primero y, después, rindió un sentido homenaje a las víctimas. Durante una semana, del 25 de mayo al 5 de junio de ese año, suspendió los conciertos de su gira Dangerous Woman. Después de la tragedia sus palabras fueron breves, pero profundamente sentidas: “Rota. Desde el fondo de mi corazón lo siento mucho”. 

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Todo lo anterior provoca que los guardas de seguridad mantengan los ojos abiertos y vean en cualquier gesto fuera de lo habitual una hipotética amenaza. Sin embargo, los artistas defienden esa interacción y calor entre ellos y sus fans. Enrique Iglesias, por ejemplo, en septiembre de 2022, se sintió muy sorprendido ante la osadía de una fan que le robó en un concierto, celebrado en Las Vegas, no solo una selfie, sino también un beso que dio la vuelta al mundo. 

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Hay veces, que no son los fans quienes se las arreglan para subir al escenario y estar lo más cerca posible de sus ídolos, sino que son las estrellas quienes descienden para reconfortar a sus fans. Durante el comienzo de su gira, en Argentina, Luis Miguel realizó un gesto inusual en él. Se bajó del escenario y saludó a una de sus fans más veteranas, Mirtha Legrand, la icónica presentadora de la televisión argentina, quien con noventa y seis años no dudó en presenciar el concierto de El Sol. Marcela Tinayre, hija de Mirtha, contó cómo fue ese cálido momento: “Luis Miguel le dio un doble beso a mamá y le dijo: ‘Para mí es un honor que usted esté acá’”. 

En esta misma línea, el gesto de Malú con una anciana que no quiso perderse la experiencia de verla actuar en directo. Malú, que celebra veinticinco años de carrera, no lo dudó. Interrumpió el concierto y se bajó del escenario para fundirse con la mujer en un cariñoso y largo abrazo. Cuando el artista de voz prodigiosa, de coreografías electrizantes, y de ritmo vertiginoso es, además, un ser humano de los pies a la cabeza, asistir a sus conciertos supone un doble placer.