Los Kennedy han sido protagonistas del último medio siglo en todas las esferas de la actualidad, ejerciendo una indiscutible influencia en la política pero también en el plano social, cultural y filantrópico. Es el caso de la Fundación RFK Human Rights, una asociación sin ánimo de lucro creada en 1968 por amigos y familiares del senador Robert F. Kennedy tras su trágica muerte.
Ahora a cargo de su hija, la abogada Kerry Kennedy, la Fundación RFK ha recaudado unos 11,7 millones de dólares (en 2022, según sus últimos informes disponibles). En 2015, inauguró su sede en España bajo la dirección de doctora María Díaz de la Cebosa con el objetivo último de aumentar el número de personas con acceso a una educación en Derechos Humanos en el país. Precisamente, por este motivo, Kerry visitó la ciudad de Bilbao, donde fue recibida oficialmente en la Diputación Foral de Bizkaia por Elixabete Etxanobe -la Diputada General- para posteriormente reunirse con el alcalde José María Aburto con el objetivo de resaltar la importancia de Bilbao como ciudad comprometida con los derechos humanos y la justicia social.
La jornada se cerró con una exclusiva cena de gala, a la que asistió una nutrida representación de las más destacadas personalidades del ámbito económico, político, empresarial, social y cultural del País Vasco. Al día siguiente, la primogénita Kennedy impartió una conferencia en el paraninfo de la Universidad de Deusto ante varias autoridades académicas, se dirigió a a la biblioteca de la misma donde donó varios libros firmados de su puño y letra -para continuar con la tradición que comenzó su tío, el senador de los Estados Unidos de América Edward Kennedy- y asistió a una misa por el alma de su madre, Ethel Kennedy, fallecida el pasado 10 de octubre en Boston (Estados Unidos).
-Es su primera visita a Bilbao ¿qué es lo que más te ha gustado de la ciudad que hayas podido ver?
-Sí, es la primera vez que he visitado la ciudad. Lo que más me ha gustado es hablar con los estudiantes de la Universidad de Deusto y comprobar lo comprometidos e interesados que están en el futuro de este país y en los derechos de las personas de aquí y de todo el mundo.
-¿La idea de la colaboración de su Fundación con el País Vasco cómo surgió?
-Comenzamos a trabajar para poner en marcha la Fundación en España hace cinco años y medio y ahora tenemos diecinueve escuelas en todo el país. Con el paso del tiempo, algunas personas del País Vasco se pusieron en contacto con nosotros y nos dijeron que creían que también habría interés en ella aquí.
-¿Cuáles son tus objetivos junto con María Díaz de la Cebosa?
-Nuestro objetivo es trabajar mano a mano con los estudiantes y el personal de la Universidad para desarrollar, en conjunto con ellos, un plan de estudios que aborde su deseo de trabajar, de entender cuáles son sus derechos, de comprender cómo pueden hacer valerlos y de entender cómo pueden colaborar mejor con otras personas para ser más contundentes en la creación de un cambio justo y pacífico.
-Comenzó su labor de liderazgo al frente de la RFK hace más de cuarenta años. ¿Cuál es el balance de la situación en que se encuentra el mundo en la actualidad con las guerras de Ucrania y el conflicto en Oriente Próximo?
-Creo que estamos en un momento muy peligroso, en el que enormes fuerzas están chocando. Hay un aumento del autoritarismo y el orden mundial posterior a la Segunda Guerra Mundial está tambaleándose. La ONU no es tan fuerte como solía ser y la explosión en tecnología y en inteligencia artificial, en particular, plantea oportunidades pero también riesgos. Hay un enorme desplazamiento laboral a un ritmo muy rápido que causará más desplazamientos de los que ya hemos visto. Tenemos más de 50 guerras en este momento y 200 millones de refugiados, el 70% en países pobres, que no quieren ser recibidos por los países más ricos. Por otra parte, podríamos enfrentarnos a una guerra nuclear. Esos son algunos de los problemas. Ya hemos pasado por la crisis de los misiles cubanos, en la que el mundo estuvo al borde del desastre.
-Siempre se habla de su padre, pero ¿de que manera influyó su madre, recientemente fallecida, en su activismo de los derechos humanos?
-Mi madre siempre estaba comprometida con el trabajo. Su lema era realmente presentarse y ella se presentaba. Así que cuando los trabajadores agrícolas se pusieron en huelga y su líder, César Chávez decidió terminar su ayuno de casi un mes, ella se presentó y le dio, la Eucaristía. Cuando los indígenas tomaron Alcatraz como protesta en California, ella voló al lugar junto a su amigo, el atleta olímplico Rafer Johnson. Ellos fueron los únicos dos no indígenas a los que que se les permitió entrar en la isla. Cuando un activista ambiental fue encarcelado en México, ella voló al paós, se abrió paso hasta una zona muy remota y fue a ver a este hombre a la cárcel. Así era como vivía su vida.
-¿Cuál es el mayor recuerdo que tiene de ella? ¿Y de su padre y su tío. JFK?
-Mi padre era de resolver disputas entre mis hermanos y yo. Cuando discutíamos, nos llevaba a a la habitación, hacía que contaras tu versión de la historia y luego tenías que quedarte callada mientras el otro contaba su versión. Y luego nos dábamos cuenta de que ninguno de nosotros tenía razón. Estábamos todos equivocados. Nos dábamos un beso, hacíamos las paces y nos íbamos a nuestras habitaciones a leer durante una hora. Y eso nos hacía no querer pelear más. Preferíamos jugar que leer durante una hora, así que no queríamos pelear. Él era muy bueno y paciente. Y nos mostró que existe la justicia. Mi madre, creo que fue que logró que nos sentáramos alrededor de la mesa a contar algo que habíamos leído en el periódico ese día, luego jugar con un juego de historia con nosotros, con otro de ortografía, después leer la Biblia en voz alta y jugar algunos juegos. Nos hizo arrodillarnos alrededor de la cama todas las noches y rezar todo el rosario completo. Tengo tres hijas, y tratar de hacer que lo hicieran realmente fue un desafío. Así que hacerlo con 11 fue todo un logro.
-¿Y tu tío?
-Yo era muy joven cuando murió, pero jugar a las escondidas debajo de su escritorio, y la emoción cuando aterrizaba su helicóptero en Hyannis Port, y correr cuesta abajo para verlo y ver a mi padre, que siempre iba en el avión con él, en el helicóptero. Tenía un carrito de golf y amontonaba a tantos niños como fuera posible dentro. Me encantaba hacer eso.