La actriz y cantante Angy Fernández ha vivido muy intensamente sus 34 años, inmersa desde muy joven en el mundo del espectáculo, ya fuera en los platós de TV, en los estudios de grabación o encima de un escenario. Desde niña fue vista como alguien diferente, que no casaba con lo que se llevaba, pero siguió adelante con su carrera precoz, arrastrando miedos e inseguridades pese a la popularidad cosechada en programas como Factor X y Tu cara me suena, y la exitosa serie Física o Química. Ahora, Angy ha querido contárnoslo todo, sus luces y sus sombras, en Bonito Desastre (Ediciones B).
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
- Angy, dedicas el libro a tu madre, a quien no paras de pedir perdón y dar las gracias por estar siempre ahí. ¿Siempre fue ella tu refugio más puro y sincero?
Sólo tengo una hermana once años mayor que yo y perdí a mi padre muy pronto, así que mi madre siempre ha estado muy pendiente de sus dos hijas y, claro, especialmente de mí al ser la pequeña y entrar en un mundo que no es nada fácil desde tan joven. Tuve que venirme a Madrid a trabajar siendo menor de edad, con sólo 16 años y ella se vino conmigo, olvidándose un poco de ella misma a partir de entonces. Una madre es una madre, yo demandaba su presencia todo el rato y ella también quería estar a mi lado. Ahora me doy cuenta y por eso le pido perdón, me habría gustado que hubiera vivido más, que se hubiera centrado más en ella misma.
- Desde niña eras una chica diferente, muchas veces incomprendida por tu manera de vestir y comportarte. ¿Cómo lo recuerdas?
En el colegio sí que me sentí un poco marginada, pero en la adolescencia me cambié de instituto y ahí me empecé a encontrar al conocer gente diferente. Me empecé a identificar con la música rock que escuchaba, me vestía de negro, me corté el pelo a lo Emo y me sentía así cómoda, en ese momento. Pero no por eso dejaba de gustarme bailar hip hop o Andy y Lucas, cosas que a la gente le sorprendían.
Siempre me han gustado muchas cosas y trabajar también en diferentes medios, huyo de las etiquetas.
- La ausencia temprana de tu padre y su triste historia, te han marcado profundamente. ¿También en tus relaciones amorosas?
Lo hablo abiertamente en el libro, porque después de haber ido a tanta terapia, soy plenamente consciente de ello. Cuando vas a una psicóloga y sabe que has perdido de niña a un padre o una madre, ya le dice mucho de tu comportamiento.
En mi caso, desde muy joven, siempre busqué una figura paterna en los hombres y por eso tenía miedo, una especie de obsesión y temor a que me dejaran. Siempre estaba demasiado pendiente de ellos, buscaba protección y cariño de una manera errónea. Ahora, con mi pareja actual y tras aprender a base de terapias, estoy aprendiendo a dejar vivir y a que mi felicidad no dependa sólo de él.
- Factor X, Tu cara me suena, Física o Química, La Llamada… ¿Destacarías algún momento especial entre todos ellos?
Es complicado elegir, porque todo me aportó mucho. Pero ha habido momentos especiales y de luz, justo cuando yo no estaba en mi mejor época.
En ese sentido, recuerdo Tu cara me suena porque yo no estaba nada bien, pero cuando llegaba al plató y me disfrazaba, pues me sentía fenomenal. Me cuidaron mucho porque yo era la más pequeña y allí me lo pasaba estupendamente, eran momentos de evasión de mi realidad, que no era la mejor entonces.
El trabajo siempre me ha venido muy bien para desconectar de mi mente y de mi realidad.
- Tu participación reciente en el Benidorm Fest, ¿ha supuesto para ti una especie de resurgir?
Suele pasar que cuando estás haciendo teatro y la gente no te ve tanto en televisión, piensa que no estás haciendo nada. Eso me comentan a veces cuando me paran por la calle. Ahora estoy en el teatro Fígaro con “Una terapia integral”, una obra estupenda con grandes actores y que está funcionando muy bien.
Cuando me propusieron participar en el Benidorm Fest, por un lado, me daba miedo, pero por otro era una oportunidad para hacerme visible de nuevo en el mundo de la canción y en la televisión. No me siento olvidada por la gente, pero sí que me he sentido a veces olvidada por la profesión. No es culpa de nadie, quizás yo misma no he sabido enfocarme o aprovechar determinados momentos como debería.
El Benidorm Fest fue todo un reto que quise aprovechar venciendo mis dudas. Disfruté mucho de ese proceso, preparar mi canción, hacer la puesta en escena que yo quería y convertir esos tres minutos en los que cuento mi historia, en algo teatral. Salió bien y quedé satisfecha con el resultado.
- Eres una artista muy polifacética, con muchos registros y eso supone una gran virtud, ¿pero te ha podido perjudicar en algún momento?
Si ha sido así, seguro que ha ocurrido más por mi actitud, al no abrazar y creerme todo lo que soy y puedo hacer. Si yo misma me echo por tierra, entonces es cuando no puedo transmitir lo que valgo.
Puedo trabajar en diferentes formatos y medios y eso es lo que me gusta, pero te lo tienes que creer y valorarte. Hay gente que me dice que debería centrarme sólo en la música, pero no podría porque también quiero y necesito hacer otras cosas: teatro, cine, tv…
Soy así, me gustan muchas cosas y puedo hacerlo bien en diferentes registros, por eso he podido trabajar en proyectos diferentes.
- Hablas mucho de terapias, de esa ayuda profesional que te ayuda a vencer tus miedos. ¿Todos deberíamos perder los complejos o el tabú y buscar ese apoyo en algún momento?
Efectivamente, es un tabú. Hay quienes me cuentan sus problemas y a veces yo les digo “¿por qué no buscas ayuda?”, entonces te contestan que no, que ellos mismos pueden con ello. Algunos seguro que ven como una debilidad acudir a un psicólogo o a un psiquiatra y luego, claro, está la gente que directamente no se lo puede permitir o que piensa que es muy caro. Barato no es, desde luego, pero supone invertir en ti mismo para estar mejor. Te cambia todo si das con el psicólogo adecuado.
Me ha parecido un gesto muy bonito que muchos psicólogos voluntarios se hayan desplazado para atender de manera gratuita a la gente afectada por la DANA en Valencia, personas que lo han perdido todo y que están viviendo un auténtico drama.
El gobierno debería pensar más en dotar a la sanidad pública de más psicólogos para los ciudadanos con menos recursos.
- ¿Hacia dónde te gustaría encauzar tus pasos en el futuro? Algún proyecto u objetivo que nos puedas contar…
Ahora estoy a tope con el teatro y con la promoción del libro, que acaba de salir.
Sí que me gustaría volver a participar en otra serie y también en alguna película, aunque no sea yo la protagonista principal. En definitiva, algo relacionado con el mundo audiovisual, que, en parte, echo de menos.
En el futuro me encantaría también crear un refugio de animales, aunque lo veo más a largo plazo, ya que requiere mucho tiempo y recursos.
- Por último, ¿Qué ha supuesto para ti escribir Bonito desastre? ¿Cómo se te ha quedado el cuerpo?
Se me ha quedado un poco raro, porque da un poco de miedo abrirse tanto como yo lo he hecho. Siempre piensas en cómo va a reaccionar la gente y te da algo de pudor, aunque, por otro lado, siempre he sido muy transparente.
Tardaron en convencerme, pero al final me decidí al insistir con el argumento de que podría ayudar a la gente contando mi vida. Lo estoy comprobando ahora, hay quienes me agradecen que haya contado mis experiencias de una manera natural y sin ocultar nada, dando visibilidad a mis terapias y haciendo que algunas personas se animen a dar ese paso y acudan a un profesional para cuidarse emocionalmente.
Hay que normalizar y hablar más de salud mental, todos tenemos momentos malos. Este libro ha sido una especie de catarsis, pero también algo terapéutico.
También es un regalo para la gente que me ha seguido desde siempre.